LA reciente publicitación (más que publicación ya que con ella se persigue un fin publicitario y no solo hacer públicos unos hechos) de los sueldos de los miembros de la Familia Real, así como de la distribución de los gastos de la Casa Real, suscita una serie de cuestiones sobre las que no está de más hacer unas breves consideraciones. Aunque solo sea para aportar un punto de vista crítico y distinto del que ha venido difundiéndose en los numerosos comentarios sobre la referida noticia en los medios del establishment, coincidentes todos ellos no solo en la valoración positiva de las medidas adoptadas sino también en subrayar las inequívocas muestras de ejemplaridad y de transparencia que comportan.

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