HACE unos años nos hablaba con pesimismo el ministro chileno, el Vasco Irureta, de lo que estaba viendo en su democracia cristiana chilena, hoy en crisis muy aguda. “Estamos en crisis porque nuestros dirigentes se han olvidado que la política es una vocación y no una profesión”. El tiempo le ha dado la razón. Nos puede ocurrir. La sociedad vasca comienza a estar anestesiada ante ciertas cuestiones. Y ha venido bien celebrar el 25 aniversario de la apuesta por la construcción del Guggenheim contra viento y marea, liderando la sociedad, frente a los profetas del desastre, no explicándose lo suficiente, porque los éxitos tienen cien padres, y las derrotas son huérfanas. Unos ganan la fama y otros cardan la lana y en este caso ha habido unos pocos que han cardado la lana y que no han sido lo suficientemente reconocidos. Que el Guggenheim es un éxito del país, sí, pero fundamentalmente de los hombres y mujeres del EAJ-PNV por haber tenido las ideas claras y el coraje suficiente para superar todos los intereses y palos en las ruedas que le pusieron al proyecto demostrando los obstruccionistas no estar a la altura de los desafíos. Y también un apunte. Colgaría del palo mayor a quien tomó la decisión de demoler la preciosa fábrica de la Compañía de Maderas (1908) con su airosa chimenea obra del arquitecto y primer alcalde nacionalista de Bilbao, Gregorio Ibarretxe. Desmontada y numerada hubiera sido hoy desde una necesaria biblioteca, una sala de usos múltiples y hasta un frontón. Reconstruirla sería una buena idea de campaña. Fue un inmenso error.

Cuando el PNV apostó por el Guggenheim había líderes con convicciones, en medio de aquella crisis tan profunda. El liderazgo está estrechamente relacionado con las convicciones. Los políticos no deberían andar pendientes de las encuestas y de su popularidad, sino proponer iniciativas para su sociedad y su desarrollo, aunque molesten a minorías muy activas. Un político tiene que tener el coraje de descontentar a veces para gobernar bien y que, como en el caso del Guggenheim, sean apuestas de futuro. Que ahora Maddalen Iriarte nos diga que hay que mirar al futuro, tras felicitar genéricamente al Guggenheim, está muy bien, porque lo que ella representa no puede mirar al pasado de este museo, en cuya inauguración ETA quiso fuera noticia mundial la muerte tiñéndola de sangre, lográndolo con el er-tzaina Txema Aguirre. Pero esta IA nunca reconocerá nada de lo bien hecho por el PNV, porque repito, fueron las gentes del PNV los padres de la criatura al estar en todas las instituciones y ser el eje del país. Ese es el papel de un liderazgo, aventurarse por un camino, a veces de sacrificio, para llegar a un objetivo. La gente entiende este lenguaje y no solo andar detrás de los votos y la popularidad con la eterna sonrisa de plástico, sino como corredores de fondo. Me gustaría volviera aquel espíritu innovador y arriesgado que premia el ser útil a ser importante.

¿Es lo menos nacionalista que han hecho los nacionalistas?

Cómo fue de verdad

Hubo mucho glamur en la celebración del martes 18 de octubre en el Guggenheim. Nada que objetar, sabiendo solo que el glamur es instantáneo, superficial y efímero y que había mucha pajarita en el atrio del museo con sonrisa Profiden que se opuso con beligerancia agresiva al proyecto que nació pese a ellos. Y faltaron algunos de los imprescindibles.

Alfonso Otazu y Pedro Ruiz Aldasoro están en el inicio. El primero capta la idea y en un encuentro con Ernest Lluch (asesinado por ETA) le oyen comentar que había habido algún intento para –en colaboración con el BBVA– instalarlo en Madrid pero la muerte de Pedro Toledo lo había frustrado. Ambos, Pedro y Alfonso, hablan con el diputado general de Bizkaia, José Alberto Pradera, y al insistirle que el enfoque era económico y en principio no cultural, Pradera se lo encarga a Juan Luis Laskurain, diputado de Hacienda y Finanzas, quien toma las riendas de aquella incierta iniciativa, entendiendo que es un asunto de gran interés, poniéndose en marcha y formando un equipo en el que está Juan Ignacio Vidarte, director de Política Fiscal y Financiera, que había sido propuesto para el cargo por Laskurain. Como se ha comprobado con hechos, fue un equipo de lujo. Los dos del PNV. En febrero de 1991 Juan Luis Laskurain le envía un escrito a Thomas Krens en el que le expresa el interés vasco por el museo y le propone iniciar formalmente las negociaciones. Laskurain viendo que el proyecto es de gran envergadura piensa que es imprescindible hablar con el gobierno del lehendakari Ardanza que lo acepta de buen grado y es Joseba Arregui, consejero de Cultura, quien se encarga junto a José Juan González de Txabarri y otras personas de su equipo el trabajar conjuntamente en la idea.

