yA tardana, sorpresiva, necesaria, aquí y allá. Unos se van, otros se quedan, otros más brotan. Podar, no podar, salvar lo que se pueda y quien pueda, salvarse a uno mismo de la próxima quema política y asegurarse un puesto en la nueva situación, que de eso se trata, de asegurarse el puesto que te facilite la vida, a falta de mejores ideas y perspectivas de futuro. De todo hay, a derecha y a izquierda. No sé si es tiempo de jotas o de euskera, como dice Podemos en la publicidad política más desafortunada que se ha publicado en Navarra en los últimos años, pero sí es tiempo de que la ciudadanía sepa cuál es su programa concreto para no entusiasmarse consigo misma, es decir, con sus muy legítimas y necesarias ansias de cambio político y social, y verse al cabo burlada. Al margen de que el sentido estricto de lo escrito resulta revelador de lo que oculta, más incluso que de lo que dice, y de cuáles son las verdaderas intenciones de la dirección de esa formación política que cuenta con miles y miles de seguidores movidos por su hartadumbre y su desesperanza, sus miedos y sus daños ya padecidos, y su ilusión y ansia de cambio.
La oferta de ese cambio debe ya a estas alturas materializarse en algo más que en rifirrafes internos, espectáculo mediático y declaraciones públicas más desafortunadas unas que otras, como la referida a la bondad bancaria, cuando de lo que se trata es de cambiar el sistema bancario o cuando menos de tenerlo presente como objetivo político para que nunca más vuelvan a darse estafas generalizadas como la perpetrada por el Gobierno en el caso Bankia.
El injusto y bochornoso acoso mediático, político y administrativo que padece la formación de Pablo Iglesias no puede echar una cortina de humo sobre cuáles son las carencias políticas de la formación que dirige y cuáles son sus verdaderas y concretas intenciones políticas en materias como desahucios, creación de empleo, ayudas sociales, depuración policial y judicial, reorganización de la judicatura, derogación de todo el sistema legal urdido por el rajoyato en apoyo de su régimen, tanto económico como represivo, educación -reforma más allá de su gratuidad-, sanidad, concordato con el Vaticano, ejército, banca y Bankia, deuda externa, pactos internacionales, apoyo a Grecia en su nueva andadura política frente a la Troika, sumisión o no a esta, posición frente al tratado de libre comercio... y si dejo para el final el derecho de autodeterminación es porque creo que resulta prioritaria una refundación nacional, una nueva constitución que garantice una reorganización del Estado y un cambio de régimen, no ya de policial (el actual) a democrático, sino de instauración republicana, deficiencia esta en las movilizaciones de Podemos que hacen sospechar que la cuestión de la III República tampoco es para ellos una cuestión prioritaria. ¿Podemos acatando la monarquía? Cuando menos suena raro.
Derecho a decidir y el primero de todos es el de los ciudadanos navarros. ¿Dónde se deciden las cuestiones que afectan a los navarros, en Navarra o en Madrid? ¿Va a permitir Podemos un pacto tenaza UPN/PP/PSOE que les asegure la continuidad del régimen? ¿Está Podemos a favor o en contra de la disposición transitoria cuarta de la Constitución? Unas preguntas, sin más. Hay muchas otras y la ciudadanía ya se las hace temiendo que pueda convertirse en otra “cadena perpetua” como la que representa para los cambios sociales el PSOE, a día de hoy el más firme apoyo con el que cuenta la derecha.
Este de tantas podas es un momento delicado. Pienso en la esperanza de los cientos de miles movilizados alrededor de la idea de poder cambiar, de poder actuar. Sería un perfecto desastre que se quedaran con un palmo de narices o se les diera gato por liebre o congelado en lugar de fresco y que, como con auténtica fortuna decía un tuitero hace unos días, volvamos al amargo y desgarrado sentir de esta frase: “Si llamamos foie-gras a La Piara no veo por qué no vamos a llamar democracia a esto”.* Escritor