"El Capi" que preparó a los actuales dirigentes del PNV
BILBAO. Atutxa nació en Getxo en 1937, en el seno de una familia nacionalista, en plena guerra civil, una contienda en la que murió de 'gudari' uno de sus hermanos mayores.
Estudió y se hizo capitán de la marina mercante, una profesión con la que conoció multitud de países en una época en la que se viajaba poco.
"Siempre nos contaba la impresión que le dio meter el barco por los grandes lagos hasta el puerto de Chicago", recordaba hoy Iñaki Anasagasti.
Después dejó la navegación para asentarse en tierra, donde trabajó muchos años para una consignataria de buques, Marítima Candina, en Bilbao.
Así pudo dedicarse a la familia, compuesta por su mujer, Lourdes, y sus tres hijas, Itxaso, Amaia y Leire, y a su 'otra' familia, el PNV.
Trabajó hasta jubilarse porque, como hombre de la vieja escuela, nunca cobró un duro del partido, siempre vivió de su sueldo.
Pronto fue nombrado presidente de la agrupación de Deusto, donde vivía.
En 1988, fue elegido presidente del Bizkai Buru Batzar (el PNV de Bizkaia), hasta 1992 y luego repetiría en este cargo entre 1996 y 2000.
Su primer mandato estuvo volcado en los temas económicos, con el resurgir de la industria y el puerto de Bilbao tras la reconversión.
"Siempre decía que no había pueblo independiente si no conseguía ser independiente económicamente", ha recordado hoy el presidente del PNV, Andoni Ortuzar.
En el segundo, a partir de 1996 y hasta 2000, fue el encargado de hacer la transición entre los veteranos dirigentes que venían de la clandestinidad -tenía la confianza del todopoderoso Xabier Arzalluz- y la generación de Iñigo Urkullu, su número dos entonces y sucesor en 2000 al frente del partido en Bizkaia.
No fue un dirigente cualquiera: su carácter marcó a los entonces jóvenes Urkullu, Ortuzar o José Luis Bilbao.
Sus "discípulos" coinciden en definirle como un hombre "muy recto, de una pieza, de palabra", o "íntegro, metódico, valiente".
"Hablaba claro y sin rodeos. Fue un político de sujeto, verbo y predicado, sin ambages ni dobleces. Decía lo que pensaba y pensaba lo que decía", evocan de él.
Fue un presidente del Bizkai Buru Batzar "rígido, estricto, como lo necesitaban los tiempos", ha recordado hoy Koldo Mediavilla.
Unos tiempos en los que se rompió el pacto entre el PNV y el PSE que gobernó Euskadi durante buena parte de los 80 y 90 -una ruptura de la que Atutxa fue partidario-, se marchó José Antonio Ardanza y llegó Juan José Ibarretxe como lehendakari, y en los que hubo un atisbo de esperanza con la tregua de ETA llamada de Estella-Lizarra, luego rota.
"Emanaba autoridad y predicaba con el ejemplo", ha rememorado Iñaki Anasagasti.
En su línea poco diplomática, de los socialistas dijo que estaba "harto de mantener coaliciones con socios tan desleales y tan contaminados en todo tipo de procesos judiciales".
A los etarras, por su parte, les llamaba "asesinos ciegos y sordos".
Se ha marchado en su línea: sin dar que hablar. Pocos sabían que llevaba meses hospitalizado. Retirado desde hace años, este año su nombre había vuelto aparecer en los medios, indirectamente, cuando su hija Itxaso fue elegida por sorpresa presidenta del PNV de Bizkaia, el mismo cargo que dejó Javier hace trece años.
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