Mi tablet me nota triste
Un investigador del centro donostiarra Vicomtech-IK4 trabaja en el desarrollo de una tecnología con la que los ordenadores capten el estado emocional del usuario
IMAGÍNATE qué bueno sería que, cuando estás muy concentrado en el trabajo, tu ordenador lo detectara y no te molestara con avisos sobre, por ejemplo, la caducidad del antivirus. La situación ideal consistiría en que el propio ordenador esperara a ese momento de mayor relajación, en el que estás navegando por las páginas de los periódicos digitales. Entonces te diría: Oye, ahora que estás más libre, acuérdate de que se te caduca el antivirus. Andrés Navarro, investigador del centro donostiarra Vicomtech-IK4, habla en condicional sobre una posibilidad tecnológica que, en realidad, ya tiene estudiada y trabajada. "La tecnología está preparada ya. Solo falta que el mundo de la aplicaciones dé un giro más, en este caso hacia la captación de las emociones del usuario", añade.
Hace tiempo que en Vicomtech-IK4 fue creada una línea de investigación y desarrollo sobre la computación emocional, que es como se denomina la materia en cuestión. Sobre esa línea se ha creado un conocimiento. Y actualmente ya ha iniciado la fase en la que toda la experiencia adquirida es utilizada para ser desarrollada mediante su aplicación a proyectos determinados. En estos momento ya hay uno en marcha. "Se trata de incluir la computación emocional para recomendar unas rutas turísticas u otras. Pongamos que aterrizas en Londres. En función del modo en que pulses las teclas de tu teléfono o de la expresión que capte en tu cara la cámara del móvil, la aplicación te recomendará acudir a determinados lugares de la ciudad".
inteligencia emocional Parece claro que si uno llega estresado a la capital inglesa lo mejor será acudir a un típico pub inglés para tomarse dos cervezas. Y que si, en cambio, se encuentra relajado y descansado, puede darse una vuelta por el National para admirar cuadros y obras de arte. Son decisiones que, en base al proyecto en marcha, en breve espacio de tiempo podrá tomar por nosotros nuestro teléfono o nuestra tablet. Simplemente captando cómo nos encontramos. "Parece que no, pero expresamos mucho nuestras emociones. Y todos tenemos una gran capacidad de inteligencia emocional para captarlas en otras personas. Ahora se trata de trasladar esa inteligencia emocional a dispositivos tecnológicos", señala Navarro, iruindarra de 29 años.
La pregunta es cómo puede conseguirse eso, cómo puede saber nuestro ordenador si estamos tristes o enfadados, relajados o saturados, ocupados u ociosos. El investigador de Vicomtech-IK4 explica que hay múltiples maneras de detectarlo: "Existe una relación muy directa entre nuestro cuerpo y nuestras emociones. Las expresamos cuando hablamos, cuando nos movemos... Y hay dispositivos capaces de captarlas. Si se trata de la voz, con un micrófono es suficiente. Si hablamos de la expresión facial, sirve cualquier cámara. Y para medir las constantes, además, ahora están al alza los dispositivos que se adaptan al cuerpo: pulsómetros, pulseras... Estos medirían nuestras señales fisiológicas: pulsaciones, tensión, sudoración..."
En cualquier caso, Andrés Navarro concreta que el funcionamiento de la computación emocional no tiene por qué depender de la utilización, por parte del usuario, de elementos como los descritos, y apunta a que todo es mucho más sencillo de lo que parece. "Como decía antes, tendemos a expresarnos mucho. Si veo a una persona usando una tablet a la que no le sale algo, enseguida voy a reconocer que tiene problemas". Así que normalmente bastará con una cámara y un programa que capte cómo nos encontramos mediante nuestro comportamiento al pulsar las teclas. Que el dispositivo reconozca nuestras emociones es el primer paso. El segundo, interpretarlas, siempre en función de la aplicación utilizada. "Imagínate que se trata de una aplicación de aprendizaje. Cualquier profesor te dirá que te comportes de un modo más calmado si un alumno se está atascando. Y que aceleres si ves que se encuentra concentrado y al día. Pues con una hipotética aplicación de aprendizaje pasaría lo mismo. Si al usuario le está costando, puedes ser más suave, ya sea mediante las preguntas que le plantea el propio ordenador o, por ejemplo, mediante la expresión facial de un avatar que haría las funciones de profesor", explica Navarro.
Este investigador de Iruñea detalla, a modo de conclusión, que el trabajo que llevan a cabo consiste, principalmente, en avanzar en la computación emocional, de manera que esta se encuentre disponible para ser utilizada en las aplicaciones que así lo requieran. "Ahora nuestra línea de investigación consiste en aumentar el conocimiento, y luego intentar introducirlo en cualquier aplicación basada en la interacción. La idea no es generar aplicaciones que giren en torno a la computación emocional, sino que en las aplicaciones convencionales se tenga en cuenta también la emoción del usuario. En las que tenga sentido y lógica, claro. Falta que el mundo de las aplicaciones dé un giro y pase a utilizar la computación emocional".