En Semana Santa hay una procesión que no se publicita en las iglesias. Es el para algunos calvario de peregrinaje en busca de las gangas en moda y material de surf, skate y nieve de las Carpas Outlet de Soorts-Hossegor (Las Landas). Para otros, es el paraíso del consumismo. La organización estima que en cinco días más de 90.0000 personas visitan estos mercados. De ellas, treinta mil proceden de la limítrofe Gipuzkoa y alrededor de diez mil son vizcainos.
Aunque para el recién bautizado en el evento suene increíble, el año que viene se cumplirán 25 años de cuando la marca Rip Curl comenzó a dar salida a su stock en este punto del suroeste francés. La edición 2012, celebrada entre el pasado jueves y ayer, ha contado con más de 60 puestos de venta y unas 70 firmas de primera calidad. Aquí no hay ni falsificaciones top-manta ni productos con defectos. Son originales Volcom, Wesc, Carhart, Dickies, Vans... Según la organización, los descuentos ascienden hasta el 80% del precio original en temporada. Unas parcas militares Rip Curl, por poner un ejemplo, costaban 180 euros, y las han ventilado a 10 euros. Una chaqueta de cuero de 245 euros, se quedó ayer en veinte. Sin trampa ni cartón. Bueno, cartón sí: las ropas, mochilas, neceseres... están ordenados dentro de un caos en cajas con precios que, curiosamente, en algún caso se tachan y suben, visto en una firma de skate.
Conocido como Vente au déballage -literal Ventas de desembalaje- es un ibilaldia, un circuito que cuenta con hasta cinco parkings que se abarrotan. Algunos estacionamientos están a 20 minutos andando entre natural bosque como si alguien tras la pateada fuera a aparecer en una cala de Menorca. Playa, como en Gasteiz o Iruñea, no hay, pero todo lo necesario para ir a cualquier arenal, incluido el del Arriaga bilbaino sí. Ahora bien, mientras ahorran para 2013, sepan que este año se han formado colas en algunos de los incontables peajes de hasta "hora y media", según relatan afectados de Berriz.
Otros sin tanta prisa, pararon primero en Donibane Lohizune, donde la empresa local Quicksilver también tira por los suelos -nunca mejor dicho- los precios. "¡Es de la temporada pasada, pero calienta igual!", justificaba una mujer de Algorta en el autobús que te traslada de la fábrica al aparcamiento. Otros hacen lo posible por conseguir el último reloj de la marca a "30 euros". "Venimos siempre y este año está todo más caro. Se nota", lamentan Kepa y Ohiane.
Mientras tanto, en Hossegor, la procesión laico-capitalista bombeaba que no daba abasto. "¡Y eso que este año hay menos gente!", confirmaba Sesi, guitarra del grupo vizcaino Alerta. Para quien se inicia en el huracán de la Visa para un sueño, -como cantaba aquél-, todo es razón para no parpadear. Desde la picaresca de quienes se las saben todas, hasta que el hecho de que no haya espejos -salvo en alguna, como Carhart- o cambiadores lleva a situaciones curiosas. "Una pareja se sacaba fotos para verse cómo le quedaban unas ropas", comentaba "flipetan" Aritz, de Lekeitio. El despelote para los chollos está al orden del día.
MULETAS Las iglesias deben anunciar esta procesión porque obra milagros. Algunos jóvenes con muletas se hacen pasar por discapacitados -para no hacer cola- y al salir con las bolsas llenas, caminan que evocan a los ciegos que en La Pasión de Durango acaban viendo. Y con una sonrisa plácida por haberse salido con la suya.
Todo ello porque en hora punta, la cola más ansiada de Rip Curl llega a las tres horas de espera. "Hoy han pasado ya diez mil personas", confirmaba a mediodía una cajera. No es San Mamés, pero se ruge y araña por entrar. No es Mundaka, pero no saltes a nadie un turno, que los colmillos son quillas... Llega a verse a personas que portan una silla anclada en su mochila.
El Viernes Santo es conocido para los locales como el día de los vascos, por su amplia presencia. De Hegoalde, Bilbao queda a 175 kilómetros, Gasteiz a 189, Iruñea a 131 y Donostia a 90. Por un día, la ropa de monte se queda en casa; pero no el euskera, presente en la línea de este frente. A este ritmo de ventas, Euskal Herria pasa página y dice agur a la moda de aquel jersey negro y makuto verde por la de la nueva... ola.