Gernika

ENTRE los 300 invitados que ayer acudieron a la Casa de Juntas a presenciar la jura del ya lehendakari, Iñigo Urkullu contaba con sus cinco pilares. Son los miembros de su familia. Una familia que ha mostrado su unidad estos últimos días y a la que el de Alonsotegi no ha dejado de enviar guiños. El pasado jueves al ser designado como lehendakari en el Parlamento Vasco dirigió su primera mirada a la grada en la que atentos, seguían la votación los Urkullu Arieta-Araunabeña. Su cara esbozó una sonrisa al encontrar a los suyos. Ayer, Urkullu recibió multitud de abrazos, pero ninguno como el de Flori Renteria, una emocionada, como el hijo, ama de lehendakari. El suyo, con beso de madre incluido, fue uno de los momentos más sentidos de la jornada y no pudo celebrarse en mejor escenario, a la sombra del árbol de Gernika.

Urkullu siempre ha tenido muy presente a su familia. Son su apoyo más íntimo. También ayer. Al ser preguntado por qué o quién se le pasó por la cabeza en el momento de la jura del cargo, el jefe del Ejecutivo vasco respondió a DEIA que "mi mujer, mis hijos, mi ama pero también mi aita". Un padre que "desgraciadamente hace muchos años que ya no está con nosotros", lamentó. Pero su recuerdo sigue muy vivo. Además, Urkullu recordó a "otros familiares", que junto a sus padres "me enseñaron una manera de ser persona y de sentir el compromiso". En ese compromiso, el lehendakari no estará solo.

Urkullu llegó al recinto foral acompañado de su esposa, Lucía Arieta-Araunabeña, siendo recibidos entre aplausos y aclamaciones por parte del numeroso público que esperaba en la puerta. También salieron juntos y de la mano. Ella ha sido uno de los mayores soportes del hombre que regirá el futuro de la CAV durante los próximos cuatro años. Ella, Flori y los tres hijos que tiene en común el matrimonio: Malen, Karlos y Kerman.