EN la primavera de 1977, una parte de la autodenominada izquierda aber-tzale decidió marginarse del proceso de construcción democrática e institucional del país (con todos las imperfecciones que se quiera). Aquel mismo año se lograrían algunas de la reivindicaciones planteadas a la muerte del dictador: el arranque de un proceso autonómico y la amnistía. Aquel año, no quedó un solo preso vasco en las cárceles españolas. La vanguardia armada -ETA m- decidió imponer su programa a tiro limpio, un programa que desde entonces hasta hoy sigue sin conseguir (ni de lejos) el apoyo de la mayoría significativa de los vascos.

El principal problema a qué se enfrenta Sortu y la autodenominada izquierda abertzale es poder justificar con algo su estrategia de los últimos 36 años (36 urte eta gero hau). Todo ello coincide, además, con la asunción de responsabilidades de Gobierno (en Gipuzkoa). Eso sí: EH Bildu lo hace todo bien. Los malos son los del PNV que han dejado deudas por su "afición al cemento". Sin contar algo incuantificable como son las vidas humanas, ¿cómo se cuantifica la acción de ETA m en términos "económicos y de empleo"? ¿Cuántas inversiones se han espantado por mor del terrorismo? ¿Cuántos puestos de trabajo se han perdido debido a la acción de ETA? ¿En cuánto se cuantifica el "impuesto revolucionario"? Pero, claro, los malos son los del PNV. El mismo partido que, con otros (que no con la autodenominada izquierda abertzale), ha estado construyendo sobre bases sólidas un país con mucho futuro. Con sus aciertos y sus errores, claro que sí. Y al final resulta que han descubierto que ellos lo habrían hecho mucho mejor. Eso ya no se sabrá jamás. Sí sabemos lo otro. Que tras de sí han dejado un reguero de muerte y destrucción (responsabilidad de todos: los actores y los comprensivos con los actores).

La cuestión es que Sortu y la autodenomina izquierda abertzale están en muchas cosas empantanados en 1977. Siguen colgados de la brocha. El mundo ha cambiado, la sociedad ha cambiado y hasta la economía ha cambiado. La estrategia de meter miedo sigue funcionando en parte (hasta que deje de hacerlo): pintadas en batzokis, intentos de ocupación de propiedades privadas, infiltrados en consultas populares (a las que, por cierto, no toman en consideración), atribución a otros de la quema de contenedores? por si cuela. Luego está la cuestión de los presos y de los exiliados de ETA. Un conflicto que afecta, casi en exclusiva, a ETA y, en cierto modo, también a Sortu y a EH Bildu. Tendrán que reflexionar por qué esto es así. El futuro de estas personas no es algo que se encuentre entre las preocupaciones de la mayoría de los vascos, que lo único que esperan es el anunció de la disolución y la entrega de las armas. Al final del camino no se si habrá vencedores o vencidos, lo que es seguro es que es la historia de un enorme y trágico fracaso.

A medida que se alarga este proceso (agónico), Sortu y la autodenominada izquierda abertzale deberá esperar para cargarse de argumentos éticos. Como recordaba hace poco Koldo Mediavilla no están en condiciones de dar lecciones de ningún tipo a nadie.

Escuchando hace unos días a Hasier Arraiz, dirigente de Sortu, daba la impresión de que siguen con la brocha, marcando líneas y estrategias a los demás para ocultar su fracaso y, sobre todo, que siguen sin hacer los deberes. Quizá el más importante: dar argumentos a las organizaciones de tradición democrática para buscar soluciones a la cuestión de los presos, por ejemplo.

Y qué decir de la economía de verdad. Por un lado, han convertido las instituciones que gobiernan (en minoría) en apéndices sindicales (de sus sindicatos de cabecera). Pero de lo importante no se enteran. El alcalde de Azpeitia (EH Bildu) se lamentaba de que la crisis de la construcción estaba teniendo efectos muy negativos en la comarca. La misma en la que vivió y asesinaron a Inaxio Uria (por construir). Si de Bildu, Amaiur o la Diputación de Gipuzkoa dependiese, los dos grandes astilleros de Gipuzkoa estarían cerrados. Ahora, lo de imponer su santa voluntad a los ordiziarras que, de forma clara, han rechazado el 'PaP.'..

Pasarán aún muchos años antes de que se puedan hacer planes con Sortu y la autodenominada izquierda abertzale. El país que están diseñando no es con el que soñamos muchos. Con el que soñaba Uzturre.