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Otras 25 personas ejemplares

ACABAMOS de conocer una gran noticia, que no puede pasar como una de tantas entre la vorágine de la crisis financiera, la Eurocopa de fútbol y la larguísima precampaña electoral en la que estamos inmersos. Me refiero a la llamada iniciativa Glencree y a sus firmantes, por lo que supone para este país que parecía incapaz de resucitar su humanidad solidaria, dilapidada entre luchas cainitas y la indiferencia desesperanzada.

Todavía no hace muchas fechas yo escribía en estas mismas páginas sobre la iniciativa que un puñado de expulsados del colectivo de presos de ETA (EPPK) y sus víctimas estaban manteniendo en torno a lo que se han venido en llamar los encuentros restaurativos. Lo que al principio se vio con ojeriza y siempre bajo sospecha, se ha ido reconociendo y reafirmando su carácter reconciliador por los testimonios de las propias víctimas a medida que mantenían encuentros cara a cara con los que fueron sus secuestradores o los autores de los estragos causados a ellos o a sus allegados.

Poco a poco, este fenómeno va creciendo -ahora incluso son las víctimas las que llaman a sus victimarios- todo ello como continuación de la actitud pionera de otras víctimas de ETA cuando mantuvieron su mano tendida y su actitud reconciliadora en solitario, frente a la incomprensión e incluso el rechazo de buena parte de la sociedad que todavía no hace tanto se movía en claves más vindicativas. Quiero recordar especialmente a Maixabel Lasa, o Rosa Rodero, la viuda de Joseba Goikoetxea, a Cristina Sagarzazu, también viuda de otro ertzaina asesinado (Montxo Doral)? Rodero incluso se presentó en 2010 en el homenaje a Santi Brouard y Josu Muguruza, solidarizándose con el dolor de sus familias.

Pues bien, ahora hemos conocido un nuevo eslabón de esta extraordinaria cadena, la llamada iniciativa Glencree, cuando veinticinco familiares de asesinados por ETA, los GAL, BVE y miembros de la seguridad del Estado, han informado de que se han venido reuniendo durante más de cuatro años como grupo de encuentro entre víctimas, lo que les ha permitido "compartir experiencias, conocerlas, entenderlas, tomar conciencia de lo injusto de la violencia que hemos padecido, de su enorme impacto personal y familiar. Hemos pasado del conocimiento mutuo a la empatía y al reconocimiento del otro, superando las barreras y estereotipos". Me recuerdan a la iniciativa del judío Simon Frankental cuando reunió a familiares israelíes y palestinos de asesinados por "el otro bando" que reivindicaban la reconciliación entre judíos y palestinos.

El texto de esta declaración de víctimas heterogéneas de diferentes violencias ha sido presentado hace una semana en Donostia. Se definen como "personas afectadas, personalmente o a través de un familiar directo, por un hecho violento traumático e intencionado (asesinato, tortura, amenaza?) que causó un sufrimiento injusto y prolongado". Afirman que se han centrado en la relación personal, la convivencia intensa y el debate respetuoso con un afán pedagógico. Un verdadero oasis en nuestra sociedad que demuestra que otro mundo es posible bien cerca nuestro. En definitiva, su mensaje es que han roto barreras y tabúes "para acercarnos unos a otros con respeto, superando el temor y los estereotipos, la frustración y la experiencia propia de dolor, explorando bases para la convivencia".

Proclaman que "la violencia padecida por todos nosotros es injustificable y aspiramos, porque así lo hemos experimentado en esta iniciativa, a una convivencia pacífica, respetuosa y constructiva en el seno de una sociedad plural, libre y justa. Para el logro de esta aspiración social son deseables y necesarios los gestos de reconocimiento del daño causado y la asunción de responsabilidad por parte de todos los perpetradores de la violencia injustamente padecida por tantas personas. Queremos invitar a la sociedad a realizar su propia revisión autocrítica del pasado mediante un compromiso ineludible con la verdad y con la justicia. Sanar las heridas obliga a un proceso que no está exento de tensiones o conflictos".

Algo grande está pasando entre nosotros y algunos todavía siguen sin enterarse. Cuando el panorama es tenebroso y no hay más nada que hacer; cuando nos sentimos acorralados por fuerzas superiores a las nuestras, surge la esperanza como recurso final para encontrar un nuevo rumbo, levantar la frente y continuar hacia adelante renovando esfuerzos para crear nuevas expectativas de vida? ¡Que ya están entre nosotros!