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Orlando Duque, el señor de los saltos

Con diez títulos mundiales, Orlando Duque es toda una institución entre los clavadistas

Orlando Duque, el señor de los saltos

Bilbao - Cuando Orlando Duque (Colombia, 1974) comenzó a saltar, Jonathan Paredes todavía no había nacido. Y ahora, 31 años después, ambos clavadistas se encuentran en lo alto del puente de La Salve para disputarse la segunda posición del circuito mundial. Desafortunadamente para ellos, la primera plaza ya tiene nombre, Gary Hunt, porque el saltador inglés ha llegado a la capital vizcaina con el título ya asegurado. Pero a Duque eso no le desanima, sino que admite la calidad de su rival: “Gary está compitiendo casi solo, está muy arriba en la clasificación y se lo merece. Lo ha hecho muy bien, es un fuera de serie”. Y es que el colombiano es de sonrisa eterna. De aquella que solo otorgan diez títulos mundiales y dos récord Guinness. Porque Duque es el veterano del Red Bull Cliff Diving, es el que más saltos ha protagonizado en toda su vida. Pero, ante todo, Duque es un hombre feliz. Cómo no serlo, si es el único clavadista del mundo que puede presumir de haber realizado la clavada perfecta -cuando en el año 2000, en Hawai, los siete jueces le dieron 10 puntos-. Por ello, su nombre fue ayer el más coreado a ambos lados de la ría. Los aplausos surgieron de la nada cuando se adivinó su larga coleta a 27 metros de altura. Y por ello es conocido como el señor de los saltos.

Pronto, muy pronto, comenzó Duque a hacer piruetas en el aire antes de zambullirse en el agua. Apenas era un niño delgado de 10 años, sin más preocupaciones que jugar al fútbol con sus amigos, cuando le picó la curiosidad por los saltos. La piscina le encantaba, pero el trampolín le hipnotizó. Su aptitud en este deporte le abrió muchas puertas, y su locura y su atracción por lo arriesgado hizo el resto. Ganó tres medallas en su primer torneo nacional, pero enseguida se cansó del convencionalismo de las piletas y se lanzó al reto de los acantilados. Fue precisamente este nuevo enfoque el que le facilitó pasar sin riesgo su servicio militar. Y así, como recompensa, él le dedicó el resto de su vida. El colombiano tuvo que emigrar a Europa para poder vivir de los saltos y cada día que pasa, no puede alegrarse más: “A mis 41 años, es increíble estar compitiendo a estas alturas de la vida y a este nivel”, reconoce. Porque Duque tiene más títulos que cualquiera en un disciplina, porque es la cara más reconocida del circuito de clavadistas y todavía admite tener cuerda para rato: “Quiero competir un par de años más con Red Bull, el mejor circuito del mundo de saltos, y luego, cuando me retire, intentaré seguir ligado a este mundo para luchar para que sea olímpico”.

Ahora, Duque está inmerso en mantener la distancia que tiene con Paredes para asegurarse la plata esta temporada: “La competición está muy interesante, estamos ambos separados por apenas 31 puntos y eso es muy poco”, reconoce. Sin embargo, la jornada clasificatoria de ayer transcurrió con más pena que gloria para el colombiano. Lejos de demostrar su mejor nivel y ensombrecido por puntuaciones más altas, Duque se vio relegado a un segundo plano al que no está acostumbrado. E incluso acabó con el tobillo tocado. Aunque eso tampoco le borró la sonrisa: “Me he visto bien, al final y al cabo es la última parada del circuito y el cuerpo sufre mucho. Puede que me haya reservado un poco para el gran día, pero realmente todo el mundo sabe lo que voy a hacer. Es lo que llevo haciendo todo el campeonato”, explica. Se refiere a su salto. Su sello de identidad. Un triple mortal con tres tirabuzones que le ha aupado al segundo cajón del circuito y que le ha llevado a ser, a la vez, el más veterano e innovador de todos sus compañeros.

Encantado con Bilbao Duque quiere acabar la temporada lo mejor posible. Y eso significa calarse hoy la txapela y asegurarse la segunda plaza del ránking mundial. Para ello, el clavadista colombiano tiene cuatro saltos por delante. Cuatro oportunidades para demostrar que merece seguir entre los mejores, aunque no haya comenzado bien su segunda presencia en la capital vizcaina. El botxo es, paradójicamente, una de la paradas preferidas del circuito para él: “Bilbao es increíble. A todos los saltadores nos sorprendió en la pasada edición cómo apoya aquí la gente. Por ello cuando nos comunicaron que la final del circuito iba a ser en Bilbao, todos nos alegramos. Al fin y al cabo, nosotros tampoco experimentamos todos los días esto de saltar delante de 50.000 personas mirando”. Así, esta tarde Duque tirará de carisma para ganarse al público, pero, sobre todo, de experiencia para llevarse la victoria.