A geografía económica del conocimiento tiene su arquetipo en los clusters de actividad tecnológica y científica de alto nivel y alto valor añadido de las tradicionales tecnópolis estudiadas por Peter Hall y Manuel Castells hace ya veinticinco años. Más recientemente, la creciente importancia de la economía de la innovación en las áreas urbanas y los deseos de muchas empresas de facilitar mejores condiciones de vida al talento y know-how que intentan atraer a sus plantillas han venido generando la formación de distritos de innovación en muchas urbes del planeta.

Los innodistritos (distritos de innovación) son generalmente entendidos como áreas geográficas urbanas donde las instituciones y compañías de vanguardia se agrupan y se conectan con empresas nuevas, incubadoras de empresas y aceleradores. Los distritos de innovación compactos, accesibles al tránsito y con infraestructura de alta tecnología fomentan la colaboración abierta, promueven el agrupamiento del talento y ofrecen lugares atractivos para vivir.

En algunos casos, como el de Barcelona @22 o Zorrotzaurre, los innodistritos se basan en un esfuerzo de planificación e inversión dirigida por las instituciones públicas bajo la premisa de que estos distritos pueden ser herramientas eficaces para la regeneración urbana y el desarrollo económico.

La creación de un distrito de innovación "suele ser un intento de que la ciudad aproveche sus fortalezas y recursos para emerger como un centro de innovación en la economía del conocimiento", tal y como indica Sarah Carnes, de Georgia Tech.

Los distritos de innovación contienen activos económicos, físicos y de redes o clusters y siguen un modelo de triple hélice mediante el que los empresarios se vinculan con universidades y centros de investigación para promover ideas y prácticas innovadoras respaldadas muchas veces (aunque no siempre) por fondos gubernamentales. Las universidades, a su vez, crean nuevas oportunidades de investigación y desarrollo y promueven el aumento de ingresos.

El capital, la tecnología y el entorno construido constituyen activos tangibles en el desarrollo del distrito de innovación. La densidad intelectual, la innovación de impacto y las redes sociales y económicas son los activos intangibles. La proximidad física y la densidad pueden promoverse de forma planificada. Crear un espíritu emprendedor, sin embargo, exige también fomentar aspectos sociales, culturales y de comportamiento de crucial importancia, que tienen que ver con procesos sociales intangibles a largo plazo, como la calidad de la educación, la formación del liderazgo o la ética empresarial.

Entre los requisitos para la creación exitosa de distritos de innovación encontramos el valor de la colaboración entre los stakeholders y los inversores. La innovación más poderosa y efectiva se origina hoy día en la colaboración, el intercambio de ideas, la combinación de disciplinas y las estrategias de disrupción tecnológica.

La colaboración efectiva, multidisciplinaria y abierta requiere densidad intelectual (concentración de actores cualificados y talento), diversidad, estrecha proximidad, redes sólidas y asociaciones entre ciudadanos, empresas, laboratorios, instituciones académicas e inversores.

Por ello, la eficiencia de los innodistritos mejora si están integrados, o al menos alineados en metas y objetivos, en los sistemas de innovación regionales y nacionales, y si su planeamiento y gestión incluye stakeholders externos al propio ecosistema de innovación.

Los innodistritos se asocian a una cierta promesa de sostenibilidad frente a otras alternativas de desarrollo urbano centradas en la inversión financiera y la especulación inmobiliaria. Estas últimas aún se benefician de una estructura de incentivos claramente favorable que limita, por el momento, optimizar las posibilidades de las inversiones industriales intensivas en conocimiento.

En lugar de perseguir principalmente objetivos de crecimiento poco realistas a través de grandes proyectos intensivos en capital (por ejemplo, megaproyectos) las ciudades y regiones pueden optar por integrar sus iniciativas de innovación en su contexto local, historia y cultura.

Los innodistritos representan la urbanización de la economía del conocimiento en torno a los vínculos entre ciencia, tecnología, innovación y sostenibilidad y las promesas que albergan estas ideas y prácticas.

