El protocolo de la toma de posesión como lehendakari proporciona un lapso de tiempo para la reflexión al nuevo jefe del ejecutivo. Es un paréntesis silencioso y solitario que permite calibrar todo el peso de la makila. No el peso del bastón de madera labrada. El del símbolo. Esas toneladas de responsabilidad que convierten, sobre las sienes de quien las soporta, los minutos en horas y las semanas en años. Solo falta un remedo del esclavo que sostenía la corona de laurel sobre la cabeza de los emperadores triunfantes en su desfile por Roma mientras susurraba: “recuerda que serás ceniza”.

Imanol Pradales lo comprobó ayer cuando, tras jurar como lehendakari bajo el Árbol de Gernika, ante los ojos de la mesa del Parlamento Vasco y su familia, regresó al interior del salón de plenos de la Casa de Juntas y tomó la makila de manos de Iñigo Urkullu. Recibió una gran ovación. Y salió de nuevo. Solo. Sin compañía. Enfiló la senda que conduce al templete del Árbol Viejo. Caminó despacio. Se podía escuchar el sirimiri bailando sobre las hojas de los robles. Y podía percibirse el peso en la mano. El quinteto de metales de la banda de música de la Ertzaintza, dirigido por Juanma Sáez, interpretó Gernikako Arbola. El ya lehendakari regresó a la alfombra roja. Le aguardaban las autoridades del Parlamento. Y su antecesor. Pradales había cambiado ligeramente. Se hará cientos de fotos. Y seguirá cambiando. Nota que puede sujetar la makila. Parte de la energía le ha llegado minutos antes, cuando, al salir del salón sin nadie al lado, ha cruzado la mirada con Laura Sanz, su mujer. Esa mirada no se puede describir. Una decima de segundo cargada de seguridad, admiración, esperanza, ternura y confianza. Imprescindible para cerrar la mano sobre la makila.

Desde ese instante, el corsé del protocolo empezó a deshilacharse. Tras los primeros retratos, los más institucionales, fue la hora de la familia. Laura Sanz y la pequeña Uxue Pradales; la madre, Rosa Gil; los hermanos, Lezo, Aitor y Josu; las cuñadas Maite Nieto, Selena Barrera; sobrinas y sobrinos como Maren, Amets, Lea y Lur; primos como Edurne y Garikoitz Soto; y la madre de Laura, Ana Pérez.

A la toma de posesión del nuevo lehendakari acudieron las diputadas generales de Bizkaia, Elixabete Etxanobe, de Gipuzkoa, Eider Mendoza, y el de Araba, Ramiro González; las presidentas de las Juntas Generales de Araba, Irma Basterra, de Bizkaia, Ana Otadui; y de Gipuzkoa, Xabier Ezeizabarrena; el presidente del Parlamento de Nafarroa, Unai Hualde; los alcaldes de Bilbao, Juan Mari Aburto, de Donostia, Eneko Goia, y de Gasteiz, Maider Etxebarria; la presidenta de Eudel, Esther Apraiz; los expresidentes de la Cámara Vasca Izaskun Bilbao, Juan María Atutxa y Jesús Egiguren; el alcalde de Baiona y presidente de la Mancomunidad Vasca, Jean-Rene Etchegaray; el presidente de Canarias, Fernando Clavijo; la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero; el embajador de Chile, Javier Velasco; el presidente de Euskaltzaindia, Andrés Urrutia; la rectora de la UPV/EHU, Eva Ferreira; el rector de Mondragon Unibersitatea, Vicente Atxa; la vicerrectora de la Universidad de Deusto, Aitziber Irigoras; o el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Ignacio Subijana. Por supuesto, el Gobierno vasco saliente en pleno. O diputados como Aitor Esteban o Joseba Agirretxea, que lució un kaiku de gala, como el propio Iñigo Urkullu.

Entre los burukides de EAJ-PNV, el presidente del Euskadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar e Itxaso Atutxa, Joseba Aurrekoetxea, María Eugenia Arrizabalaga, José Antonio Suso o Mikel Burzako. Representantes de cámaras legislativas como Jane Eyre Urquieta, Idoia Buruaga, Ricardo Baquero, Carmelo Barrio, Lander Martínez, Alba García, Carmen Muñoz, Jon Hernández, Andoni Atutxa, Maitane Ipiñazar o Jesús Lekerikabeaskoa .

También acudieron a Gernika personalidades como el presidente del Donostia International Physics Center, Pedro Miguel Etxenike; el presidente de Fundación Vital, Jon Urresti; o el consejero delegado de la CAF, Andrés Arizkorreta.

Poco a poco, el jardín de la Casa de Juntas se vació. Recogieron la grúa de seis metros con su cámara de televisión arriba. Los trípodes de la otra docena de cámaras. Se fue la tropa de fotógrafos. El medio centenar de plumillas y los técnicos de radio. Se fueron los maceros de Bizkaia, Ander Tordable y José Ignacio Tomey, altos y vestidos de rojo con sus pelucas rubias; los de Araba con sus capas doradas, y los Gipuzkoa con birretes emplumados; los txistularis con sus bicornios; la brigada móvil con su uniforme de gala verde con txapela blanca; los dantzaris, Alazne e Igor Zabala. Todo regresó a su estado anterior. Menos Imanol Pradales. Es el tacto de la makila, lehendakari.