bilbao - El catedrático Iñaki Esparza comenta momentos antes de la entrevista que el debate ha estado, está y seguirá estando de actualidad.

¿Cómo definiría usted el aforamiento?

-Hay una confusión entre el aforamiento, la inviolabilidad de diputados y senadores, y la inmunidad del rey. El aforamiento sería un cambio en la norma de designación del órgano jurisdiccional competente. Si lo detienen a usted en Bilbao por conducir borracho, el órgano que lo juzgue será el competente en Bilbao; pero si paran a un diputado nacional, lo juzga directamente el Tribunal Supremo, es una regla especial de determinación del tribunal que va a juzgar a alguien por ser aforado.

¿Quiénes son aforados?

-Para no entrar en listas, yo suelo decir que son las personas que ostentan las más altas responsabilidades del poder ejecutivo, legislativo y judicial, tanto a nivel nacional como a nivel autonómico, además de otros cargos como por ejemplo el defensor del pueblo y un largo etcétera. Por tanto, políticos y miembros del poder judicial sobre todo.

Parece que todos los aforados no tienen el mismo tratamiento.

-Lo regula la ley española y, además, cada territorio tiene su regulación. Esto no es simétrico. Por ejemplo, aquí en Euskadi el lehendakari fue llevado al Tribunal Superior del País Vasco. Sin embargo, en Nafarroa, su presidenta Yolanda Barcina fue directa al Supremo. Da la impresión de que no se ha desarrollado siguiendo un plan, es algo caótico. No tiene sentido, ambos son aforados pero distintos siendo el cargo más alto de su comunidad.

¿Crea problemas a la justicia?

-Genera disfunción en el sistema judicial. Imagínese por ejemplo en Valencia, donde hay muchísimos miembros imputados. El que lleva ese caso es el Tribunal Superior de Valencia, que no está diseñado para eso, sino para determinados recursos, para interpretar, dar coherencia, etc., y están investigando como un juez ordinario, no dan abasto, son menos y no están capacitados porque están especializados en otro tipo de cuestiones.

¿Es necesario que exista el aforamiento?

-Si a los ciudadanos ya se nos garantiza un proceso justo, eso no se puede mejorar, el Supremo no debe poder mejorar lo que pueda hacer un tribunal ordinario. El mensaje que se transmite es que el Supremo va a juzgarte mejor, si el principio de igualdad ya rige y dice que la justicia va a ser justa para todos...

¿Privilegio o no, tienen algún tipo de inmunidad o ventaja?

-El aforamiento no da inmunidad, inmune es el rey. Los diputados y senadores son inviolables para proteger su libertad de expresión en su condición, eso puede entenderse. Pero en el caso del aforado, por un lado podría pensarse que hay una cosa negativa, ya que pierden el derecho a interponer un recurso si van directos al Supremo. Teóricamente eso es así. En la práctica, pasa que, por ejemplo, en el caso de Barcina se tramitó en seis meses y encima se archivó. Entonces, los ciudadanos dicen: a mí déjame de recursos y que mi asunto se tramite en seis meses y no en seis años como le pasa a un ciudadano ordinario. Otro handicap puede ser la presión mediática, pero la gente querría ser juzgada por el Supremo, por tanto se está generando disfunción en el sistema.

Por lo tanto, usted cree necesario reducirlo o eliminarlo.

-No soy partidario del aforamiento porque no respeta el principio de igualdad. Yo me conformo con que estemos donde estamos, es decir, que estemos hablando de esto, la gente se va retratando, el PSOE no es contrario pero en el caso del rey se ha abstenido. Desde esa perspectiva se está generando cierta sensibilidad, sea cual sea el resultado final. Que sea una discusión sosegada en la que todos hablemos. Lo adecuado para mí es el modelo alemán, aunque también están Estados Unidos o Italia.

¿Qué le parece el aforamiento exprés del antiguo rey Juan Carlos I?

-Pone en evidencia que quieren darle un tratamiento vip, y que quieren hacerlo a cualquier precio. A mí me parece mal la finalidad, el sistema ya garantiza a todo ciudadano un proceso justo y desde luego el procedimiento no es el adecuado. Esas prisas hacen que la gente sospeche que hay algo que ocultar, que lo hacen por razones ajenas a lo que defiende el aforamiento. En Francia, su equivalente (en referencia a Nicolas Sarkozy) está declarando ante la policía y no pasa nada.