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Los guardias civiles acusados de torturas: “La tratamos como a cualquier detenido”

El juicio, por el que la acusación particular pide 19 años a cada agente, sigue hoy con la declaración de Sandra Barrenetxea

Los guardias civiles acusados de torturas: “La tratamos como a cualquier detenido”EFE

Bilbao - Cuatro guardias civiles acusados de torturar a Sandra Barrenetxea del 14 al 17 de septiembre de 2010 coincidieron ayer en apuntar que el trato a la entonces detenida, que denuncia diversos delitos de agresión sexual, torturas y lesiones, fue similar al que recibe “cualquier otro detenido”. Los cuatro agentes del Instituto Armado -Jorge Rodríguez Iglesias, José Carlos Arranz Marina, Fernando Huete Chaparro y Rubén Villalba Carnerero- no contestaron en ninguna ocasión a las preguntas de la acusación particular durante la primera sesión del juicio que ayer comenzó en la Audiencia de Bizkaia y se limitaron a responder de manera reiterada que la atención fue “correcta” durante los tres días que pasó incomunicada en dependencias policiales previo paso por la Audiencia Nacional. La acusación particular pide para ellos una pena de 19 años para los agentes.

Los acusados permanecieron media hora respondiendo a la Fiscalía -que formuló el mayor número de interpelaciones pese a que no ejerce de acusación por entender que no existen delitos- y su letrado defensor. Pero la vista oral, celebrada ante una sala abarrotada por la asistencia de numerosos compañeros de los acusados, arrancó con la negativa de los magistrados a incorporar diversas pruebas periciales y documentales de la defensa y la acusación, además de apartar a la Abogacía del Estado después de que la acusación particular, dirigida por la abogada y parlamentaria de EH Bildu Jone Goirizelaia, renunciara a reclamar una indemnización por parte del Estado.

El momento más destacado llegó cuando los encausados tomaron la palabra. Negaron haber practicado torturas como insultos y amenazas, vejaciones sexuales o agresiones, tal y como sostiene la denunciante. A grandes rasgos, resaltaron que “en ningún momento” se dieron irregularidades. Ni el abogado de oficio que le fue asignado en su momento a Barrenetxea -arrestada por pertenencia a Ekin- para prestar testimonio, ni las pruebas forenses arrojaron que existiera una situación anómala. “Estaba como todas las personas que llevan varios días detenidas. Agotada, nada más”, sostuvo Villalba Carnerero. “No tengo conocimiento de golpes, ni malos tratos, ni ella dijo nada cuando estaba en presencia del letrado”. Si hubiese habido maltrato, “se hubiese dejado constancia”, zanjó.

En el traslado de Barrenetxea a Madrid del 14 de septiembre participó Arranz Marina, quien aseguró haber utilizado un vehículo camuflado para llevarla a Madrid. Fue en ese automóvil donde la arrestada relató haber sido desnudada de cintura para arriba, lo que el agente calificó de “falso”. Rodríguez Iglesias, por su parte, afirmó no haber protagonizado los hechos que le imputa la acusación particular. En esas tres jornadas de detención incomunicada, en las que se denuncia el grueso de las torturas, velaron por que se cumplieran “todos sus derechos y su seguridad. No hay mucho más que decir”. Asimismo afirmó que la detenida pudo ser visitada visitada con regularidad por un forense, aunque reconoció que solo mantuvieron contacto por “si había que administrarle medicamentos”. Huete Chaparro, por último, ahondó en que “de ninguna manera” hubo golpes en la cabeza, insultos y conatos de violación o de asfixia.

El juicio proseguirá esta mañana con la declaración de Barrenetxea, testigos y peritos. Sus relatos pueden ser clave para enterrar la tesis de la defensa, que enclava la denuncia en la estrategia de ETA de ordenar a sus militantes que realicen “denuncias falsas”.