HACE unas semanas en este mismo periódico leía que un vasco figuraba en una lista de quince presidentes y directivos de las tecnológicas más importantes del mundo como Microsoft, Google, etc. Esto me ha motivado a escribir este artículo sobre su etapa de estudiante.
Hablaban de Xabi Uribe-Etxebarria, fundador de Anboto y fundador y director general de Sherpa, empresa creadora del asistente predictivo que compite directamente con los creados con Google y Apple. Xabi fue alumno del centro donde yo era director. Conozco bien a Xabi.
Estoy muy orgulloso de muchos cientos de alumnos/as que han pasado por Askartza Claret, pero hoy me vais a permitir que os diga algo de Xabi Uribe-Etxebarria. No voy a hablar de sus extraordinarios logros empresariales con los que se ha ganado el respeto de los grandes líderes mundiales, sino de lo que no se sabe de él, de sus valores humanos.
Empezaré por algo muy llamativo. El que probablemente sea uno de nuestros alumnos más universales fue expulsado temporalmente de nuestro centro. Sí, expulsado. Es algo de lo que no me siento nada orgulloso. Fue expulsado por esas actitudes poco “normales” que tiene un joven con inquietudes, que se salen de lo común y que, a veces, los educadores no sabemos valorar. En aquella etapa yo veía algo especial en él, era de los que se salen de lo “normal”.
Hablemos de su faceta humana. Me gustaría intentar definir a Xabi con palabras como carisma, rebeldía, brillantez, solidaridad, humildad y sinceridad.
Es una de esas personas que no te dejan indiferente, alguien con un carisma especial, con una enorme humildad, con valores muy profundos y con un punto de locura o genialidad que le hacen a una persona muy especial, carismática. Estoy seguro de que algunos no lo aceptarán y otros, los más, le admirarán. Sin duda, no le dejará indiferente a nadie.
La rebeldía que a veces la vemos como un inconveniente, en algunos casos nos oculta la genialidad, algo sobresaliente también en las distintas facetas humanas.
El mismo alumno que fue expulsado temporalmente es el mismo que fue capaz de aprobar dos cursos de Ingeniería a la vez, que se ha paseado por universidades como Harvard, MIT y que ya va por su tercera carrera, en este caso Arquitectura. Galardonado con innumerables premios en su corta trayectoria. Un alumno brillante. Todo ello sin perder de vista sus raíces y un gran amor por su tierra. Hoy es uno de esos vascos de los que nos hacen sentirnos orgullosos.
Ya entonces el carácter inquieto de Xabi le llevaba a participar en movimientos culturales de nuestra tierra (Euskadi), e incluso, transcendiendo fronteras, haciendo trabajos solidarios en la India con grupos de los intocables y otros muchos proyectos a los que apoyaba y apoya.
Y a pesar de los éxitos profesionales, expresa sencillez, igualdad y respeto para con los demás. Ejemplo de ello, con su permiso, es ver cómo pudiendo permitirse un coche de última generación lleva 16 años con el mismo coche. No necesita aparentar. Lo ves vestido y parece un empleado normal de un centro de trabajo.
Tiene un carácter especialmente sincero, transparente, transmite sus sentimientos, inquietudes, virtudes y defectos con una sinceridad pasmosa. Sin ninguna vergüenza. Esta es una virtud fundamental en un mundo donde prima la hipocresía, hacer la pelota a los de arriba. Eso no va con Xabi.
Si pudiéramos resumir en una la palabra, con todos sus fallos y defectos, es profundamente humano, y lo humano es lo más enriquecedor de una persona. Y ser humano está muy relacionado con el Evangelio y con Jesús de Nazaret. A pesar de que él diga no sentirse creyente, yo creo que es un buen cristiano porque intenta aplicar las enseñanzas de Jesús, sus ejemplos y sus actitudes, y eso importa mucho en la vida de una persona.
Dicho todo esto, y haciendo el mea culpa por errores cometidos en mi ikastetxe, hoy digo que ojalá hubiera más Xabis. El mundo sería más próspero, solidario, fraterno y justo.
Euskadik eta munduak behar zaitu.
Eskerrik asko Xabi, eta aurrera!