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Ana Garrido, la mujer que destapó la ‘trama Gürtel’

Ana Garrido, empleada del Ayuntamiento de Boadilla que denunció las corruptelas, vive arruinada y en un piso okupa

Ana Garrido, la mujer que destapó la ‘trama Gürtel’Marta Fernández

bilbao - Boadilla del Monte es un municipio madrileño que no llega a los 50.000 habitantes situado a unos veinte kilómetros al noroeste de la capital española, en el límite con Majadahonda. Ambas localidades se han significado en los últimos años por su profusa aportación de presuntos corruptos a la causa de la trama Gürtel, famosa por los Bárcenas, Correa, El Bigotes y otras celebridades de la política y el mundo empresarial. Esta semana ha comenzado el desfile de imputados en la pieza principal de la Gürtel, hasta 37 excargos públicos e institucionales, así como empresarios. El juicio, que durará varios meses, no hubiera podido celebrarse si no hubiera sido por el arrojo de unas pocas personas anónimas que, arriesgando su salud, trabajo y seguridad personal, antepusieron el deber moral al silencio y a mirar para otro lado. El concejal de Majadahonda José Luis Peñas es uno de ellos. La otra es Ana Garrido, extécnica de Juventud del Ayuntamiento de Boadilla que destapó las adjudicaciones de obras y servicios municipales a cambio de comisiones. La denuncia supuso el comienzo de un calvario personal que relata a DEIA en una entrevista telefónica.

Garrido se incorporó al Ayuntamiento en 1993 donde ha trabajado durante veinte años hasta que decidió abandonarlo. “Los problemas surgieron cuando empezaron a marcar directrices para elaborar pliegos de condiciones ad hoc. No solo a mí, también a otros compañeros técnicos en otras concejalías”, recuerda. Con el paso del tiempo las directrices se convirtieron en presiones directas, hasta que dijo basta. “Los que firmaban determinado tipo de informes se veían beneficiados con ascensos, pluses y otro tipo de prebendas. Al resto con que nos hubieran dejado en paz habría bastado pero el problema fue que cuanto más me oponía a pasar por el aro, mayor era la presión y más grande el acoso del alcalde”, subraya.

Fue entonces cuando se percató de que estaba ante algo más que una sospecha y constató que era el modus operandi de todas las concejalías del Ayuntamiento cada vez que había una adjudicación de por medio. Buena parte de sus compañeros funcionarios le dieron la espalda. El aislamiento y el acoso derivó en una depresión y la consiguiente baja laboral.

No se quedó en casa y aprovechó para reunir documentación sobre todo lo que había visto pasar por su oficina. Fue un año de investigación que se concretó en un dossier de 300 páginas que fue entregado a la Fiscalía. “Además, comprobé que el patrimonio del alcalde era infinitamente superior a sus ingresos”, precisa. Ahí arrancó la vía judicial de una de las piezas de la Gürtel que terminó sentando en el banquillo al alcalde González Panero, junto con Correa, Bárcenas y compañía. Pero ahí empezó también su martirio personal.

“Cuando presenté la denuncia con una lista de unas quince personas implicadas no sabía muy bien a qué me estaba enfrentando. Había nombres conocidos, incluso exministros de la era de Aznar como Michavila o Acebes. Yo esperaba encontrar chanchullos asociados a la familia del alcalde de Boadilla, pero también aparecieron otros alcaldes y empresarios de la Comunidad de Madrid”. Su relato de los acontecimientos es sosegado pese a la gravedad de las imputaciones y de las consecuencias que ha tenido todo este asunto en una vida rota por contar la verdad y las presiones y amenazas recibidas por ello en los últimos años. Llevó a juicio al ya exalcalde por acoso laboral y lo ganó, aunque el regidor interpuso recurso ante el Tribunal Supremo, que todavía no ha resuelto el caso, por lo que Garrido no puede recibir la elevada indemnización que le asignó el juez.

Tras ganar el juicio abandonó el trabajo, decidió no volver a un ambiente tóxico y dejó su plaza. Tuvo que alquilar su casa porque no podía pagar la hipoteca. Desde entonces ha vivido en un piso de okupa. Y lo que es peor, el acoso no ha cesado pese a dejar el ayuntamiento. “El modo de persecución cambió y se multiplicó. Llamadas anónimas, amenazas de muerte, intentaron echar a la cuneta el coche que conducía...”, relata sin acritud, resignada. Asegura que no ha pasado miedo pese a que ha tenido momentos muy duros. “Si tuviera hijos no lo hubiera hecho porque ya no es solo tu vida, pero al estar yo sola es diferente. Cada vez que he caído me he levantado”, afirma esta madrileña comprometida ahora con la Plataforma por la Honestidad y embarcada en su lucha por lograr una ley de protección al denunciante de corrupción.

esperanza aguirre No se siente una heroína sino una luchadora contra la corrupción fiel a sus principios. “Es una cuestión ética”, remarca, al tiempo que asegura que volvería a hacerlo, pese al alto coste personal que le ha ocasionado denunciar las presuntas prácticas corruptas de sus superiores. Preguntada sobre si cambiaría algo de lo que ha hecho, señala que preservaría mejor su anonimato. “Lo intenté pero no di con el mejor intermediario. Pague la inexperiencia. Acudí al sindicato Manos Limpias y su presidente, Miguel Bernard, lo primero que hizo fue contárselo a Esperanza Aguirre, por entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, que desde entonces se jacta de haber sido quien destapó la Gürtel. Aguirre logró zafarse y no está en el banquillo de los acusados. Con todo, Garrido confía en que el juicio de la Gürtel terminará haciendo justicia aunque, entre la satisfacción por el comienzo de la vista, sigue abrigando alguna duda.