Antiguo asentamiento arévaco, donde se hizo fuerte el general Sertorio frente a Pompeyo en el año 75 A. C., Clunia, en el término burgalés de Peñalba de Castro, es una de las mayores y más importantes urbes de la Hispania Romana, como prueba su bien conservado anfiteatro y las ruinas de sus termas, su foro y el gran número y vistosidad de sus mosaicos.
Clunia Sulpicia, ciudad que tuvo una vida próspera hasta el último cuarto del siglo III D.C. y que conservó su actividad hasta el siglo VIII, fue un asentamiento indígena de los arévacos, solar de cántabros y vascones. Municipium en origen y después con el rango de colonia, Clunia se asienta sobre una meseta y llegó a tener más de 30.000 habitantes.
Su pasado espléndido lo prueba una visita a su yacimiento, en el que se encuentra el mayor teatro de su tiempo, que podía albergar a hasta 9.000 espectadores, con gran parte de la gradería tallada en la roca y una importante muestra de mosaicos, representativos principalmente del gusto y la cultura de los siglos II al IV D.C.
Además, el paseo ofrece al visitante los restos del conjunto termal Los Arcos, que llegó a tener hasta 7.000 metros cuadrados de baños públicos, así como las huellas en piedra del foro de Clunia, que oficiaba de plaza pública y centro religioso y comercial, y donde se levantaban el templo dedicado a Júpiter y los tribunales de justicia, y lo que ha sobrevivido a los siglos de sus casas señoriales, de Casa Taracena a la Casa 3 o la Casa Triangular.
Otro de los atractivos de Clunia es el magnífico conjunto de mosaicos de sus antiguas viviendas, que se acaban de destapar al público con la llegada de la primavera. El horario de visita desde mayo es de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.00 horas. Antes de visitar el yacimiento arqueológico, sugerimos parar en el museo, donde se acumulan esculturas, monedas, joyas, epigrafía o los utensilios que sus habitantes utilizaban para cocinar, comer curar y divertirse, junto a la imponente estatua de la Diosa Fortuna.