Tiene su importancia la figura de Juan Luis Laskurain pues en ese momento formaba parte del Euzkadi Buru Batzar y, lógicamente, da cuenta de todo el proyecto al EAJ-PNV, cuyo EBB está presidido por Xabier Arzalluz. Fue una conjunción de los astros al trabajar al unísono Diputación, Gobierno, Ayuntamiento y EBB para hacer frente a una oposición durísima por parte del mundo de la cultura, medios de comunicación, que ahora hacen especiales, y todos los partidos políticos en contra salvo el impulsor y sus gentes del PNV que se baten el cobre por la genial idea. Todos los implicados en hacerlo estuvieron solos teniendo que contrarrestar la opinión contraria que se va formando mediante artículos de prensa, debates, conferencias mesas redondas etc. El propio Laskurain con su doble sombrero de burukide y responsable de finanzas intercambia tres artículos con Ernest Lluch en El Correo Español y un debate con el propio Lluch en la sala Larrea, llena a reventar. La elección del arquitecto Frank Gehry y su novedosa propuesta se realiza en un hotel de Frankfurt con la presencia de Joseba Arregui, Ruiz Aldasoro, Vidarte y Laskurain. Optan por Frank Gehry siendo Laskurain quien se inclina por esa propuesta pidiendo hacerlo a Joseba Arregui. El alcalde de Bilbao era Josu Ortuondo quien con Ibon Areso obtienen la cesión de los terrenos, en tanto que Joseba Arregui sacaba adelante el compromiso del Gobierno Ardanza. Para Laskurain queda la Diputación, las Juntas Generales de Bizkaia y el EBB, ejecutiva donde se debate y se aprueba el proyecto casi por unanimidad, con un solo voto en contra. Luego llegaron las firmas, terminando la gestación del proyecto en febrero de 1992. Tras esto viene la construcción del museo y su posterior gestión y explotación, todo ejecutado de la manera más que brillante, superando todas las previsiones. De aquel impulso inicial y al pasar a la segunda fase de ejecución las personas anteriormente citadas no tuvieron nada que ver con excepción de Juan Ignacio Vidarte. Josu Bergara sucede a Pradera y Tomás Uribeetxeberria tiene que dar cuenta semanal en el desolladero de las Juntas Generales contra una oposición en pie de guerra. Fue un esfuerzo colectivo pero no hay que olvidar que fue la Diputación de Bizkaia quien más apostó por aquel platillo volante en medio de Bilbao como lo llamaron. O como dijo con prepotencia el crítico de arte, Kosme Barañano, ”es lo menos nacionalista que han hecho los nacionalistas”. Pues lo hicieron y ojalá el año que viene en campaña se ponga en valor. No saben que nacionalismo es igual a progreso.

El premio a Rodríguez Azpiolea

El premio Periodismo Vasco 2022, que concede la Asociación Vasca de periodistas a los informadores cuyo trabajo “ha sido ejemplo y orgullo para esta profesión” se le da este año a Rodríguez Azpiolea. Un antiguo Jefe de prensa del PNV al saberlo me comentó: “Es el premio al periodismo antinacionalista. O no le conocen o le conocen muy bien. Si no le conocen que pregunten a los que sabemos y si le conocen, se ratifica lo que digo. Y un Colegio debe ser lo más neutral posible”.

Yo le conozco de muchos años, nunca me ayudó en las denuncias sobre la Casa Real, omitiendo lo evidente y le he padecido en Madrid, durante décadas. Y lo que digo de él ahora, lo sabe, porque lo he escrito mucho antes, no me oculto y me parece un premio absolutamente inadecuado pues él, como suele pedir a los demás, no se ha retractado nunca del daño causado.

Luis pasó de Egin al Diario Vasco, y del Diario Vasco a El País. De ETA pm a Euskadiko Ezkerra y de Euskadiko Ezkerra al Partido Socialista. Y mi crítica no es por esta evolución, aunque tuvo en Donostia una actuación bochornosa. En 1981 HABE había creado clases para la enseñanza del euskera a personas adultas. Era una apuesta clara por la profesionalización del sector y por una oferta de corte académico. Y dentro del colectivo, se inscribieron, sin ocultar su profesión, policías nacionales. Aquello, para el grupo de Azpiolea, era intolerable y entre los alumnos que iniciaron una revuelta estaban antiguos poli milis, recién insertados y, gentes de Euskadiko Ezkerra así como periodistas como Luis Rodríguez Azpiolea, que terminó el curso y lo aprobó pero encabezó la gran protesta para que los policías nos aprendieran euskera con ellos. Lo digo porque más de uno le habrá leído el discurso contrario como periodista de El País, criticando duramente al nacionalismo vasco.

Rodríguez Azpiolea fue el gran ariete en El País durante años contra el lehendakari Ibarretxe y trató de hacerle el mayor daño posible y para ello se inventó una grave noticia. En las ediciones del 10 y 11 de julio sostenía que un significado miembro de la Izquierda Abertzale había avisado al lehendakari que ETA no cometería atentados en los días previos y posteriores al 27 de junio cuando en el Parlamento Vasco se debatió y aprobó el proyecto de ley de consulta. Aquello era un evidente juego sucio por lo que el Gobierno vasco se querelló contra él por ser una noticia falsa y por no respetar las leyes deontológicas del periodismo. El juez instructor Juan Antonio Toro ordenó archivar la querella. Como no podía ser menos, el auto argumentaba que la información no podía considerarse injuriosa. El daño estaba hecho, la sospecha lanzada pero también se había activado la malla de protección a la mentira puesta en funcionamiento. En una democracia normal, la querella hubiera prosperado. En España no. Rodríguez Azpiolea, cuando el lehendakari Ibarretxe tuvo que dejar Ajuria Enea, entre otras razones por las campañas de El País, escribió una nota de despedida a Ibarretxe absolutamente irrespetuosa. No tengo espacio para reproducirla.

Este es pues el premiado por la Asociación de Periodistas Vascos, a cuya nueva directiva saludé pensando iban a tener mayor rigor y un enfoque distinto. Me equivoqué gravemente. No pienso ir a la gala y me preocupa que para esta directiva Azpiolea sea “ejemplo y orgullo de la profesión” y persona digna de tal premio cuando hay tantísimos periodistas que lo merecen mucho más que él. l

* Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)