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La verdad de Ardanza

Ciudadano y lehendakari, el exdirigente del PNV repasa toda su vida en un libro que sirve para hacer una radiografía de la Euskadi de ayer y hoy "Es mi vida, lo que ha pasado", destacó el jeltzale

La verdad de ArdanzaEfe

Catorce años como máximo responsable institucional vasco y siete décadas como ciudadano de a pie. En un intento por contar su verdad, sin interpretaciones externas, el lehendakari José Antonio Ardanza presentó ayer Pasión por Euskadi (Editorial Destino), unas memorias que salen hoy a la venta en castellano y euskera, y en las que el actual presidente de Euskaltel repasa toda su carrera política y personal. Un claro guiño a sus hijos Nagore y Aitor que, según confesó el protagonista, poco menos que le obligaron a contar su historia para que otros no pudieran tergiversarla y así sus nietos pudieran conocer más allá del Ardanza cabrón, irás al paredón que los radicales le dedicaron en muchas paredes. "Los vascos hemos sido ágrafos, muy renuentes a escribir, y nuestra historia la han escrito otros", enfatizó.

La infancia en el caserío, los estudios en el seminario, los primeros pasos en política, la lucha en la clandestinidad, ETA, la escisión del PNV, su llegada a Ajuria Enea o sus relaciones con los principales líderes políticos, son algunos de los pasajes que Ardanza ha plasmado en sus memorias con la colaboración del que fuera su jefe de gabinete en Lakua, Bingen Zupiria. 527 páginas en las que el lehendakari desvela datos y anécdotas de la política vasca aún sin conocer y que no se pueden desligar de la actual coyuntura. Precisamente, sobre ETA y la posibilidad de que el ciclo de la violencia se cierre de forma definitiva en Euskadi, fue tajante durante la presentación del libro. "Añoré durante muchísimo tiempo estos momentos. Unos momentos en los cuales por fin ya la violencia no tuviera protagonismo en este país, donde por fin todas las ideas políticas pudieran concurrir al debate político. Es el ideal con el que yo soñé en mis catorce años de lehendakari. Cuando veo en estos momentos que realmente esta situación se está aproximando, y creo que estamos entrando sin marcha atrás, me siento enormemente feliz", enfatizó Ardanza, de cuyas memorias este periódico ha querido destacar tres pasajes por su carga simbólica.

La llegada a Ajuria Enea

De la sorpresa al compromiso

El niño de posguerra, tras su paso por el seminario y tras comprender que ser sacerdote no era su destino, comienza a palpar los compromisos políticos bajo el alias de Pimpinela en las filas de EGI. Tras la clandestinidad y el paso de los años, llegarían la Alcaldía de Arrasate y la Diputación foral de Gipuzkoa, desde donde da el triple salto mortal a Ajuria Enea. El reto, según confiesa, no era fácil. Llegaba para suceder a Carlos Garaikoetxea como lehendakari. Un "Garaikoetxeísta" convencido en el pasado se encuentra con un partido herido. Pero tira para adelante. Ni las advertencias de su mujer ni el vértigo inicial sirvieron. Pudo más la responsabilidad. "No podía creer que fuera yo, José Antonio Ardanza, la persona en la que se habían fijado para ser lehendakari. Me parecía imposible que hubieran dejado caer sobre mí semejante responsabilidad. Era lo más parecido a una pesadilla", señala el protagonista, que también reconoce que su orgullo le empujó a hacer frente a ese reto.Luego llegarían los acuerdos de gobierno con el Partido Socialista, una fórmula novedosa en aquel momento y a la que el propio Ardanza se opuso en un primer momento: "Yo no quería ser el lehendakari de una coalición con los socialistas: sabía que iba a suscitar fuertes críticas en sectores nacionalistas, incluso dentro de mi propio partido, y me temía que nadie iba a salir en su defensa. Por ello quise provocar el debate. Xabier Arzalluz, sin embargo, defendió con vehemencia que un partido nunca debía aceptar voluntariamente su paso a la oposición, y pidió el apoyo al acuerdo con los socialistas".

La lucha contra ETA

Las negociaciones de Argel

La lucha contra ETA y por la libertad ha marcado buena parte de la gestión de José Antonio Ardanza como lehendakari, pero también antes. Sus catorce años al frente del Gobierno vasco se saldaron con una cifra más que macabra: los trescientos asesinados que dejó la organización armada. Por eso, los intentos por lograr el fin de la violencia cobran protagonismo en el libro. Y aquí aparecen las conversaciones de Argel, donde el Ejecutivo de Felipe González negoció sin éxito con la organización armada. Unos encuentros de los que el lehendakari fue informado en todo momento: "La relación con Felipe permitió que desde Ajuria Enea pudiésemos seguir el día a día de aquellas conversaciones. El negociador designado por Felipe González tenía el mandato expreso de acercarse a Ajuria Enea, a la vuelta de Argel, e informarnos de todos los detalles de las mismas. No solo eso: hubo algún momento puntual en que se nos pidió que colaboráramos en dar forma a los documentos que el Gobierno intercambió con ETA".Sus pensamientos sobre la banda y su historia violenta son claros. "ETA no nació como un movimiento revolucionario, ideológicamente entroncado en el marxismo, sino que fue la consecuencia del abatimiento que el PNV vivió durante los años posteriores a la segunda guerra mundial, en plena dictadura franquista", asevera Ardanza en el libro, donde defiende la vigencia de los ejes centrales del Pacto de Ajuria Enea.

La relación con Xabier Arzalluz

La carta para no repetir

Ardanza desvela cómo el 3 de febrero de 1991, horas después de que jurara el cargo por tercera vez como lehendakari, envió una carta al entonces presidente del EBB, Xabier Arzalluz, en la que le anunciaba su intención de no presentarse como candidato del PNV en las siguientes elecciones autonómicas. Pero al final repitió como cabeza de lista y también en el cargo.Precisamente, la parte de la obra concerniente a los detalles de su relación con el expresidente del EBB es la que más comentarios puede suscitar: "Arzalluz tenía que haber pasado a la historia del PNV como uno de los grandes líderes que ha tenido desde su fundación (…). Pero no supo retirarse a tiempo, y después no ha sabido mantenerse al margen de las cuestiones del partido (…). Tal vez su soberbia le ha jugado malas pasadas".