TENGO la percepción de que una parte importante de nuestro pueblo siente la necesidad de manifestar dos sentimientos con respecto a un gran líder del nacionalismo, a un hombre carismático por excelencia, a un hombre capaz de arrastrar masas con sus dotes oratorias, con frases que emocionan a muchos y que crispan a otros, a un hombre de ideales profundamente interiorizados, que sabe apostar y pelear, de ideas claras y con visión de futuro?, a ese hombre que es Xabier Arzalluz.

Nacionalista por conocimiento y convencimiento. Entre las razones que le impulsaron a Arzalluz a apostar por el nacionalismo, además del conocimiento y convencimiento a través del estudio y análisis de la historia, del tema foral, etc., hubo un hecho práctico que le motivó de manera especial y fue la persecución que se ejerció sobre el euskera. "Me sublevó cuando caí en la cuenta, retrospectivamente, de que muchos éramos euskaldunes; en mi casa solo se hablaba euskera; mis padres hablaban mal el castellano y, a pesar de que yo ya sabía leer, nunca había leído un papel ni había conocido un libro en mi lengua; sabía euskera y hablaba bien, pero no leía; tenía que leer palabra por palabra; era una lengua prohibida.

Eso es lo que me hizo decir: si lo persiguen como lo persiguen, esto no es Euskadi; eso me indignó mucho siendo universitario y me pareció una opresión muy fuerte, que no entendía cómo podía ser". Esta imposibilidad de llevar el idioma a todos los ambientes, como corresponde a una lengua, es lo que le autoriza a decir, "no les perdonaré nunca". Asimismo y a pesar de la mayor apertura en la utilización y extensión del idioma, muestra su desconfianza cuando dice: "Ya os conozco; vosotros, el día que podáis, otra vez lo haréis".

Se declara independentista y rechaza el abuso de poder que supone el intentar que unos sean como otros quieren. "Eso no puede ser. El día en que los vascos seamos independientes, creceremos como nos parezca a nosotros; no en la forma que tú quieres que yo sea". No se presta a tener que ser políticamente correcto, ni a entrar en el juego de que le digan cómo debe pensar. Como consecuencia de ello, el no aceptar o el no estar totalmente de acuerdo con lo que algunos manifiestan hace que "te confundan con el otro; significa que estás con el otro y no es verdad", pero "son las técnicas que usan".

Considera que debería haber un camino político entre Euskadi y el Estado español que lleve a posturas de acercamiento y de posible solución de problemas. "Yo pienso que cuando se habla de que hay que negociar, ellos saben a lo que vamos nosotros. Yo siempre he tenido claro que el PNV se ha fundado para crear un Estado vasco; otra cosa serán los tiempos y el cómo. Pero, ahora, que está toda Europa autodeterminándose y está pasando lo que está pasando, yo creía que era el momento en que también levantáramos el dedo y dijéramos, nosotros también" (afirmaba el 10 de junio de 2008).

La paz sin libertad tampoco es paz. Otorga una gran importancia, no solo a la recuperación de la memoria histórica, sino también a realizar un análisis de los hechos, "para que no terminen imponiendo su propia versión de las cosas". Por ejemplo y por lo que respecta a la guerra, la gente y sobre todo las personas jóvenes tienen que saber que fue una guerra en la que hubo un comportamiento determinado dentro de una serie de esquemas; que estos esquemas se mantuvieron en el país durante cuarenta años "y que todavía, hasta cierto punto, se intenta sujetar las cosas".

Durante ese período, lo que se vivió en España fue una lucha de clases contra clases, mientras que en Euskadi predominaron los grandes enfrentamientos familiares. Es decir, "Éramos de la misma clase, pero estábamos a muerte; lo de aquí, fue más duro". Teniendo en cuenta la gravedad de todas las guerras, le otorga una gran importancia a una guerra civil porque, "como abogado te diría que, los pleitos y las luchas entre hermanos son las más duras y aquí las tuvimos". Sin olvidar lo que pasó en el Estado español en general, destaca la división de los requetés por un lado y los gudaris por otro; gente, a veces, del mismo pueblo y de las mismas familias; una situación que, además, dejó una huella para el futuro.

Como político valora la búsqueda de un instrumento o de un camino que sirva para la mejora y mantenimiento de la paz, a pesar de que considera que aquí no ha habido paz desde hace mucho tiempo; es decir, aun sin estar siempre en guerra, ha existido una tensión muy fuerte y así lo demuestran las armas que se han seguido encontrando, en muchas casas, desde la época de las carlistadas. Desde entonces, no ha habido un Estado de paz, bien porque unos recabaran los fueros o porque los nacionalistas empezaran con el vuelco que les dio Sabino Arana, aunque al final con la misma idea, ya que el lema de las guerras carlistas, Jaungoikoa eta lege zaharrak, fue adoptado por Sabino, al que le dio su tono. Además, cree que no se trata únicamente de un tema de paz, sino de que la población tenga más o menos satisfechas aquellas necesidades fundamentales, como pueden ser "exigencias políticas, como las nuestras, sobre todo desde la caída foral". La paz es esencial, pero "la paz con hambre política de exigencias determinadas, que tú entiendes fundamentales para tu pueblo, tampoco es paz; paz sin libertad, no es paz. En los países comunistas, ¿no había mucha paz?; eso no es paz; estaban todos pisados".

Su gran interés por la historia y el conocimiento de los hechos, le da pie a decir: "No estoy de acuerdo en aceptar la formulación políticamente correcta que nos hace Madrid". Rechaza totalmente las muertes de ETA, "pero, de ahí a darle la razón al otro, tampoco". Cree que ETA tiene que terminar; que nos perjudica; pero también conserva muy bien el recuerdo de cuándo nació, cómo nació, por qué nació, quiénes eran y qué había detrás. Vuelve su mirada a su época de estudiante de Derecho en Zaragoza, donde tenía amigos y había personas que pertenecían a la organización. Era gente católica, creyente, con ideas avanzadas, con dinamismo cristiano, que tenía en cuenta además de los fusilamientos y encarcelamientos, el tema del euskera, el que se borraran de los cementerios las lápidas en este idioma, el que desaparecieran todos los libros, etc.; personas que pensaban que ante una situación como aquella y con la política del PNV, no se llegaba a ninguna parte y que había que empuñar las armas con técnicas nuevas y que se fueron por su cuenta. Más tarde y como suele ocurrir en este tipo de organizaciones que nacen y evolucionan, han llegado donde han llegado porque, a menudo, son los que se encargan de hacer los cambios los que adoptan posturas más radicales.

Hay dos cosas que Arzalluz debe saber. La primera, que una parte de esta sociedad siente una especie de "orfandad política" porque, se nota y se acusa su ausencia; no sobran las palabras ni los discursos de nadie, pero faltan los suyos; están todos los que deben estar en las fiestas y celebraciones, pero a menudo, no se cuenta con su presencia.

La segunda, que existe el deseo compartido de querer manifestar un sentimiento de reconocimiento hacia una figura que ha tenido tanta influencia positiva con su capacidad de negociación y firmeza en la cultura política vasca; que ha sabido trabajar en la clandestinidad; que ha priorizado la política anteponiendo a otros intereses personales y que tantos logros y aciertos ha conseguido en y para el PNV, hasta llevarle a cotas inimaginables en tiempos tan difíciles como los que le tocó liderar. Sirvan, pues, estas líneas, como muestra del agradecimiento y del cariño que, no solo se merece, sino que se le tiene.