ÓMO calificar la democracia existente. Plena o, por el contrario, imperfecta, irregular, herida, de pena. Primero hay que definir qué es lo que debe ser un buen funcionamiento democrático. Un proceso en el que se incorpora de forma adecuada la voluntad política expresada por el conjunto de ciudadanos -el demos-, a la decisión final ejercida por el poder político -el cratos-.

Así, existe democracia cuando esa voluntad colectiva ciudadana pretende que el contenido político de la misma esté presente en la decisión política final y cuando esa última decisión política presenta una relación adecuada al contenido y volumen de esa decisión popular. Este enfoque procesual implica que hay que mirar tanto la existencia de democracia como su calidad, en cada momento del proceso.

El primer momento del proceso es el que se refiere a la manifestación de esa voluntad colectiva que pretende representar la voluntad de una comunidad determinada y que esa voluntad aparezca de alguna manera en la decisión política final. Existe democracia en este acto de manifestación de voluntad colectiva si a todos los que participan en ese acto de construcción de voluntad colectiva, desde la sociedad a la política, lo hacen en condiciones de libertad y de igualdad. Pueden ejercer la libertad porque son capaces. En el segundo momento, existe democracia si lo que es presentado como la voluntad de un conjunto de ciudadanos obedece a lo que verdaderamente ha sido decidido por ese conjunto. Se incorpora dicha voluntad colectiva a la decisión política ejercida por el poder constituido. La misma de antemano o inmediatamente después de la manifestación de esa voluntad, no es rechazado al acceso de la decisión política final.

Ahora es cuestión de ver si en la práctica funciona la democracia tal como la acabamos de definir en sus distintos momentos. Para ello, conviene operar con una serie de indicadores democráticos. Usaré el índice de The Economist Intelligence Unit, que es de los más conocido. Sintetizando el conjunto de estos indicadores, podríamos operar con cuatro bloques:

-El proceso electoral que contempla la capacitación en el ejercicio de la libertad, la igualdad y las no exclusiones. La existencia de una competición política justa y otras libertades vinculadas con la libertad política como el ejercicio de libertades, tanto la electoral como el ejercicio de la comunicación, expresión, asociación, etc, para el acercamiento a una adecuada relación de contenidos entre, por un lado, el conjunto de voluntades políticas ciudadanas y, por otro, las decisiones provenientes de los representantes políticos. Y también las libertades civiles y derechos humanos básicos definen la capacidad de cada país para garantizar el derecho de los derechos humanos y derechos de las minorías.

-La participación política, que mide los niveles de participación considerando la predisposición y práctica de la ciudadanía para contribuir e intervenir en el debate público, para involucrarse en partidos políticos y movimientos sociales y para acudir a las urnas con regularidad y con propuestas precisas de contenido político. Aquí, el ejercicio de las libertades dirigidas con los objetivos citados implica que los ciudadanos se constituyen en un sujeto político en la medida en que activamente proponen qué es lo que debe decidirse en el espacio político institucional.

-La cultura política y cívica. Las sociedades tiene señaladas las reglas del juego electoral y del juego democrático institucional. Cultura cívica en cuanto que su actitud frente a lo político consiste en sentirse en parte también miembro del juego político.

-Por último, calidad de funcionamiento democrático del gobierno en los procesos y mecanismos de toma de decisiones en el área institucional. No existen aspectos excluidos de la decisión de las instituciones democráticas y existe, por otro lado, una cadena engrasada democráticamente. En todos los niveles institucionales se tienen en cuenta las decisiones democráticamente tomadas de las instituciones correspondientes.

Y siguiendo el proceso, se trata de evaluar con estos indicadores el régimen político existente desde la perspectiva democrática. Tanto los indicadores correspondientes a la cuestión de la participación como en gran parte los de cultura política y cívica no nos llevarían a definir la democracia existente como una democracia plena, más bien parecería una democracia desinflada. Hay algunos que dicen hasta vaciada. Efectivamente, si analizamos el papel de los ciudadanos a la hora tanto de conformar una voluntad política como de llevar la misma a las instituciones a través de procesos electorales u otro tipo de canales, observamos que lo único que existe son estrictos procedimientos formales. No hay contenidos en esas demandas, en esos procesos electorales. No existe una conciencia colectiva definida por objetivos políticos, etcétera. Las guías de acceso a los procesos electorales son sin más el aspecto que tiene del individuo candidato o la consigna. ¿Cómo es posible otorgar la categoría de participación en la democracia a ciudadanos cuya única relación con lo político es votar a la majadera consigna de "libertad o comunismo"?

En segundo lugar, los indicadores ligados al ejercicio de diversas libertades, en el proceso electoral, y otros escenario políticos demuestran heridas. En este país, hay gente en la cárcel por mostrar su opinión política. En este país, hay políticos que han sido condenados y encarcelados por llevar a cabo actividades políticas pacíficas. Y algunos de ellos se han visto en la obligación de tener que abandonar el país para no ser castigados.

Sin duda, hay también restricciones en el ejercicio de derechos humanos, específicamente en derechos de minorías para ejercer su identidad. Y por supuesto, eliminación de derechos de inmigrantes para estar libremente en el territorio. Más heridas, más irregulares entrando ahora en el ejercicio democrático practicado desde el gobierno. En este país hay exclusiones temáticas. Hay temas que no pueden ser sometidos a decisión colectiva. Referéndum sobre transformaciones de los poderes territoriales, por ejemplo. También desde la dimensión del Estado hay poderes que tienen un peso en la gobernanza del país que no tienen origen democrático. Los de la Monarquía, sin ir mas lejos.

Habría que considerar si existen insuficiencias democráticas por el desequilibrio de poderes existente. Aquí, por ejemplo, habría que considerar hasta qué extremo, sobre todo la capacidad decisoria del poder judicial rompe a su favor el equilibrio democrático. Esto es, otorga más poder en algunas ocasiones a un poder que en el fondo no tiene un escaso origen democrático tal como las otras instituciones.

En consecuencia, y al margen de los epítetos que se utilizan por diversos políticos para la exaltación o descalificación de la democracia, parece bastante evidente que esta democracia no sólo es una democracia desinflada, una democracia en que ciudadanos, sociedad o pueblo no tienen un papel relevante en su desarrollo, sino que además es una democracia con insuficiencias, heridas, y pérdidas -algunas severas- en su funcionamiento. O sea que de plena… nada.