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Preservar los Derechos Humanos

EL saldo humano anual del comercio global de armas convencionales es sangrante. En todo el mundo se cometen graves abusos contra los Derechos Humanos con una gran variedad de armas, municiones, armamento y material conexo. A consecuencia de ello, cada año, miles de personas mueren, resultan heridas, mutiladas, violadas y se ven obligadas a huir de sus hogares. Aunque resulte increíble, el comercio mundial de armas está menos regulado que el de productos como el vino o la fruta. Los mecanismos para el control de armas vigentes a nivel nacional, regional y multilateral adolecen de lagunas y deficiencias que permiten que estados y otras partes sigan comerciando con armas de forma irresponsable e impune. Esto es así porque el comercio de armas es un gran negocio al que los países difícilmente quieren renunciar, y menos aún en un contexto de crisis económica como el actual, incluido España, como se ha puesto de manifiesto en distintos informes recientes de nuestra organización Amnistía Internacional.

Sin embargo, ante la comunidad internacional se abre una puerta a la esperanza, ya que la ONU negociará en julio el texto definitivo de un Tratado sobre el Comercio de Armas. Es preciso que el Tratado incluya el conjunto de normas comunes más elevadas posible en materia de importación, exportación y transferencia de armas convencionales. Ello es esencial para ayudar a impedir violaciones graves del derecho internacional de los Derechos Humanos y del derecho internacional humanitario. Hay que evaluar rigurosamente las probabilidades de que una transferencia internacional de armas pueda llegar a utilizarse para cometer o facilitar violaciones graves de normas internacionales y, cuando ese riesgo sea sustancial, no debe autorizarse. El análisis del riesgo debe examinar también la probabilidad de que se produzcan acontecimientos previsibles como forma de evitar futuras violaciones.

Es preciso también que los dirigentes políticos y autoridades se comprometan con un Tratado Sobre el Comercio de Armas efectivo y fundado en el respeto por los Derechos Humanos. Cabe destacar que la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad a finales de mayo una proposición no de ley de apoyo a la adopción de un Tratado Internacional de Comercio de Armas (TCA). Todos los grupos parlamentarios han pedido al Gobierno español, entre otras cosas, que siga apoyando una posición activa a favor del texto consolidado sobre el tratado de armas, que se realicen todos los esfuerzos posibles para que el texto acordado incluya la prohibición de transferencias de armas cuando exista riesgo de vulnerar los Derechos Humanos o el derecho internacional humanitario, así como la mayor cobertura posible de productos y actividades, y que promueva la firma y ratificación del tratado.

El Congreso es el primer parlamento de un Estado europeo en adherirse a una iniciativa tan importante y cuyo objetivo es salvar vidas. Sin embargo, representantes de algunos estados desean limitar en el TCA los tipos de artículos incluidos en la definición de armas convencionales, excluyendo la munición o las armas pequeñas y ligeras, que precisamente son las verdaderas armas de destrucción masiva, puesto que causan en el mundo la muerte de una persona cada minuto. De redactarse así, el TCA sería de escasa ayuda en la óptima regulación del comercio internacional de armas o en el control de las transferencias irresponsables de armas, que contribuyen a la comisión de graves violaciones de Derechos Humanos, genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.

Hay que exigir una involucración efectiva en la negociación de este tratado. Y esto significa la intercesión a favor de las posiciones refrendadas por el Congreso ante los países clave del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Reino Unido, Francia, Rusia y China) y otros países influyentes, además de ante destacadas personalidades internacionales, como la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Seguridad.

Podemos poner nuestro grano de arena a favor de un mundo en el que no se haga negocio con la muerte de inocentes.