CONCEBIDO casi como un pequeño electrodoméstico, este nespresso botiquín es un pastillero 4.0. Y es que en el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Bizkaia, que ahora cumple su 60 aniversario, se han volcado en la fabricación de equipos electromédicos. “Nosotros no planteamos un dispensador de fármacos al uso, se puede programar y, según el grado de deterioro cognitivo del paciente, es él quien interactúa. Y también se informa a la red de cuidadores mediante mensajes de móviles”, asegura Joseba Sainz de Murita, profesor de Electrónica y parte del equipo que ha llevado a cabo esta formación en Ingeniería Biomédica. De hecho, este pastillero inteligente permite establecer el rango de tiempo en el cual se considera válido la toma de la pastilla y si no se cumple, envía un sms.

El técnico César Pérez aclara que “permite un control para el paciente que por voluntad propia o por problemas de la edad no cumple con la pauta recomendada por el médico”. “Si el paciente viene y pulsa el aparato, le da la pastilla pero una vez pasada la franja horaria, el dispensador las guarda para que el cuidador vea lo que ha tomado y lo que no”, señala Miren Álvarez.

“Es un sistema seguro porque tienes la tranquilidad de que si no se toma el fármaco te llega un aviso, y además evita la sobremedicación porque el enfermo no puede acceder a las pastillas ya desechadas por cualquier motivo o a las tomas que aún no le corresponden”, asegura Nagore Sagastibeltza, una de las participantes. “Este modelo lo pensamos también para que fuera modular, según el tratamiento necesario, y fácil de usar ya que la pantalla, que lleva contraseña, funciona como la de un móvil, es muy intuitiva y se programa fácilmente”. A los médicos consultados les parece un equipo muy interesante porque además permite hacer un seguimiento de la adherencia a los tratamientos.

El dispositivo es totalmente artesanal. “Hemos hecho todo nosotros, desde el diseño al desarrollo hasta la impresión de las piezas en 3 D”, afirma Román Vilares. “Han elaborado hasta el más mínimo mecanismo y engranaje con un coste especialmente bajo porque no llega a 200 euros”, ratifica Pérez.

Este prototipo forma parte además de un proyecto formativo de búsqueda de empleo. “La idea era buscar otra alternativa de trabajo. Somos ingenieros, en este grupo todos electrónicos, y buscamos reciclarnos puesto que la salida laboral es difícil”, recalca Fernando Cabrera.