Mendexa- Hilaria Laka lleva más de nueve décadas viviendo en el pequeño pueblo costero de Mendexa y en el mismo caserío que la vio crecer, aunque ahora está reformado. A punto de cumplir 91 años, se mantiene activa paseando por los caminos que recorren su barrio, con las vistas de los verdes montes y el azul del mar a su alrededor, gozando de la compañía de sus vecinas. Algo habrá en aquella zona de Lea-Artibai que mantiene a sus habitantes con una salud de hierro, tal vez la fuente de la juventud que buscaban los primeros conquistadores, ya que en la cuadrilla que sale a pasear por la zona Hilaria es de las más jóvenes. Ávida lectora, le gusta disfrutar de los libros o de cualquier texto que llega a sus manos, manteniendo frescos los recuerdos unidos a un pueblo que considera de los más atractivos.
Usted conocerá Mendexa mejor que nadie, ya que ha vivido toda su vida aquí.
-Al igual que este caserío, aunque ahora está reformado. Toda la vida he estado ayudando con las labores de la casa; primero con mis padres y cuidando de mi abuela, pero siempre aquí, no he conocido otro lugar.
No será un trabajo fácil el que conlleva un caserío.
-Antes era más difícil, aunque ahora hay maquinas, pero la gente ya no trabaja en el caserío. Antes, hasta los montes estaban más limpios y cuando los jóvenes bajaban de Anboto y de los barrios de alrededor, solían coger ramos de pajas y los encendían para alumbrar el camino hasta el pueblo.
Mendexa también habrá cambiado con el tiempo.
-Si, mucho, sobre todo desde que hicieron las casas nuevas. Ha llegado mucha gente joven, pero todavía se mantienen los de más edad también. Mucha gente procede de Lekeitio.
Se dice que es usted la segunda mendexatarra con más años del pueblo.
-No es así, yo creo que soy la quinta con más edad. Hay tres hermanas en el pueblo que también se apellidan Laka como yo, que tienen 96, 94 y 90 años, respectivamente. Yo cumpliré 91 en octubre, pero también hay otra que tiene 91, o sea que yo estaré detrás de ellas.
¿Que tiene Mendexa que no tenga otra localidad?
-Para mi es uno de los pueblos más bonitos que hay. El paseo que rodea la iglesia esta muy bien, ya que ahora los coches solo acceden hasta el centro del municipio y no pueden pasar mas allá. Tiene unos paseos preciosos por los montes que lo rodean; siempre se ha dicho que el recorrido más bonito es el que va bordeando la costa, por las vistas que tiene, cerca del frontón. Si vas hacia el barrio de Oleta también se puede observar el mar y es otro itinerario muy bonito, llegando hasta el camping.
¿Cuál es su preferido?
-Suelo ir mucho por el camino que pasa cerca de mi casa, que llegas a tener vistas hacia Anboto; ahora encima nos han puesto un banco para sentarnos, y suelo ir con la mujer que tiene 96 años, aunque últimamente con este calor salgo un poco menos.
La fama muchas veces se la lleva Lekeitio, pero teniendo un camping en el pueblo, ¿se acercan muchos turistas?
-A Lekeitio suele ir mucha gente por la playa de Karraspio, pero la playa es de Mendexa (ríe). Pero se nota la influencia del camping, ya que se acerca mucha gente paseando con críos o al frontón. Ahora con las fiestas bajarán todos a Lekeitio. En invierno la gente suele estar más recogida, anochece antes, pero los domingos suele haber ambiente en el hamaiketako, se suele estar bien. Ahora hay pinchos en el bar también. Los hombres suelen bajar a jugar a cartas, a beber un trago, y nosotros también después de misa a tomar algo.
A las fiestas de Lekeitio también irían cuando eran más jóvenes.
-Sí que íbamos, pero no como van los jóvenes de ahora, íbamos más formales. En fiestas teníamos como horario de vuelta las 12. Un año bajé con una vecina a Lekeitio y cuando era la hora de volver no la podía encontrar. Me la tope con una cuadrilla de hombres y no quería volver a casa. Cuando parecía que la iba a convencer me dijo que tenía que ir a la tómbola y así nos dieron las dos para cuando llegamos a casa. Luego las broncas fueron para mi.
En Mendexa, ¿cuándo se celebran las fiestas?
-A principios de agosto con la celebración del baile mahai ganeko. En el antiguo bar, justo debajo de una escalera, había una mesa; yo solo acudí una vez a verlo, fue justo antes de la guerra y eran los hombres los que bailaban. Es un baile que se hace encima de la mesa y ahora han puesto uno nuevo para mantener la tradición. A los hombres que salían a bailar antes, el alcalde les daba un chiquito y tras hacer una reverencia al vaso, subían a la mesa. Luego subía una segunda persona y tras bailar juntos, se marchaba el primero y se quedaba quien había subido en último lugar. Tras la guerra se perdió la tradición y muchos años después se recuperó. Ahora bailan los jóvenes y lo hacen en la plaza, pero queda poca gente que baile suelto.
Alguna celebración más tendrán.
-Desde hace seis o siete años, el campeonato de marmitako, donde traen a otros cocineros para decidir al mejor. Se celebra una vez al año y al ganador se le da una ikurriña que lo cuelga en el barrio el resto del año. Cuando hay un nuevo campeón se baja la ikurriña y se coloca en el otro barrio. El día que se hace el cambio, tanto el antiguo como el vigente campeón organizan una merienda.
Una de las vecinas más longevas de mendexa