DONOSTIA. Aunque en un primer momento estaba previsto que las declaraciones de los acusados ocuparan las dos primeras jornadas de la vista que se sigue en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa contra estos quince guardias civiles, la negativa de todos ellos a responder a las preguntas de la acusación particular ha agilizado sus testimonios que han concluido esta misma mañana.

La Fiscalía no aprecia indicios de delito en cinco de los procesados, pero imputa torturas a otros cuatro y considera a los seis restantes responsables de otras tantas faltas de lesiones.

Por ello, reclama tres años para dos de los encausados (un sargento y un cabo), dos años para otros dos (un cabo y un guardia), y diez días de localización permanente para los seis restantes (dos tenientes, tres cabos y un guardia).

La acusación particular, que ejercen Portu y Sarasola, imputa a los quince guardias un delito de tortura en su modalidad agravada, entre otros delitos y faltas, por los que solicita condenas que van de 6 a 17 años de reclusión.

Durante la sesión del juicio celebrada hoy, los acusados han ratificado las declaraciones que prestaron con anterioridad en la fase de instrucción y han mantenido la versión oficial, según la cual las lesiones que presentaban Portu y Sarasola se produjeron durante su detención al intentar escapar y oponer una violenta resistencia al ser reducidos por varios de los guardias.

La Fiscalía y las defensas han interrogado a los procesados sobre dos momentos distintos del operativo: el instante en el que los miembros de ETA fueron detenidos, la mañana del 6 de enero de 2008, por una parte, y los posteriores traslados de los arrestados, por otra.

Los distintos agentes han ofrecido testimonios perfectamente coincidentes entre sí, según los cuales los Portu y Sarasola se dieron a la fuga casi al mismo tiempo cuando los guardias les pidieron que les mostraran las mochilas que portaban y en las que ocultaban dos revólveres y munición.

Entonces, dos guardias persiguieron a Portu y otros dos a Sarasola. A los pocos metros, el sargento que dirigía el operativo y un cabo "placaron" al primer miembro de ETA que cayó de cara al suelo de frente con ambos guardias encima, a pesar de lo cual el etarra intentó proseguir la huida agrediendo con "una violencia desmesurada" a los guardias, que se tuvieron que emplear "a fondo" para reducirle y esposarle.

Una situación similar se produjo con Sarasola, aunque los agentes que lo capturaron no se precipitaron sobre él sino que, tras una corta persecución, lo redujeron cada uno por un brazo y lo colocaron contra el suelo, si bien uno de ellos se situó de rodillas sobre él para colocarle los grilletes, ya que también se resistía.

Ninguno de los imputados que participaron en los traslados detectaron signos de violencia en los detenidos, salvo una rozadura y un enrojecimiento en uno de los ojos de Portu, y han asegurado que ni los maltrataron ni vieron hacerlo a ninguno de sus compañeros.

Han mantenido asimismo que no se desviaron de los trayectos marcados para torturar a los detenidos en un paraje forestal y en un río como mantienen las acusaciones, ya que condujeron a los terroristas directamente a los destinos marcados. La vista seguirá mañana con la declaración de Portu y Sarasola.