Donostia

Incluso la playa de Zarautz, la más grande de Euskadi, se quedó pequeña. Y desde primera hora, porque para las siete y media ya se había dado el aviso. "¡Hay una ballena!". Decenas de vecinos que pronto fueron centenares y más tarde miles se concentraron ayer en el arenal de este municipio para contemplar al inusual visitante. Un cachalote de unos trece metros de largo, tres de ancho y más de veinte toneladas de peso que había quedado varado junto a la orilla y que falleció en ella dos horas más tarde, hacia las 9.30. Lo cierto es que muchos turistas se acercaron hasta el lugar para comprobar con sus ojos el histórico suceso, que se prolongó hasta la noche.

"Nunca había pasado nada igual", repetían uno tras otros los asistentes, probablemente sin saber o sin recordar que hace unas seis décadas otro animal de similares características varó en el mismo arenal. Lo atípico de la situación era, no obstante, evidente, y así se comprobaba al doblar cualquier esquina del paseo marítimo zarauztarra. Abajo, en la arena, 300 o 400 personas bordeaban el cordón de seguridad para estar lo más cerca posible del cetáceo. También abajo, pero al otro lado del cordón, técnicos y responsables del Aquarium de Donostia coordinaban las labores de recuperación, primero para tratar de rescatar vivo al animal y, una vez muerto, para decidir qué hacer con su cuerpo. Y, arriba, en el malecón, muchos más curiosos.

sin violencia Todos ellos observaban asombrados al cachalote, que no presentaba signos de violencia y que, al parecer, falleció enfermo (la afección más habitual es la neumonía). Según subrayaba Enrique Franco, vicepresidente de Ambar, no es extraño ver ballenas y cachalotes como el de ayer nadando en aguas del Cantábrico, donde suelen estar de paso en su camino entre los polos Norte y Sur. No en vano, precisaba su compañera de organización Ilazki Goenaga, esta misma semana ha sido avistado un grupo de ballenas de unos 20 metros de longitud. Lo más probable, afirmaban, es que el animal aparecido, un ejemplar juvenil (sus dientes poco gastados así lo evidencian), estuviera solo.

Una de las posibilidades que se barajaban es que se hubiera desorientado, si bien los expertos preferían no entrar a analizar las causas del fallecimiento. Para concretarlas habrá que esperar a la investigación que, en principio, llevarán a cabo la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el Aquariun de Donostia, entidad esta última que se quedará con los restos del cetáceo. "Es un animal muy interesante en lo relativo a educación ambiental", indicaba Enrique Franco, que añadía que, ahora, en Euskadi solo hay expuesto un esqueleto de esta especie (en Bizkaia), y que, con el de este ejemplar, serán ya dos. Porque, tal y como confirmó el presidente del Aquarium, Vicente Zaragüeta, los restos del animal podrán ser contemplados en sus instalaciones de aquí a unos años. Eso sí, antes será necesario que el animal permanezca enterrado entre tres y cuatro años, periodo necesario para que se descomponga la carne y quede solo el esqueleto. La inhumación se realizará precisamente en un terreno en el que ya hay enterrado otro cetáceo aparecido hace unos años en Donostia, cuyos restos serán a su vez exhumados y expuestos próximamente.