donostia - La Policía española detuvo ayer en Donostia a dos personas que se encontraban en situación de tercer grado penitenciario por colaboración con organización terrorista y enaltecimiento de la actividad del Estado Islámico (EI). Según el Ministerio del Interior, los dos arrestados se encuentran cumpliendo condena por delitos comunes en la prisión de Martutene en régimen de tercer grado o semilibertad y aprovechaban los permisos para realizar esas labores de colaboración y enaltecimiento.
Los detenidos son M. M. de 24 años y de nacionalidad marroquí, y M. C. P., de 32 años y vecino de Zumarraga. Interior indica que las investigaciones comenzaron al detectar un grupo de jóvenes de origen magrebí que estaban siendo adoctrinados con los postulados del terrorismo yihadista en Errenteria.
Los agentes identificaron al marroquí M. M. como la persona que lideraba y dirigía la reuniones y comprobaron que en ese proceso de radicalización ya estaba inmerso el preso guipuzcoano. Al parecer, ambos aprovechaban los permisos penitenciarios para, ya en la calle, intercambiar contenidos de propaganda, adoctrinamiento y enaltecimiento de las actividades del Estado Islámico. Entre esos contenidos se encontraban grabaciones de atentados, ejecuciones, decapitaciones y entrenamiento de niños como yihadistas.
La Policía los detuvo al detectar que el principal investigado publicó en las redes sociales un vídeo en el que quemaba su pasaporte. Los especialistas antiterroristas apuntan a que este gesto constituye algo así como un ritual habitual de adhesión al Estado Islámico y que se puede ver en multitud de vídeos grabados por este grupo. Las fuerzas de seguridad consideraron entonces que M. M. se había convertido desde ese momento en una figura imprevisible, por lo que le fue revocado el tercer grado.
Morabeti llevaba en la cárcel desde el año 2010 por varias condenas relacionadas con hurtos principalmente, algunos de ellos con violencia. Las fuentes consultadas indican que estaba prevista su expulsión a Marruecos en el momento en el que terminase de cumplir su pena.
Los especialistas de la Brigada Provincial de Información de la Comisaría de Donostia comenzaron a seguir la pista al preso marroquí después de detectar que realizaba reuniones sospechosas con grupos reducidos de jóvenes en Errenteria. A estos encuentros acudía adoptando medidas de seguridad para evitar ser vigilado por las fuerzas de seguridad. Bares o bajeras eran los lugares de encuentro.
El propietario de la empresa siderúrgica en la que trabajaba el vecino de Zumarraga por su presunta vinculación con el Estado Islámico, está convencido de que el arresto “es una equivocación”. Se trata de un taller siderúrgico en el que trabajan 13 personas. Su titular decidió dar hace algo más de un año una oportunidad a M. C. P., un joven natural de esta localidad preso en la cárcel de Martutene.
Gracias al empleo en esta empresa, el arrestado disfrutaba de un permiso de trabajo y dormía todos los días en el penal donostiarra, aunque el empresario asegura que pronto iban a concederle el tercer grado penitenciario. “Me parece ciencia ficción, sigo pensando que es una equivocación”, declaró a la agencia Efe en una conversación telefónica el propietario del taller, quien definió al detenido como una persona “súper respetuosa, dispuesta y trabajadora”, que nunca había tenido conflicto alguno con sus compañeros.
El propietario de la empresa, que acababa de renovar por un año al detenido, explicó que durante el tiempo que ha trabajado allí no ha dado ninguna señal de que pudiera estar relacionado de alguna manera con el islamismo radical. “No salgo de mi asombro, sigo pensando que es una equivocación”, insistió el dueño de la empresa, quien creyó que “algo así se tendría que notar” y, sin embargo, nadie detectó ningún comportamiento extraño.
Tampoco entiende cómo ni cuando podía desarrollar el arrestado las actividades que le atribuye la Policía, ya que trabajaba en el taller como soldador de 8.00 a 16.00 horas y dormía todos los días en la cárcel. “Creo que no le daba la vida para tanto”, señaló, quien recordó que el acusado tenía gran afición por pasear los fines de semana por el monte y recoger setas. - Efe