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Bien utilizados

LA prensa de este domingo recogía una información sobre la actualización y renovación en la imagen de la firma distribuidora vasca BM con una rediseño de sus logos y, al mismo tiempo, daba cuenta de la nueva estrategia de la cadena apostando por el producto fresco, producto local y cómo no, personalizando esta apuesta en la imagen de una baserritarra, Mila de Lemoiz, para más señas. Recientemente comentaba la nueva estrategia de Eroski, que está reorientando y rediseñando un buen número de establecimientos bajo el paraguas Eroski zurekin y apostando por el producto fresco, local y de calidad, a poder ser, certificada.

Las campañas en sí me parecen un acierto total y responden, en gran parte, a lo que vienen reclamando los productores locales al comercio y a las cadenas de distribución de raíz vasca como son Uvesco y Eroski. Un compromiso con la tierra, real, sostenido en el tiempo y no propagandístico puesto que son numerosos los casos en que los baserritarras son utilizados como la nota folklórica o la txapela que euskalduniza todo lo que toca y da un tinte de país a aquellos que, muchas veces, no lo tiene.

Valga como ejemplo el caso de una quesera con una imagen corporativa que confunde al consumidor puesto que, elaborada con leche de otras latitudes, sigue sin pagar la leche recogida a muchos pastores en la primavera del 2012 y, apretando una vuelta de tuerca más, les plantea un calendario de pago que dilata en un año lo que ya está, actualmente, dilatado en demasía. Qué decir también del cordero del país que recogían en letra mayúscula las pizarrillas de un centro comercial cuando, en letra minúscula, emulando la letra pequeña de los contratos, especificaba que el cordero era del País de Gales. Es por ello que los baserritarras y los que andamos en su alrededor tenemos motivos para desconfiar en cierta manera de campañas donde el baserritarra es utilizado como reclamo ante el consumidor como garantía de autenticidad, de proximidad, de calidad, de lo nuestro...

En primer lugar, por la experiencia de estos últimos años, en los que la insensibilidad para con nuestro sector, exceptuando las lógicas y pertinentes excepciones, ha sido patente y manifiesta.

Desconfiamos, en segundo lugar, porque apuestas por lo nuestro han sido campañas puntuales y muy limitadas en el tiempo y, en muchos casos, provocadas como reacción ante algún agente externo, también, puntual.

Desconfiamos, en tercer lugar, porque ahora que todas las encuestas sobre tendencias de consumo apuntan a un incremento de las marcas blancas y de los productos más baratos puesto que el precio es casi el único factor tenido en cuenta por el consumidor, observamos un golpe de timón al menos en lo que se refiere a la alimentación, por lo fresco, por la calidad y por lo local.

Dicho lo dicho, la pregunta que me surge en estos momentos es si estas apuestas son sincera y obedecen a planteamientos de fondo y a largo plazo o si, por el contrario, obedece a un reposicionamiento forzado por la llegada de Mercadona. Las cosas no suelen ocurrir por casualidad y en este sector, aún menos. No obstante, todas las firmas deben saber que los baserritarras estarán encantados de trabajar con ellos, de coparticipar en sus nuevas estrategias, de que les utilicen en sus campañas propagandísticas pero, eso sí, lo único que reclaman es que la apuesta sea auténtica y no una campaña parapeto para contener lo que se prevé como el tsunami de Mercadona. A unos y otros, les animo a que apuesten por nuestros productos y en especial a que apuesten por nuestra carne de vacuno. Los productores están al límite, desanimados, con unos beneficios equivalentes a las ayudas europeas y es necesario, más que nunca, que la distribución tire de la demanda ofertando a sus clientes una carne de vacuno de calidad y del país, eso sí, pagando al ganadero lo que se merece.

Dentro de unos meses sabremos si tengo motivos para la confianza o si, por el contrario, tendré un cuarto motivo para la desconfianza.

Sí, han leído bien.