"Veías que se iba al garete pero nadie se bajaba del burro"
Bilbao. Andoni es usted. O el vecino del 2º B. O el hijo de la panadera. Andoni es un hombre curtido en mil batallas, lo que la calle llama un currela como Dios manda. Andoni podemos ser todos, he ahí el miedo. A sus 53 años largos este hombre de anónima silueta - "mejor que no se me reconozca por lo que pudiera pasar", pide...- habla en primera persona pero por boca de miles. Tuvo un pasado entre aguas - "fui marino mercante durante más de siete años"- y un buen día (o malo, según se mire...) oyó los cantos de sirena de la construcción, donde fue electricista, talló la piedra, hizo labores de carpintería. Era jauja...
¿Qué es más duro: la mar o el andamio?
Como trabajo, el andamio. La mar tiene la pega de la cantidad de días que estás fuera de casa y los temporales, pero no se suda ni la mitad que en el andamio. También es un trabajo más creativo.
¿Ahora quién suda?
Ahora el que tiene sudores fríos es el promotor que se ha quedado trincado y mucha gente joven que se tiró al andamio y lo dejó todo.
¿Qué se le puede recomendar a esa generación rojo ladrillo?
Que se formen más, que se especialicen pero que lo hagan con calma porque no les espera el trabajo. Yo hice un par de cursos de frío industrial, pero tampoco había salida.
¿Intuían el batacazo que vino después?
¡Claro que sí! ¡Quién no! Casas que costaban un día 300.000 euros al mes siguiente se tasaban por 500.000 euros. Era insostenible.
¿Por qué no pusieron pies en polvorosa entonces?
¿Quién se bajaba del burro? ¡Nadie! Si trabajabas a destajo sacabas unos sueldos considerables. Eso sí, a base de joderte la espalda. El dinero tampoco era gratis.
¿Quién tuvo, a su juicio, la culpa del descalabro?
Un poco como Fuenteovejuna: entre todos la mataron. Quienes compraban se confiaron demasiado, los bancos prestaban un dinero que no estaba claro y los políticos permitían todo el tinglado. Un desastre.
¿No eran días felices?
¡Por supuesto! Éramos los putos amos. Nos íbamos a comer el mundo, a levantar un nuevo Imperio.
Hasta que el ladrillo derrumbó todo el sistema...
¡Pues yo creo que no! La banca se ha ido al garete porque ha metido el dinero en camisas de once varas. Yo no soy un estudioso de la materia, pero... ¿puede perder un banco todo su dinero de la noche a la mañana? Y creo que eso de Lehman Brothers fue el desencadente. Y mire lo que sucede ahora...
¿Qué?
No aprendemos. He oído que uno que trabajaba en Lehman Brothers está en el Gobierno vasco. Claro, como tiene experiencia... Hay cosas que me cuesta entender.
Quedamos entonces en que había alegría. ¿Por eso cantaban en los andamios?
Ja, ja, ja. Era falsa alegría. Mirabas cómo subían los precios y cómo subía el trabajo y aplaudías. Pero por dentro sabías que iba a estallar la cosa.
Y eran cada vez más...
¡Fue increíble! Venían de todo el mundo, pero sobre todo de Bulgaria y Rumanía. Fueses a la obra que fueses había rumanos y búlgaros. Muchos ahora han vuelto a su país.
¿Y usted también estaría dispuesto a volver?
¿Dónde?
A la mar, digo.
Sí, en un velero. Para perderme en una isla y vivir como un hippie.
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