bilbao. En un auto de 55 folios, el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, dictó ayer prisión incondicional para Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Arkaitz Torres y Sonia Jacinto, por un delito de integración en organización terrorista. Para Rufi Etxeberria, Ainara Oiz, José Luis Moreno, Mañel Serra y Amaia Esnal decretó la libertad provisional, estos tres últimos con una fianza de 10.000 euros. En su auto, Garzón sitúa a la líder de LAB, Ainhoa Etxaide, en la "comisión de coordinación" de la izquierda abertzale y afirma que trató con Otegi y Rafa Díez sobre la plataforma Bateragune, para la que habrían fijado "un nuevo objetivo".
Garzón asegura que Arnaldo Otegi era el máximo responsable de Bateragune, órgano que estaría integrado por ocho personas y que forma parte del "complejo terrorista" liderado por la banda. Otegi o Ronaldinho -este sería su nombre en clave dentro de este órgano- dentro de sus actividades estaría el conseguir "treguas encubiertas para Euskal Herria" de acciones de ETA, en cumplimiento de las directivas de ésta y -continúa el auto- para facilitar los contactos y aproximaciones con formaciones o agentes políticos y sociales que se muestren contrarios a la violencia.
Los detenidos mantuvieron su primer encuentro en la sede central de LAB el pasado 17 de abril, según señala el auto, que recoge más de una decena de encuentros de los presuntos integrantes de Bateragune. Entre los seguimientos que la Policía Nacional ha realizado durante los últimos meses a Otegi y el resto de arrestados, destacan varios viajes del ex portavoz de Batasuna hasta la localidad de Ezpeleta, "siguiendo extremas medidas de seguridad". En uno de esos desplazamientos, Otegi habría tenido una cita con el ex responsable del aparato político de ETA, Jokin Etxebarria.
Al margen de la actuación de Otegi, la resolución judicial detalla que en diciembre de 2008 -como ya adelantó DEIA- la organización armada elaboró un "proyecto de carácter político-militar en el que, junto a la acción terrorista", incluía la propuesta de una convergencia entre la izquierda abertzale y distintos agentes políticos y sociales soberanistas, fundamentalmente de EA.
Bateragune, que, según sostiene Garzón, debía estar listo en la primavera de 2010, "no tenía el objetivo de abandonar la violencia terrorista".