POR QUÉ tenemos que recordar sucesos como el bombardeo de Gernika? ¿Por qué, 75 años después, tiene tanta importancia la conmemoración pública de estos sucesos, y no solo su lectura en los libros de historia?
Debemos recordar para no olvidarnos de lo que realmente ocurrió. No fue una desafortunada acción de guerra, fue un crimen de guerra. La población civil se convirtió en blanco deliberado de militares. Y esto es un hecho aceptado ahora en el caso de Gernika, a pesar de los intentos del régimen franquista por distorsionar los hechos.
Hoy en día, en España, existen esfuerzos continuados por dar sentido al pasado. Pero, ¿qué pasa con otros casos donde los autores se mantienen en el poder, donde sus relatos continúan como un relato del suceso casi sin desmentir? ¿Con qué frecuencia el bombardeo de Dresde, en el que la población civil también se convirtió en blanco deliberado por las fuerzas aéreas enemigas, se define como un crimen? ¿O las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki? Cientos de miles de civiles murieron en estos ataques, pero, ¿con qué frecuencia nos referimos a ellos como crímenes? Raras veces, porque los autores salieron victoriosos y desde ahí se escribieron los libros de historia.
En Irlanda del Norte tenemos una situación parecida. Durante la fase del conflicto, más de 3.500 personas murieron, un porcentaje alto en una región con una población de sólo 1,5 millones, menos de la mitad de la ciudad de Madrid. Los libros de historia y los establecidos medios de comunicación contienen la versión oficial de los sucesos, aludiendo que la guerra fue entre dos bandos opuestos, irracionalmente divididos por religión y política y que los británicos intervinieron como pacifistas con la intención de terminar la guerra. Esta versión de la historia ignora el papel de los británicos en crear condiciones de guerra, en involucrarse activamente y en prolongarla. Se afirma que los paramilitares fueron terroristas pero que los de uniforme fueron pacifistas. Así, aunque el gobierno británico pidió disculpas por el Domingo Sangriento y haya reconocido que los que murieron como resultado de ello fueron inocentes, todavía para ellos aquello no fue un crimen, sino un error.
Sin embargo, esa no es nuestra experiencia de los hechos. Y la historia es experiencia, no son sólo hechos y cifras. La historia la marcan las personas y es subjetiva y relativa. Es por esto que Lugares de Conciencia, como el Museo de la Paz de Gernika, son tan importantes, porque nos ayudan a entender la historia de acuerdo a las experiencias personales. Los Lugares de Conciencia nos animan a explorar cómo ocurrieron distintos sucesos, quiénes son los responsables, cuáles fueron las repercusiones en las distintas sociedades y naciones y dónde y por qué están ocurriendo sucesos parecidos hoy en día.
En el Museo de Free Derry contamos un relato que muchas veces aparece en los libros de historia, pero lo contamos de una manera que no aparece en los libros de texto. Lo contamos desde el punto de vista de los individuos y la comunidad que lo vivió. A través de los esfuerzos del museo, la Campaña de Rescate de la Justicia del Domingo Sangriento de la cual nació el museo así como otras organizaciones parecidas, la historia se revela y se reescribe. Cada vez más los británicos se están viendo obligados a aceptar que los asesinatos llevados a cabo por sus fuerzas estaban mal, y que sus víctimas fueron civiles sin armas, no combatientes armados como siempre afirmaron. Y esto está ocurriendo porque la sociedad se ha negado a olvidar, se ha negado a negar a su historia y permitir que otros la escribieran.
Compartimos nuestra historia para que se aprenda de estas lecciones, y no para dar una versión aséptica que contenta los responsables. Desde el museo recordamos, para que los responsables no puedan olvidar lo que hicieron.