PP y el callejero de Bilbao: una óptica desde las Relaciones Públicas
FECHADA a día 10 del presente mes, el Grupo Popular del Ayuntamiento de Bilbao llevaba al pleno municipal del 26 una propuesta con un eco fulminante en la prensa de la semana: liquidar del callejero municipal los nombres de la líder comunista Dolores Ibarruri La Pasionaria, del general carlista Tomás Zumalakarregi y de Sabino Arana, fundador de EAJ/PNV. Tres personajes harto dispares tanto a nivel histórico como ideológico y quienes, según el PP, atendiendo a la Memoria Histórica, habrían de ser eliminados de presencia pública: la una por ser “partidaria de Stalin”; el otro, por haber bombardeado la Bilbao liberal; y el último, por ser “rancio racista” y “padre de ETA”. Tres personajes, iconos de tres ideologías.
No es de extrañar que la propuesta generase un escándalo en el ayuntamiento -de mayoría jeltzale- y otro tanto en periódicos afines a la izquierda, como Público, quienes se apresuraron a difundir la noticia tan pronto como llegó a sus redacciones. Todo en una tarde, en la que finalmente los de Luis Eguiluz, portavoz del Partido Popular en el ayuntamiento bilbaino, decidieron retirar la moción y admitir que el planteamiento era erróneo, pero el debate necesario. Objetivo cumplido: el eco había redundado.
Es evidente que la noticia ha hecho mella, sobre todo entre los jeltzales y en la variada familia de la izquierda, quienes han cargado duramente contra el PP. Sin embargo, y fuera de toda visceralidad, existe una estrategia de base que el partido conservador ha ensayado en la capital bizkaitarra y no es otra que hacer frente a un debate interno que divide a sus sorayos y margallos y sitúa a los herederos de Fraga en medio de una tesitura que hace poco más de una semana sonaba en los medios: el abandono de Aznar del trono honorífico del PP, y el sondeo realizado por el periódico El Español, que aseguraba que si el expresidente se presentara a las elecciones con lista propia, obtendría más de 50 diputados (El Español, 9-1-2017).
A todo ello se suman las críticas de empresarios valencianos, que acusan al principal partido del Estado de no ser ya liberal, a la que añado la que Jiménez Losantos publicaba el día 11 en El Mundo, tildando a los actuales dirigentes populares de “socialdemócratas” y de no abordar el problema territorial “con contundencia”.
Caballo de Troya El callejero bilbaino ha sido, pues, un pequeño caballo de Troya en el que viajan tres personajes, símbolos de las acusaciones del sector más a la derecha del partido azul: la izquierda, con Ibarruri (acusación “socialdemócrata”); el antiliberalismo, con Zumalakarregi; y el nacionalismo vasco, con Sabino Arana (referencia al conflicto territorial).
Los populares de Bilbao no pretenderían por tanto acometer una reforma en las calles de su ciudad ateniendo a la Memoria Histórica (cabeza del caballo de Troya) sino dejar la impronta en los medios de su ideario original en un momento muy concreto y siempre midiendo la reacción irritada de sus oponentes, tanto a nivel interno como externo, razón por la cual la moción fue retirada el mismo día de su presentación. Ya había cumplido su cometido.
Las relaciones públicas fueron definidas en su día por Edward Bernays como aquellas acciones llevadas a cabo por organizaciones e instituciones con el fin de establecer lazos amistosos con sus públicos, para con ello obtener el mayor rédito de los mismos. No en vano Bernays es el padre teórico de estas, y en este caso, un referente que explica la maniobra de los populares. Y posiblemente arrojará luz otras tantas que el Partido Popular dirigirá. En esta ocasión, sin duda, ha conseguido el efecto buscado en una ciudad donde casi todos los adversarios políticos del PP conviven contra él.