BILBAO - Si un extranjero objetivo enchufara cada día Espejo Público, de Antena 3, y El programa de Ana Rosa, de Telecinco, llegaría a la conclusión de que su contenido está dirigido a explicar el ocaso que se avecina por culpa del independentismo catalán. Bien que sean cadenas privadas pero basta ojear también un debate en el 24 horas o el sesgo de la televisión pública española donde hasta los propios trabajadores del ente se han quejado del intervencionismo en pro del Gobierno del PP. Sin embargo, desde España, incluso desde las cadenas antes citadas, se ha tratado de generar la opinión de que TV3, emisora pública catalana, y el resto de canales temáticos del grupo, desde los informativos hasta los deportivos e infantiles, así como Catalunya Ràdio, son bastiones del independentismo que buscan fidelizar a la audiencia con la idea de la ruptura con España. Con el 155 como enganche, desde Madrid hay un intento de controlar lo que desde los medios centralistas descalifican, en alusión a TV3, como “puntal del agitprop independentista”.
La campaña contra la pública catalana ha ido in crescendo de la mano de los partidos constitucionalistas del Parlament y plataformas como Sociedad Civil Catalana. Por ejemplo, en la comisión parlamentaria de control a los medios de enero de 2014, Ciutadans y el PP concluyeron que TV3 estaba al servicio del separatismo por dos motivos: la aparición de un mapamundi en el que Catalunya estaba separada de España y el programa Afers exteriors en el que el presentador, Miquel Calçada, lucía una estelada a la chaqueta. Esta entidad españolista se queja reiteradamente de que no hay pluralidad en los debates políticos -algo que la realidad rebate estas semanas- y que por ello se niega a participar, amén de que los datos le desmintieron cuando Brauli Duart, presidente de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, respondió al Parlament sobre el trato a la entidad en 2014: en tres meses y con 400 socios, los miembros de SCC fueron entrevistados once veces.
Y si el pasado septiembre se le censuró a TV3 por emitir el anuncio del referendo del 1-O, ya en 2015 se le acusó de emitir en directo la firma del decreto de convocatoria de las elecciones del 27-S con gran despliegue; y asimismo se le reprochó en el proceso participativo del 9-N haber dado la información necesaria para votar, incluida la campaña informativa vetada por el Constitucional. La oposición también criticó la poca cobertura de los presupuestos del Govern el día que fueron aprobados hace dos años: 44 segundos en el Telenotícies. El CAC (Consejo Audiovisual de Catalunya) elaboró un informe que decía que TV3 había dedicado el doble de tiempo a la crisis económica que al soberanismo, A ello se une que el unionismo ha afeado, desde 2012, que la cobertura de cada Diada ha sido excesiva, cuando es una noticia que traspasa fronteras. O que en un informativo infantil, Info-K, se incluyeran entrevistas a niños que participaron en la Via Catalana de 2013, acusando a TV3 de “adoctrinamiento”, argumento educativo reiterativo.
El actual director, Vicent Sanchis, considera que “una intromisión” del Estado “sería muy difícil de justificar”, y por ello espera “una cierta lógica democrática del PSOE”. “Leo que sería para restablecer la pluralidad. Si es así, hay medios privados y públicos que se podrían intervenir más rápido para restablecer la pluralidad que nunca han tenido”, señala. De TV3 se ha dicho que “hasta en Merlí (serie de éxito que también ha emitido La Sexta), el personaje malo es un profesor de historia de España”. Y la profesora buena, indepe.