No todo es positivo, sin embargo, y no hay que dejarse llevar por el aparente resplandor de una idea o una estrategia. Conviene analizarlas cuidadosamente. Julie Wagner, de Brookings Institution, indica que los críticos ven los innodistritos como inútiles desde un punto de vista ecológico, inciertos desde el punto de vista económico, contraproducentes desde el punto de vista de los hábitos o incluso simplemente albergan falsas promesas en una era de incertidumbre y precarización.

Por ejemplo, la ubicación y el atractivo residencial de los nuevos vecindarios pueden generar nuevas presiones de vivienda que excluyen a algunas de las poblaciones desfavorecidas. La mezcla social no está garantizada de ninguna manera por la diversidad residencial. Los estudios sociológicos clásicos muestran que ni la homogeneidad social ni la heterogeneidad social garantizan que los individuos realmente socializarán.

Muchos distritos de innovación subrayan su orientación ecológica y de sostenibilidad medioambiental. Sin embargo, muy frecuentemente el enfoque de las relaciones ecológicas dentro del innodistrito refleja una estructura de gueto que funciona de forma aislada respecto del entorno exterior. Las sinergias deben proyectarse de forma reticular a las condiciones exteriores del medio urbano. Si el ecodistrito permite sinergias exclusivamente autoreferenciales, sus objetivos de desarrollo urbano y sostenibilidad quedan en entredicho, como ocurre, entre otros casos, en Masdar City (Abu Dhabi).

Supuestamente, los distritos de innovación tienen el potencial de restaurar la promesa de calidad de vida en los vecindarios, el valor de la sociabilidad, la solidaridad, la densidad y la identidad; se presentan así como proyectos sostenibles. Sin embargo, la compresión de la sostenibilidad que aparentemente promueven los innodistritos requiere un análisis cuidadoso.

El logro de la sostenibilidad medioambiental no garantiza en sí mismo la sostenibilidad de un innodistrito. Este objetivo ha de perseguirse de una manera integral y holística. Una forma de hacerlo es utilizar la noción de "múltiples factores de éxito" de Grunert y Ellegaard y tener en cuenta (1) la sostenibilidad medioambiental, promovida por la infraestructura sostenible y la creación de "zonas de desarrollo sostenible" en las que se integrarían los innodistritos; (2) la sostenibilidad en el diseño y la planificación del innodistrito; (3) la sostenibilidad (financiera y organizativa) en la gestión; (4) la sostenibilidad institucional, encaminada a la integración de todos los stakeholders relevantes; y (5) la sostenibilidad socioeconómica, a partir de un alineamiento estratégico de los objetivos del innodistrito con las políticas urbanas, regionales e incluso nacionales.

En uno de nuestros proyectos en curso proponemos que un innodistrito se puede definir como sostenible si se planifica y ejecuta para tener en cuenta la capacidad, la adaptabilidad, la resiliencia, la diversidad y el equilibrio de su ecosistema urbano. Consideramos la sostenibilidad como un proceso orgánico que incluye el medio ambiente, la economía y la comunidad: forma y eficiencia (factores ambientales en diseño, arquitectura, ingeniería y construcción), así como políticas (planes y prácticas urbanas que apuntan explícitamente a mantener y mejorar el bienestar social y económico de los ciudadanos).

Puede haber ventajas en la promoción de distritos de innovación en comparación con las estrategias de regeneración urbana dirigidas a la construcción de megaproyectos en la medida en que los innodistritos sirvan para fomentar los esfuerzos de desarrollo científico y tecnológico de ciudades y regiones.

El riesgo es que se conviertan, en un contexto urbano todavía neoliberal, en iconos elitistas de promoción de la innovación urbana. Replicarían así la no sostenibilidad de los megaproyectos y las estrategias de desarrollo basadas en la promoción inmobiliaria, residencial o comercial.

Los innodistritos, generalmente planificados como catalizadores del desarrollo urbano y la regeneración, pueden y deben usarse a nivel regional y nacional como herramientas para avanzar en las políticas de sostenibilidad. El resultado puede ser una optimización de resultados de políticas sostenibles debido a efectos sinérgicos multiplicadores. Desde esta perspectiva, la pregunta clave para futuras investigaciones sería cómo planificar y construir innodistritos que fomenten simultáneamente la sostenibilidad y la competitividad.

* London School of Economics y Massachusetts Institute of Technology