donostia. El alcalde de Donostia por Bildu, Juan Carlos Izagirre, ordenó ayer la retirada del retrato del monarca español del salón de plenos del Ayuntamiento de la capital guipuzcoana por considerar que "no es representativo de la ciudad". En su lugar, el equipo de gobierno va a colocar una imagen más representativa de Donostia que será escogida de entre los fondos artísticos del Museo San Telmo. Tras conocer la decisión, los portavoces del PSE y del PP en el Ayuntamiento, Ernesto Gasco y Ramón Gómez, respectivamente, exigieron que se vuelva a colocar en el salón de plenos el retrato de Juan Carlos I.

El portavoz del PSOE aseguró en un comunicado que "la ley está para cumplirla, cuando nos gusta y cuando no nos gusta", tras lo que ha recordado que Izagirre "es alcalde con solo 8 de los 27 votos de la corporación, a la que ni ha consultado ni informado". Gasco anunció, además, que los socialistas pedirán en el primer pleno ordinario, que todavía no se ha convocado, "que se respete la ley". Por su parte, el portavoz del PP advirtió de que pedirá por carta al alcalde que vuelva a colocar el retrato del rey, ya que "no es serio que lo quite, porque la ley lo impide". Ambos hacían así referencia a un Real Decreto aprobado en 1986 que obliga a todos los ayuntamientos a colocar en un lugar preferente del salón de sesiones una efigie del rey.

En concreto, lo establece el artículo 85.2 del Real Decreto 2568/1986, de 28 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales. Textualmente, el epígrafe del precepto dice: "En lugar preferente del salón de sesiones estará colocada la efigie de S.M El Rey". Por la tarde, en una reunión en la que Izagirre recibió a decenas de miembros de asociaciones ciudadanas en el salón de plenos, ya no se encontraba el retrato de la polémica, que hasta hoy se encontraba colgado justo detrás del sillón del regidor. El alcalde no quiso realizar declaraciones sobre la retirada del cuadro, un retrato rectangular de más de un metro y medio de alto que, al ser retirado, ha dejado una ostentosa marca descolorida sobre la cortina de terciopelo granate que cubre la pared.