LOS vecinos de Basauri y Arrigorriaga se están acostumbrando a toparse por la calle con una estampa que parecía olvidada: la de una persona a lomos de un burro. El motivo no es otro que las originales costumbres de Gorka Elorriaga, un basauritarra de la calle León que, de cuando en cuando, se deja caer por estas dos localidades montado en un equino, al que ha bautizado como Gertu. Para completar el cuadro, hombre y bestia son acompañados en todo momento por Ane, una perrita, de año y medio, inseparable amiga del humano.

Lejos de contentarse con darse una vuelta por las urbes subido a Gertu, Gorka hace recados en los pueblos por los que pisa y hasta se va de potes. Cual jinete en el lejano oeste, ata al burro a una farola o a la puerta del bar mientras degusta su consumición tranquilamente, sin muchas preocupaciones por toparse con un control de alcoholemia en su regreso al hogar.

El idilio entre Gorka y Gertu comenzó el año pasado cuando, "por circunstancias de la vida", el animal llegó a manos del basauritarra. Juntos empezaron un camino de asfalto que les llevó a participar en la recepción que brindaron en Basauri a Olentzero, a cargo de Sustraiak, una agrupación local que trata de mantener vivas las tradiciones vascas. "Es un animal muy trabajador. Se nota que en su vida ha tirado de muchos carros", explica su actual propietario.

No obstante, pocos son los trabajos que ha tenido que desempeñar Gertu después de este bolo que su dueño espera repetir. De vez en cuando, realiza labores publicitarias para algún bar colocando carteles del mismo a ambos lados de sus cuartos traseros y dejándose ver de esta guisa por las inmediaciones.

Las exclamaciones de sorpresa de los viandantes que se topan con estos tres amigos son abundantes. "Al 90% les gusta vernos. Del 10% restante, algunos se quejan, pero a la mayoría de la gente no les importa. La verdad es que a muchos no les da ni tiempo a decir nada, porque igual cruzan una calle o superan una esquina y se topan de bruces con la cabeza de Gertu. Yo solo les veo quedarse con la boca abierta", asegura el jinete.

Según cuenta, por el momento no ha tenido grandes problemas con los diferentes cuerpos de policía. Sí que le han parado las guardias urbanas de Basauri y Arrigorriaga pero sin que su conversación tuviera repercusión alguna. Y es que, tal y como afirma, existe un "vacío legal" en las ordenanzas municipales sobre la posibilidad de moverse en burro por los pueblos.

Sí que los ayuntamientos tienen normas respecto a las heces de los amigos de compañía no humanos de los vecinos. Por eso, para cumplir la ley y que nadie le llame la atención, Gorka se carga a la espalda una gran pala para recoger los excrementos que pueda dejar Gertu por el camino. "No me caben en la bolsita de plástico...", dice.

Ante las acusaciones de quienes creen que esta costumbre de montar en burro puede perjudicar al animal, Gorka jura y perjura que trata "con todo el cariño" al animal. "No llevo ni fusta ni ninguna otra cosa para que aligere la marcha, únicamente utilizo las manos, no le hago daño en ningún momento. Me gustan los animales, siempre me he movido entre ellos", se defiende. De hecho, trató de montar una empresa para dedicarse al cuidado de las mascotas. Colocó hasta un teléfono en anuncios y en internet. "Pero no recibí ni una llamada, ni para reírse siquiera pidiéndome que paseara a la suegra", afirma. Por ello, a pesar de su experiencia laboral en talleres y otras empresas, actualmente está en el paro.

Para no volver al hogar familiar, Gorka reside ahora en un terreno en Atxukarro, en compañía de Gertu y Ane. "Necesitaría un trabajo, aunque sea de dos meses, para irme a vivir a un piso, aunque luego vuelva aquí otra vez. Llevo desde el verano y lo más duro ya he pasado", explica. Para ello, no duda en poner a la venta a Gertu, eso sí, no se lo venderá a cualquiera. Solo a alguien que lo vaya a cuidar bien.