Maravillas naturales únicas en el continente europeo, en Aragón llaman mallos a las extraordinarias formaciones geológicas de color rojizo características de la Hoya de Huesca. Los de Riglos, que exhiben paredes rocosas de hasta 300 metros de altura, son ya Monumento Natural de protección especial, además de un paraíso para los amantes de la escalada más atrevida, las aves rapaces y los practicantes del senderismo.

Monumento natural de protección especial desde 2016, al igual que los Glaciares del Pirineo oscense, los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba están ubicados a unos 45 kilómetros al noroeste de Huesca capital y son testigos mudos del paso del tiempo, ya que fueron levantados por la orogenia alpina, iniciada hace unos 65 millones de años, cuando se formaron los Pirineos.

La posterior erosión del agua los ha ido aislando y modelando, dando lugar a las actuales paredes rocosas gigantes que se reparten por la cara sur de las sierras exteriores del Prepirineo.

Los Mallos de Riglos, situados a orillas del río Gállego y junto a la localidad del mismo nombre, son los más famosos, pero en esta misma zona se ubican también los de Agüero, Vadiello, Murillo de Gállego y el Salto de Roldán, entre otros.

Quienes los conocen bien animan a visitarlos cuando el sol declina, momento en el que su característico color rojizo –debido a la existencia de hierro y arcillas en la composición de los sedimentos de cantos rodados de gran tamaño, con matriz de arena y cementados por carbonatos– se acentúa y convierte la visión en espectacular.

AVES Y ESCALADORES

Desde Turismo de Aragón destacan la presencia y el vuelo habitual sobre sus cimas redondeadas de buitres y otras aves rapaces. Estas tienen su hábitat en las múltiples oquedades que se producen en los mallos y avistarlas es otro de los encantos de este territorio envuelto en leyendas.

En la actualidad, esta zona se ha convertido en referente para escaladores de todo el mundo. Solo en el área de Riglos se han marcado más de dos centenares de vías de escalada, la mayoría de una dificultad importante y muy apreciadas, incluso fuera de las fronteras estatales.

Su descubrimiento por el montañismo se debe a algunos viajeros como Charles Dembowski, José María Quadrado, Santiago Ramón y Cajal y, sobre todo, Alphonse Lequeure y Lucas Mallada, que ya en el siglo XIX llamaron la atención de los lectores de sus libros al escribir sobre la belleza de estas enormes moles de piedra.

SENDERISTAS

Además, la zona cuenta con diversos itinerarios senderistas que recorren estas impresionantes rocas, que llegan a alcanzar los 300 metros de altura en el caso del espolón norte del Pisón.

Entre los más concurridos se haya el sendero que circunda los propios Mallos de Riglos, destacan desde Turismo de Aragón. También invitan a aprovechar el viaje para disfrutar de la vista al atardecer desde Murillo o la más extensa desde el llamado Mirador de los Buitres.

Aquellas personas que deseen completar la visita a este espacio natural de Huesca, pueden acceder a un centro de interpretación de aves carroñeras puesto en marcha en el mismo Riglos, denominado ARCAZ, que dedica un amplio espacio al buitre leonado.