santander. Miguel Ángel Revilla es un hombre atípico. Hace gala de ser "de pueblo". Se autodenomina uno de los mejores embajadores de la anchoa, y recuerda con cariño su época de estudiante en Bilbao, en la facultad de Económicas de Sarriko. Se sintió halagado con el regalo que le ofreció DEIA, productos típicos de Euskadi, entre ellos unos pimientos verdes de los que dio buena cuenta por la noche. En justa correspondencia hay que señalar que nos obsequió con anchoas de Cantabria, las mismas que suele llevar a Rodríguez Zapatero y que también regala al taxista que le traslada a la Moncloa.
Su relación con Euskadi viene de lejos, de su época de estudiante.
A la hora de hacer una carrera, en Cantabria no se estudiaba más que para maestro, y mi padre me dijo que estudiara Magisterio, pero yo quería hacer Económicas. Para ello tenía que trasladarme a Bilbao, a la facultad de Sarriko. Le pregunté a mi padre si había dinero. Lo que le pedí es que cada mes me mandara 500 pesetas, aquel billete azul que ahora equivale a tres euros. Durante cinco años cada primero de mes me llegó el billete, por lo que siempre le estaré agradecido. Después tuve que trabajar de muchas cosas: camarero, hacer encuestas, vendedor de libros... La de pintxos que habré robado en las Siete Calles de Bilbao, pero eso no lo pongáis. Me conozco todo Bilbao y sus comedores populares. De aquella época recuerdo mi amistad con Txabi Etxebarrieta.
¿El militante de ETA?
Yo vivía en una pensión en la plaza donde están las escaleras para subir a Begoña [Revilla dibuja en un papel un plano de la Plaza Unamuno y las escaleras de Mallona]. Estaba viviendo en la pensión con un hermano de Arieta, el jugador del Athletic. La casa de Txabi Etxebarrieta estaba a doce metros de mi pensión, al otro lado. Estudiábamos ambos en Sarriko, y él venía a la pensión a estudiar conmigo o iba yo a su casa. Viví con él historias de todo tipo.
¿Jamás pensó que su amigo era miembro de aquella incipiente ETA?
Para nada. Recuerdo que cuando fuimos a hacer las pruebas para las milicias universitarias había que ir a Garellano a pasar los ejercicios físicos. Entre ellos había que saltar el potro. Él no pudo, pero entonces te ofrecían la oportunidad de hacer otro intento en el gimnasio de la facultad de Sarriko. Si no lo lograba, adiós a las milicias, y sería destinado a África. Yo le dije: "Txabi, no me digas que no eres capaz de saltar el potro". Y él, que no. El día que tenía que hacer la prueba nos fuimos a dar un banquete en un buen restaurante: ensaladilla rusa, un filete, dos huevos, postre y caña de cerveza. Todo por 25 pesetas cada uno. Intentó al final saltar y no pudo. Luego, después, me lo imaginaba con una pistola y recordaba que era incapaz de saltar al potro.
¡Qué tiempos aquellos!
Sarriko era de las facultades más politizadas, y allí le gané a Txabi Etxebarrieta unas elecciones para delegado de estudiantes. Jamás pude imaginar lo que pasaría después con él. Además, él no estaba fichado y yo sí. Me pillaron en una manifestación. Me detuvieron y se lo dijeron a mi padre. Menudo disgusto. Mi padre era un falangista de carné y camisa azul y mira, su hijo detenido.
Vamos, que se lo pasó en grande en su época de estudiante.
Recuerdo que los amigos tenían un MG y la de juergas que nos hemos corrido por todo Bizkaia con aquel coche. Hoy es el día en que muchos de los que estudiamos juntos, y después hicimos las milicias, nos seguimos juntando para comer. Hay uno que me acompaña siempre a la Bandera de La Concha.
Y es que el remo es su pasión...
Soy un fanático. Con 16 y 17 años hacía autostop para ir a La Concha. Para mí el espectáculo deportivo más grandioso de España es la Bandera de La Concha. Ni Montmeló ni nada de nada. La Concha es un rito.
