bilbao. ¿Cuál es el primer recuerdo de Joseba Goikoetxea que le ha venido hoy a la cabeza?

Me viene a la memoria su imagen. Una gran persona, pero es que, además, físicamente era un hombre grande. Era un abertzale convencido, que trabajaba por el país.

¿Era un ertzaina convencido?

Totalmente convencido. Él creía que merecía la pena montar todo aquello. Había dos patas clave del autogobierno, uno era el Concierto Económico y otro era la Ertzaintza.

¿Hay un antes y un después para la Ertzaintza tras el atentado?

Cambió todo. Por decirlo de alguna manera, con el atentado contra Joseba se abrió la veda. En aquellos años los objetivos de ETA estaban nominalizados, con nombres y apellidos, y Joseba fue uno de los primeros en estar señalado.

¿Como se produce ese cambio mental al ser uno consciente de que es objetivo de ETA?

Lo teníamos claro. Lepoan hartu ta segi aurrera. No había más opción.

Han pasado veinte años. ¿Qué hubiera pensado hoy Joseba?

Me viene a la cabeza la imagen del puente de Zubi Zuri. La simbología que se pretendía, cruzar el puente hacia una sociedad en paz. Mucha gente en este país lo desea. Gente de diferentes formas de pensar, de diferentes mundos, todos hijos de este país, hemos cruzado un puente. Seguro que Joseba ha estado cruzando hoy el puente con todos nosotros y con él Montxo (Montxo Doral) y otros muchos. Todos han cruzado el puente con nosotros.

En vida, ¿fue también una persona de tender puentes?

Yo creo que sí. Como he dicho antes, se relacionaba con todo el mundo. No escondía su forma de pensar y ser ante nadie. Creo que buscaba el acuerdo y el consenso.

¿Qué queda de él en la Ertzaintza?

Nos quedan muchas cosas. El proyecto de país, las ganas, el ímpetu que ponía en todo lo que hacía. El trabajo bien hecho. Es lo que él nos trasladó. Cuando hoy en día se dan cursillos de liderazgo, él era un líder natural.

¿Qué le dice el hecho de que el hijo de Joseba sea también ertzaina?

Me alegra. Le conocí siendo pequeño. Y siempre tienes una sensación extraña al ver al hijo de un amigo con el que nunca más vas a estar. ¿Sabes cómo le conocí? Estando Joseba enfermo me hacía llevarle papeles a su casa, seguía trabajando. Allí conocí al chaval. Lo que más llama la atención es que ha superado lo que le ocurrió y tiene futuro por delante.

En una entrevista que publicaba ayer DEIA decía que no puede sentir odio. ¿Ha existido odio en la Ertzaintza por sus agentes muertos?

No trabajamos nunca con odio. Sí que hubo momentos de rabia ante hechos muy duros, pero jamás ha habido odio. Entre otras cosas porque es algo que nos enseñó Joseba, lo que nos quiso trasmitir.

Ahora estamos en otro escenario.

Nos sentimos alegres y contentos de que este pueblo tenga un porvenir diferente al que nos tocó vivir a otros.

El trabajo no será igual al que han desarrollado en los últimos años.

Queremos volver a una Ertzaintza cercana al ciudadano. Estábamos ahí, pero había otros condicionantes. Queremos que esa cercanía se note.

¿Volver a lo que se pretendió en el nacimiento de la Ertzaintza?

Eso es lo que queremos. Estamos dando pasos importantes y se van a dar muchos más. Habrá que ir avanzando entre todos. Es apasionante poder participar en este cambio.