Desilusionantes delegaciones del Gobierno vasco
LAS tecnologías modernas nos permiten acceder a la documentación con una rapidez inusitada. Ya se puede acceder directamente a los documentos originales de un acto o visualizarlo en el mismo momento en que se celebra. Ello me ha posibilitado hacer un seguimiento de la política exterior del Gobierno vasco y de los diversos documentos que al respecto se han publicado. Las distancias geográficas, por lo tanto, no son impedimentos, al menos para mí, para interesarme diariamente de la realidad política vasca y de sus repercusiones, especialmente, en la proyección de las Colectividades vasco-americanas en su entorno social. Confieso que lo hago diariamente porque me siento vasco, aunque no afiliado a ningún partido político.
No puedo ocultar que el acceso del PSOE al gobierno me inquietó bastante. Quizás tenía mis prejuicios por actitudes de algunas personalidades en el pasado. Estas referencias históricas impidieron, en parte, que las esperanzas del "cambio de Gobierno" me motivaran a pensar que las nuevas políticas mejorarían la proyección social de nuestras instituciones en América. Entiendo que las políticas sólo pueden considerarse como buenas si logran mejoras sociales, pero éstas no se dan sólo porque haya cambios políticos. Me reafirmé en mis prejuicios ante las declaraciones del lehendakari aduciendo que las delegaciones carecerían en el futuro de sesgo político e identitario y que su objetivo prioritario sería la promoción económica de Euskadi.
No sólo no se lo creí, sino que me pareció imposible vender en el ámbito internacional la marca de un país, la marca Euskadi, sin unos mínimos signos de identidad aceptados por todos. Menos mal que uno de los delegados reconoció todo lo contrario en su reciente comparecencia en el Parlamento Vasco cuando dijo que las delegaciones son "importantes no sólo en su vertiente económico comercial, sino también para nosotros como Partido Socialista… El País Vasco tiene una personalidad, tiene una identidad y esa personalidad y esa identidad tiene que trasladarse al exterior con sus características y trabajo".
Posteriormente, se dio la incongruencia de los nombramientos: el perfil de los delegados es preponderantemente ideológico y no técnico-empresarial (y aún así, al menos desde el Cono Sur, no se puede entender por qué aun no se ha nombrado el delegado para Estados Unidos, Canadá y México). Me ha llamado tan poderosamente la atención el contenido de sus intervenciones por estos países latinoamericanos que he sentido la necesidad de contrastar mis opiniones con representantes de directivos de Centros Vascos de otros países. Me han respondido amablemente con frases que me resultan penosas pero que, referenciadas a modo de ejemplos, muestran que alguien se confundió en sus nombramientos: "Es lamentable en un delegado de Gobierno entregar a un Parlamento un informe en esas condiciones", "pienso que a nosotros nos han mirado en menos cuando nos envían a alguien de sus propias filas que de alguna forma o razón les incomodaba allí", "creo, como dicen en el campo, que a pesar de todo no tiene la culpa el chancho, sino quien le da el afrecho" o "No hay en toda la intervención ninguna rendición de cuentas ni proyección de presupuestos de negocios vascos aquí. Solo generalidades. Cuando uno es turista no piensa en rendición de cuentas de lo que no hizo".
Por aquello de la constancia (¿terquedad?) vasca, proseguí interesándome por los documentos de la Lehendakaritza. Accedí, aunque muy tarde, a la que tenía por objetivo exponer las estrategias políticas de Acción Exterior. Aún hoy me resulta increíble que fuera un documento redactado por una consultora, según se me indicó. Es un documento de corta y pega, donde en mi opinión no se definen con claridad ni los objetivos, ni las estrategias, ni los indicadores de medición de las previsiones, ni los medios económicos y humanos.
Con este punto de partida en una legislatura definida, aunque me parezca una ironía, como "de cambio", los resultados expuestos en las sendas intervenciones de la comparecencia en el Parlamento Vasco, me hacen pensar que no podían ser de otra forma. Hasta intento ser comprensivo porque la culpa reside más en quien los nombró y los dirige. En cualquier caso, lo que no me parece nada aceptable es que sus exposiciones no correspondan a la verdad: No es verdad que la relación de las delegaciones con los Centros Vascos sea buena; no niego que no sea educada, pero de ahí a que nos sintamos bien acogidos, a que seamos tenidos en cuenta para las proyecciones de Euskadi en el ámbito de nuestros países, a que seamos informados, a que se nos reconozca y se nos respete en nuestros planteamientos institucionales sin ser utilizados para intereses políticos determinados, hay una gran diferencia.
Ni siquiera contamos con un proyecto, uno, de cooperación al desarrollo como el que promovió el gobierno anterior para la formación técnica de nuestra juventud argentina, que tan exitosamente funciona aún hoy. La mayoría de las veces ni siquiera nos hacen partícipes de la información; el correo que se me remite desde Colombia respecto a los proyectos de cooperación dice textualmente: "¿5.200.000 euros en cooperación? ¿En qué se los gastó? No tenemos ningún conocimiento". ¿Por qué será que no se colabora con las Euskal Etxeak en la proyección y desarrollo de programas de cooperación y de solidaridad? No lo entiendo, al menos desde estas latitudes del Cono Sur.
Y, como empresario, entiendo aún menos que se afirme que se trabaja estrechamente con las asociaciones de empresarios vascos latinoamericanos -Emprebask- citando alguna aislada reunión y no los programas desarrollados. No los pueden citar, porque no los tienen. Ocultar la verdad, mentir y descalificar son tres actitudes totalmente reprochables en cualquier persona y mucho más en los políticos. No se puede degradar la capacidad de nuestras Euskal Etxeak con afirmaciones como "jamás la Euskal Etxea hubiera logrado… si no hubiera estado la delegación del Gobierno vasco". El propio delegado que lo afirmó sabe que lo que dice es mentira porque el proyecto fue definido y gestionado en su origen por la propia Euskal Etxea. Como es mentira la afirmación de que el último terremoto de Chile dañó el Centro Vasco de Valparaíso y que por ese motivo se les ha subvencionado con más de 160.000 euros para la adquisición del nuevo local.
No soy residente en Euskal Herria. Soy vasco y argentino. Pero ansío que las elecciones se celebren a la mayor brevedad posible, para que el nuevo gobierno nos pueda tratar al menos con dignidad, para que Euskal Herria obtenga mayor reconocimiento internacional por la seriedad y profesionalidad de sus representantes políticos.