Siempre acude con pañuelos de los clubes cántabros, pero decántese, ¿será aficionado de alguno en particular?
Voy a decir la verdad por primera vez. Yo quiero que gane cualquier trainera de Cantabria. Soy vecino de Astillero desde hace 20 años. Cuando Castro ganó su primera Bandera de La Concha, me eché al agua de la emoción. Pero del único club del que soy socio es éste [saca de su cartera un carné de Pedreña]. Es el único club de remo del que soy socio. Y me acuerdo cuando nos birlasteis la Bandera en 2005. Cuando triunfó Castro, salí de la trainera con la Bandera. Fueron 600 metros en los que me llamaron de todo. "Enano, que es mucha Bandera para ti", me decían. Acabé con todo el costado amoratado del palo, así que al año siguiente, en previsión de un nuevo triunfo, como así ocurrió, me preparé un artilugio para llevar bien colocado el mástil sin que me doliera.
¿Qué siente cuando le tachan de populista? ¿Le molesta?
Para nada. Yo hago lo que me da la gana, lo que me gusta. Yo participo en carreras de albarcas. Pero si yo he ido toda la vida a la carrera de albarcas de San Cipriano. Cuando me vieron, se extrañó más de uno, pero ya les dije: "sois tontos. Si toda mi vida he calzado albarcas". No tengo problemas con nadie. He estado ahora unos días en Canarias y pensaba que la gente no se iba a dar cuenta de mi presencia. Pues no, todo era: "Revilla, sáquese una foto con nosotros".
Ha popularizado la anchoa de Santoña.
Nadie ha hecho tanto por la anchoa como yo. Pueden estar contentos. Han vendido hasta las que se cogen en Marruecos.
¿Y distingue la anchoa cántabra?
En un programa de María Teresa Campos me hicieron la prueba, y acerté con la anchoa cántabra. Es verdad que la otra era del Mediterráneo y se notaba la diferencia.
Le hemos traído anchoas de Euskadi. ¿Sería capaz de distinguirlas en una cata?
No hombre, no. Que al final son anchoas del mismo sitio.
También ha hecho mucho en favor del gremio de los taxistas.
A ver. Cuando voy a Madrid para estar con Zapatero o a reuniones institucionales hago el viaje en avión y después tomo un taxi hasta La Moncloa o al sitio que tenga que ir. Yo creo que es lo normal. La noticia sería que fuera a caballo. Eso sí sería impactante, que el presidente de Cantabria llegue a caballo a La Moncloa. Pero que vaya en un taxi es lo más normal del mundo, ya que yo siempre suelo tomar taxis.
¿Qué dice del Racing?
Soy también futbolero, pero lo mío es el remo. Voy al palco de El Sardinero porque tengo que ir, pero cuando más contento estoy es cuando puedo ir a la grada para poder disfrutar del partido como un aficionado más. Aquí hemos tenido cada maula en el equipo... Unos caras. Y cuando lo dije salieron diciendo que no tenía que opinar, que les desanimaba.
¿No piensa que debe guardar las formas como presidente de Cantabria?
¡No te fastidia! Soy socio y puedo opinar de lo que me dé la gana. Faltaría más. Además de presidente de Cantabria soy socio y puedo decir que no me gusta el entrenador, que no me gusta cómo están jugando, que salen de noche y no rinden en el campo. Puedo decir todo eso.
¿Pero es políticamente correcto?
¡Que me da igual! A mí me tienen que juzgar si gobierno bien o mal o si se hacen carreteras, pero que me juzguen porque opino de fútbol... ¡Sólo faltaría eso!
Después del Racing, ¿qué?
Después del Racing mi segundo equipo es el Sporting de Gijón. La verdad es que mi pueblo está en la frontera entre Cantabria y Asturias, y hablo el bable. Me encanta cantar y he participado en muchos concursos de cante en bable. He llegado a cantar en un festival con Bustamante (David), pero ya no quiere. Tiene miedo a que le haga sombra.
Dice el tópico que los de Bilbao nacen donde quieren. Usted parece un bilbaino nacido en Cantabria.
Pues no. Soy cántabro, aunque, repito, he pasado años inolvidables en Bilbao.