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"La familia sufre tanto o más que el enfermo de cáncer"

Son dos ejemplos de coraje y de solidaridad. Han superado juntos un cáncer y han vivido en primera persona la cara oculta de esta dolencia. El destino les ha dado una oportunidad para, con su experiencia, puedan ayudar a los que ahora padecen una enfermedad oncológica

"La familia sufre tanto o más que el enfermo de cáncer"Foto: Pablo Viñas

bilbao. Han sufrido en sus propias carnes el zarpazo del cáncer.

Nuestra hija María nació en noviembre de 2002, con un mes de antelación. Nadie sabía por qué hasta que a Nerea le detectaron un cáncer de ovario. Ahí se inició un proceso largo y muy duro que todo el mundo conoce: quimioterapia, operaciones... Conocimos a mucha gente que vivía la misma situación que nosotros pero de forma muy precaria.

¿Precaria?

Nos tuvimos que desplazar ocho meses a Barcelona porque aquí nos daban pocas garantías. Éramos unos privilegiados. Teníamos un piso y pudimos vivir la enfermedad con tranquilidad: mantener nuestro núcleo familiar, llevarnos a nuestra hija. Pero mirabas a tu alrededor y...

¿La cara oculta de la enfermedad?

Estás enfermo y ves que tu mundo alrededor se desmorona: tienes hijos y tienes que estar viajando, comer y alojarte fuera... Con el gasto añadido que todo eso supone. A veces la enfermedad se alarga y la gente lo pasa mal económicamente. Además de estar enfermo, tienes la sensación de que estás arruinando a toda la familia. En Donostia, hay gente viviendo en el camping de Igeldo porque un familiar está en tratamiento en el Oncológico. Todas esas carencias no las ves hasta que pasas por ellas.

Y decidieron pasar a la acción.

Teníamos claro que queríamos ayudar pero da miedo. Crear una fundación es meterse en un jaleo grande.

Hasta que...

La familia de un niño que iba a fallecer necesitaba un psicólogo de duelo. Contactamos con un médico amigo y nos puso en contacto con un profesional. No fue gran cosa, pero nos dimos cuenta de que podíamos hacer cosas. Y nos animamos.

De eso hace un año y ya han puesto en marcha un montón de servicios.

Tenemos dos apartamentos gratuitos al lado del Oncológico, en Donostia, para los enfermos y los familiares, bonos comida para los hospitales, complementos estéticos y ortopédicos, un servicio de psicólogo a través del correo electrónico y de otros profesionales, cuidado de mascotas para pacientes inmunodeprimidos que no tienen con quién dejarlas... Hemos vivido esas carencias y sabemos lo que es. Y más proyectos en los que estamos trabajando.

¿Aún más?

Queremos organizar un Olentzero Express estas navidades, para cumplir los sueños y deseos de los más pequeños. Y poner en marcha una residencia, un recreo terapéutico...

¡No paran!

Preferimos hacer la solera de la casa antes de levantarla. Vamos a dar bien los servicios que tenemos ahora, que son el día a día de las personas, lo que realmente nos importa.

¿De dónde sacan el dinero?

Prácticamente, nos autofinanciamos. Primero sacamos a la venta unos boletos regalo, que invertimos en un concierto benéfico con Marta Sánchez y Carlos Baute, y con eso pusimos en marcha algunos servicios. Una persona allegada falleció y nos dejó algunos bienes, tenemos convenios con empresas... De aquí y de allí, poco a poco vamos sacando. La importancia de los socios es su respaldo social, no económico, por eso los precios son simbólicos, a partir de un euro al mes.

Son todo un ejemplo a seguir.

¿Sabe de lo que estoy más orgullosa?

¿De qué?

Poder ayudar a la gente que está enferma está bien, pero yo vi lo que sufría mi marido, mi hija, mi madre, mi tío...

También sufren...

Son los grandes olvidados y sufren tanto o más que el propio enfermo. Nosotros tenemos derecho a llorar pero ellos se tienen que morder la lengua y tragarse las lágrimas. Ellos fueron todo un ejemplo para mí y ahora quiero ayudar a otros.