Se equivoca quien piense que lo más duro del boxeo sucede en el ring, hoguera donde se inmolan de forma voluntaria los deportistas. No, lo más duro del boxeo acontece justo antes de esos minutos ígneos y justo después. Ahí emergen días, semanas y meses que conforman tundras solitarias y desiertos infinitos. Y hay que acostumbrarse a esos vacíos, saber llenarlos de vida y de argumentos. Kerman Lejarraga lleva un año ceñido a ese guión cambiante. Debutó en mayo de 2013 y se rompió la mano izquierda; peleó tres veces más, noqueando a casi todos sus rivales, y pisó el cuadrilátero por última vez en febrero, en Getxo. En esa pelea Kerman tumbó al nicaragüense Santos Medrano en el primer asalto, pero ese mismo golpe le condenó: se rompió la diestra. Los huesos de Lejarraga sufren la potencia de sus golpes, que no se corresponden con los de un welter. Una singular bendición que en algunos casos puede tornarse también en maldición.
La primera prospección médica diagnosticó un derrame de líquido sinovial junto al quinto metacarpiano (hueso que sostiene los nudillos), que estaba ligeramente desplazado. Las sucesivas revisiones indicaban que esta lesión había desaparecido, pero las molestias permanecían. Nuevos análisis detectaron fisuras en los huesos carpianos de la misma mano, y este proceso ha ralentizado la reaparición de quien está considerado como una de las sensaciones del pugilismo vasco y estatal.
Tras el combate de febrero, el marrazo de Morga descansó quince días y después retomó el gimnasio. "Empecé a entrenar fondo, a nadar, a hacer pesas, he hecho todo lo que se puede hacer sin golpear", asegura. Y lleva así casi tres meses. Ahora los puños del púgil vuelven a ser operativos y lleva diez días golpeando el saco. "Voy poco a poco, pero estoy muy motivado. Estoy haciendo callo y eso lleva su tiempo", afirma el joven púgil de 22 años. "Llevo semanas ejercitándome. Carreras, fondo, técnica, desplazamientos en el ring, golpeo? Trabajo con sparrings que rotan cada minuto hasta completar seis asaltos. Y ahora iremos subiendo asaltos", explica.
En el futuro tendrá que cuidar sus puños, pero el marrazo ya se aplica el cuento. "Tengo que dosificar mis golpes, elegir bien el momento de lanzarlos y también la intensidad. Además, estoy aprendiendo a mirar, a golpear desde más lejos y a dar pasos laterales", concluye.
Peleará contra Eloy Iglesias, un superligero (64 kilos) bien ranqueado que se estrenará en la categoría welter (66 kilos). El pleito es importante, según detalla el entrenador del de Morga, Txutxi del Valle: "Iglesias ha sido campeón de España y ha estado en la selección. Tiene una buena técnica y sabe desplazarse. Será una prueba de fuego para Kerman".