SORPRENDE que el Banco Central Europeo vaya a mantener prolongadamente los tipos de interés bajos y sorprende más que la Merkel apoye esta medida y otras en la misma dirección que incentivaría la economía, como son el apoyo alemán a los programas de mercado laboral o la flexibilización de los límites del déficit. Lo chocante es que hasta ayer se nos vendía el ajuste puro y duro que genera recesión y paro? La explicación es que ahora ya estamos en la segunda fase, según la piloto alemán, y lo que toca es el crecimiento. Sin embargo, la deuda española sigue elevadísima, hasta el punto de que llegará al 100% del PIB en 2014. Por si fuera poco, la banca aún debe digerir la mitad del riesgo expuesto al ladrillo por lo que el crédito a las pymes ni está ni se le espera. La economía productiva se ha estancado en su competitividad mientras que las entidades financieras siguen con problemas de solvencia.

De este panorama se salvan las exportaciones y que los agentes privados se desendeudan. Pero incluso los datos aparentemente buenos (como el histórico descenso del paro en junio) no lo son tanto. Si se escarba, se observa que se han firmado 100.000 contratos menos en fechas similares al 2012 y los contratos fijos se reducen aún más. Y no puede servir de consuelo o maquillaje que aquí estemos mejor que en Andalucía o Portugal.

Tampoco hay que olvidar que frente a la milonga de que estamos en una moneda única, lo cierto es que las empresas se financian en función del Estado al que pertenezcan, no del conjunto de la Unión Europea; esto impide la recuperación de aquellos que soportan mayores interesas de deuda, como es el caso de los países del sur de Europa. Sin olvidarnos de que se mantiene el rechazo alemán a la unión bancaria europea porque quien dirige la política macro está a miles de kilómetros de aquí. Así las cosas, de repente, la UE decide abrir la mano anunciando una segunda etapa en la que apuesta por incentivar el crecimiento al encontrarnos supuestamente en una segunda fase, sin que nadie explique qué es lo que ha cambiado a mejor tan significativamente, sabiendo que la expectativa de crecimiento inferior al 1% en los próximos 18 meses no permitirá la creación de empleo neto.

El verdadero objetivo final creo que sigue siendo desbastar el Estado del Bienestar porque nadie con mando en plaza se le ocurre desactivar esta política estructural injusta. El capital manda y está deslocalizado por globalizado, pero si no se hace nada, no sirven las lágrimas de cocodrilo de Angela Merkel quejándose de que los grandes ricos no están siendo responsables con su dinero.

Algunos explican la flexibilización anunciada por Draghi y bendecida por Alemania ante la cercanía de las elecciones alemanas; otros argumentan que la razón de esta flexibilizaciones por el insostenible nivel de tensión social que está generando la codicia y las contradicciones del sistema en forma de paro y exclusión social. En realidad, pueden ser verdad ambas cosas pero, en el fondo, estamos inmersos en esta especie de aporía de zanahoria y palo que esconde una aparente flexibilidad donde no se persigue otra cosa que darle otra vuelta a las reformas estructurales que en esta anunciada segunda etapa fantasma tiene su alto precio a pagar por facilitar la reactivación económica, siempre anunciada a la vista pero que se mantiene igualmente inalcanzable.

No son nuevas las fórmulas del palo y la zanahoria. Ya existían en la Grecia clásica, familiarizada como estaba con círculos viciosos o dialelos insolubles cuando dos circunstancias son a la vez causa y efecto. Pero entonces se denunciaban como problema, mientas que ahora se nos ofrecen como solución. También entonces se tenía en alta estima al pensamiento, mientras que ahora han borrado hasta la ética del currículo escolar.