LO mío no tiene remedio. Mis amigos me sugieren que, como buen pescador, vaya por la vida con las botas altas puestas permanentemente. Sería un incordio, pero en más de una ocasión me hubieran salvado de una situación de apuro. Uno de los que suele aconsejarme en tal sentido es Iñigo Camino, quien en más de una ocasión ha sido testigo de mis accidentadas incursiones por terreno resbaladizo. Anécdotas que, en más de una ocasión, han provocado instantes irrepetibles. Unos cómicos y otros tragicómicos.

Con un personaje en cuestión -cuyo nombre no daré para no pifiarla una vez más- tuve dos sucedidos casi consecutivos que, seguramente, hicieron que me eliminara de su lista de contactos. Recuerdo que le había hecho una entrevista para una publicación. Y que la cita para el encuentro se había retrasado ya que, además de lo apretado de su agenda, su mujer se encontraba embarazada, a punto de dar a luz. El hombre, con responsabilidades públicas y despacho que atender, saltaba de un lado a otro. Total, que la entrevista se hizo, se publicó, y tuvo su repercusión. Unas semanas más tarde, tuve la ocurrencia de volver a visitarle para felicitarle (pensaba yo) por el natalicio. Así fue pero, desgraciadamente, habían surgido complicaciones imprevistas, y el bebé no llegó a ver la luz. Mi sonrisa, ni qué decir tiene, se transformó en un tierra trágame. Pero no aprendí.

Meses más tarde -y aquí Camino fue testigo de excepción-, me encontré con la misma persona en la calle. Él, educado como pocos, se detuvo y nos saludó afablemente en plena Gran Vía bilbaina.

-¿Qué tal? ¿Hay alguna novedad por ahí?

-No -respondí-. Todo sigue igual. El tiempo, el Athletic? Por cierto, estos cabrones de ETA acaban de matar a un empresario en tal sitio. Le han esperado a la salida de la oficina, y la han pegado dos tiros los muy sanguinarios.

Un color se le iba y otro se le venía.

-¿Dónde? ¿En qué empresa? No sería fulanito?

-¡Ay, ama! (La jodimos otra vez.) Bueno? Ejem.. Creo que sí, pero bueno? Han dicho que estaba grave?

-Pero si es mi íntimo amigo.

-Bueno? No es seguro. Lo he oído en la radio, pero no me acuerdo bien del apellido?

Aquel hombre salió corriendo como alma que lleva el diablo. Sobrecogido. Impactado. Desencajado.

Por si fuera poco, mi información no era veraz. Había oído algo en la radio del coche y, afortunadamente, ni había víctimas ni el atacado era quien yo decía. Había sido un atentado felizmente fallido en una empresa diferente a la que yo había mencionado.

No me extraña que, a día de hoy, cada vez que aquel hombre me ve en la calle se cruce de acera a riesgo de ser atropellado. Es como para declararme persona non grata a perpetuidad. En otra ocasión, y tras los dos besos de rigor, me encontré casualmente con una compañera (hoy famosa) que compartía amoríos con otro colega (también famoso él). Habíamos coincidido meses atrás en un trabajo en Iruñea, y la pareja daba muestras de una estabilidad envidiable.

-Hola fulanita, qué guapa estás. ¿Cómo así por aquí?

-He quedado para hacer unas compras?

-Y Joseba (nombre ficticio), ¿cómo está?

-Estar, está muy bien, el hijoputa.

Oh, cielos, qué horror (de Leoncio León y Tristón). Joseba había sido cazado in fraganti con otro amorcito, y la estabilidad envidiable se había convertido en efímera hacía una semana. Malditas botas de pescador.

Como éstas, tengo una docena más de situaciones. La última, anteayer. Por hacerme el simpático, le dije a un vecino que su chaval, de ocho años, se parecía un huevo a su padre. Sonrió y me felicitó las pascuas. Luego supe que el niño era adoptado y que, siendo una tierna criatura, lo trajeron de Rumanía a Euskadi. Como diría mi madre, quien tiene boca se equivoca aunque yo, más que boca, puedo tener un buzón.

Si es de equívocos, que se lo pregunten al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero. Primero dijo que España "en los próximos años se acercará al pleno empleo" (hoy camina hacia los cinco millones de parados). Prometió "superar la renta per cápita de Francia en pocos años" (Oh, mon dieu). Aseguró a Newsweek (en septiembre del año pasado) que "la recesión en España será menor que en otros países europeos" (la economía española sigue en el fondo del pozo más profundo). Dijo que "España tiene un sistema financiero sólido y fuerte y es el único país desarrollado que no ha visto la crisis de un banco, y que no ha tenido que inyectar dinero público en el sistema financiero".

Y el último desliz lo cometió el pasado día 4: "Tengo plena confianza en la fortaleza y la solvencia de las cuentas públicas españolas y en su capacidad de recuperación económica". Los faquires tragasables jamás tuvieron que engullir tanto material y tan difícil de tragar como Zapatero. Alguien pudiera recomendarle para aligerar la digestión que comiera espárragos pero, a la vista del desaguisado, corremos el riesgo de que, puesto a ello, los ingiera con lata y todo.

Mi lamentable experiencia me lleva a portar las botas de pescador en el maletero del coche. A Rodríguez Zapatero, le recomiendo que incluya el equipo completo y, mejor que eso, un traje de submarinista.

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