Desde que se contaron las papeletas del 23-J, Carles Puigdemont ha fomentado la escritura en sus redes sociales. Como apuntó en un tuit, en Waterloo hace frío y llueve bastante incluso en verano, y no hay mejor divertimento que inmortalizar reflexiones. Colocado el foco sobre su figura por tener la llave de la gobernabilidad de La Moncloa, el president en el exilio se gusta y enfila las negociaciones, como referente de Junts, describiendo el enrevesado escenario y alambicadas alianzas. “A medida que se acercan días decisivos, como este próximo 17, crece el nerviosismo y sube la subasta. Y se disparan las especulaciones”, se jactó ayer, nada más despertarse, el exjefe del Govern. Sus palabras fueron hechos. A medida que pasaron las horas se palpó la tensión, hasta el punto de que JxCat anunció que su posición sobre la confección de la Mesa del Congreso no se desvelará hasta dos horas antes de que este próximo jueves se constituya la Cámara baja.

Así lo decidió el secretario general de Junts, Jordi Turull, que convocó una reunión telemática de la ejecutiva del partido para ese amanecer –entre las 08.00 y las 09.45 horas– con el objetivo de decidir qué postura adoptan sus siete diputados. La dupla de PSOE y Sumar ha contactado con negociadores del llamado mundo posconvergente, heredero de un espacio ya barrido, para buscar un acercamiento, pero el partido que en buena medida comanda Puigdemont ha impuesto discreción absoluta para abordar las conversaciones. Sabe que sus votos son necesarios para dar a los bloques de izquierda o derecha la presidencia de la Mesa y para el posterior reparto de los otros ocho puestos (cuatro vicepresidencias y cuatro secretarías). “Paciencia, perseverancia y perspectiva”, demandó el líder del Consell per la República. A juicio de Puigdemont, “encarar una negociación a través de declaraciones públicas no es nuestra opción”, de ahí su llamamiento al sosiego, consciente de que tiene la sartén por el mango, lo que hace intuir que, cuando llegue el momento real de la investidura, la fumata blanca se demorará hasta el último segundo.

La cumbre de Junts se consensuó de mutuo acuerdo con la presidenta del partido, Laura Borràs; la líder en el Congreso, Míriam Nogueras; y el portavoz en el Senado, Jaume Cleries. En ese cónclave conviven el sector más extremo abanderado por la expresidenta del Parlament con el más pactista, que por ejemplo representa el exconseller Jaume Giró, dispuesto a negociar una investidura de Pedro Sánchez a cambio de avances sustanciales en materia de autogobierno y el fin de la “represión” contra el independentismo, pero sin provocar el bloqueo con condiciones inasumibles para los socialistas. Pero en el bando más afín a Puigdemont, donde también se halla su portavoz en la Cámara baja, apelan a la máxima exigencia con el referéndum y la amnistía. De hecho, Antoni Castellà, portavoz de Demòcrates de Catalunya, diputado del grupo de JxCat en el Parlament y portavoz del Consell, retó este fin de semana al líder socialista a negociar una especie de Brexit catalán.

Amnistía

En ese entorno, el exconseller de Interior, Joaquim Forn, es partidario de un frente común con ERC del que Junts recela porque teme que los republicanos se echen en brazos de los socialistas, según JxCat, a cambio de nada. “La amnistía no es el punto de llegada, sino el de partida. No resuelve el conflicto político que nosotros tenemos con el Estado. El 1 de octubre la gente no fue a votar para la amnistía, sino para otra cosa”, avisa además Forn. Esquerra se esfuerza en demostrar firmeza ante el PSOE recordándole que sus siete votos no irán a “una mesa del Congreso que ha vetado el catalán, que no ha dejado investigar el espionaje de Pegasus o que ha encallado la tramitación de la ley de amnistía”. Pero su posición se adivina más clara que la de Junts.

Podemos

Discursos de odio. La secretaria de Organización de Podemos, Lilith Vestrynge, avanzó ayer las propuestas de su partido para la negociación de la nueva Mesa del Congreso, entre las que figura que no se acredite “a supuestos medios de comunicación que difunden mentiras y discursos de odio”, principalmente contra las feministas, migrantes o el colectivo LGTBIQ+, así como aquellos que fomentan el negacionismo de la violencia machista o del cambio climático.