Bilbao - La hoja de ruta se mantiene inalterable, toda vez que se lograron sortear las mil y una dificultades para llegar a la presidencia de la Generalitat. Con Puigdemont investido in extremis, y reforzada de facto la vía hacia la independencia, sin embargo las formaciones integrantes de Junts pel Si han comenzado a mostrar sus primeras diferencias. Lo han hecho, además, las dos formaciones que actúan de propulsores de la marca electoral soberanista. Más que el fondo de la cuestión, en la que coinciden, el debate se ha centrado en los tiempos. En la velocidad para aprobar un texto constituyente. Mientras Democracia i Llibertat (DiL) no ve obstáculos en aminorar el ritmo, su socios de ERC ya han advertido que 18 meses es “un tiempo razonable”.

Insertada en el núcleo duro de DiL, la consellera de Presidencia Neus Munté -a la que incluso se le incluyó en la terna de aspirantes de consenso para sortear el no de la CUP a Mas- tildó ayer de “absurdo” que el procés tenga un plazo definido en 18 meses porque “no por correr lo haremos mejor”. Sin renunciar a que finalmente se alcance ese escenario, vaticinó que encorsetar la legislatura a un espacio temporal definido puede resultar contraproducente, e incluso, “porque nos hará perder fuerzas y energías”.

Sin una mayoría cómoda que permite una declaración unilateral contundente, avaló que la verdadera urgencia pasa por “hacer las cosas bien hechas”, especialmente en lo referente a la desactivación de Catalunya con el Estado, ensanchando el campo independentista hacia otros sectores de la población catalana. En suma, repitió el esquema marcado apenas un día después de que Puigdemont fuera nombrado como president en sustitución de Mas. Soberanía sí, pero sin correr en exceso ni sin marcarse un límite.

De hecho, desde DiL ya han puesto sus miras en consensuar unos presupuestos en la Generalitat que permitan echar a andar al Govern, lejos de dirimirse en la diatriba de si son necesarios 16, 18 ó 20 meses para hacer nacer el Estado catalán. Munté consideró que poner en marcha unas cuentas apropiadas sería un horizonte “óptimo”, a la vista de que el apoyo de la CUP parece estar bien atado. El plan de choque en forma de medidas sociales -que entre otros preceptos desatascó la gobernabilidad para servir de base para aupar a Puigdemont a la presidencia- estaría trazado, si bien debe de ser refrendado negro sobre blanco y mediante cifras concretas. La consellera de Presidencia confía en hacerlo pronto. Esa posibilidad “está en la mente de todos”, confirmó.

Diferente es la visión de ERC. Y Oriol Junqueras, su presidente -y uno de los hombres fuertes de la Generalitat desde su atalaya de vicepresidente y conseller- ya ha lanzado un aviso. El escenario de una Catalunya independiente puede alcanzarse en 18 meses y el compromiso de la formación, que cuenta con un importante peso específico en el seno de JxSi, pasa por responder a la hoja de ruta trazada en ese lapso, que calificó como “un tiempo razonable”. Así lo expuso en una entrevista en el diario Ara, aunque especificó que tampoco desecha la opción de que la formación republicana sea laxa con los ritmos.

No en vano, son conscientes de que se enfrentarán a “enormes dificultades” para montar el andamiaje de las herramientas administrativas necesarias para fundar un estado propio, como puede ser la Hacienda o la Seguridad Social catalanas. Aún así, Junqueras estimó que el nuevo ejecutivo encabezado por Carles Puigdemont tiene una clara vocación por celebrar un referéndum que desconecte a Catalunya del Estado y, como paso posterior, redactar una Constitución propia que serviría de base para construir “un nuevo país”.

Ambas serían un decidido aval para que el procés, al que la CUP ya ha anunciado que se mostrará vigilante con actitud fiscalizadora para que el president cumpla los requisitos pactados, llegando además “hasta el final”. Así será para alcanzar ansiada meta a la independencia, como ayer confirmó a este periódico la diputada cupera Anna Gabriel.