HACE ya algún tiempo, el entonces diputado en Cortes (PSOE-PSE) Josu Montalbán escribía en DEIA (29-IV-2011) un artículo titulado como este: Procesiones diversas. Comenzaba describiéndonos minuciosamente una procesión que se celebra en Medina del Campo a las 7 de la mañana. La crítica era tan mordaz que parecía que de las doscientas personas que acompañaban a los cofrades que portan el Cristo crucificado, apenas nadie les acompaña con la fe que pide el cura con "sus siete pláticas": "Los cofrades son hombres y mujeres que pasan el resto del año en sus oficios? pero llegada la Semana Santa se entregan a la parafernalia propia de la tradición". En ese grupo de personas que acompañaban a los cofrades, decía, "estaba yo, por ejemplo, que solo valoro de la Semana Santa lo que tiene de teatral y simbólico".
Más adelante continuaba: "Los avatares dan para mucho más, pero este artículo no tiene como objetivo potenciar el turismo sino mostrar hasta qué punto lo que algunos pretenden entronizar como fiestas y prácticas religiosas solo son aconteceres que favorecen el mantenimiento y acrecentamiento del consumo y, con ello, de la economía. Ya no tengo dudas: los ritos de la Semana Santa, en sus múltiples facetas y variaciones, forman parte de un gran negocio del que viven muchas personas, pero además mantiene a una Iglesia cuya dirección -si nos atenemos a lo que hace por lo de por sus obras los conoceréis- no tiene nada o muy poco que ver con la historia o las leyendas".
Todo este párrafo me parece incorrecto y hasta insultante. Me voy a explicar. Las procesiones de Semana Santa surgieron allá en la Edad Media como una catequesis de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, para la gente sencilla que apenas sabía leer ni escribir. Y las procesiones surgen de una fe sencilla y fervorosa hacia ese Jesucristo que nos ha salvado con su muerte y resurrección.
A lo largo de los años y de los siglos, las procesiones, como los teatros religiosos y las pastorales de Zuberoa, se convierten en historia religiosa, en cultura religiosa y hasta en folclore religioso. Lo cual quiere decir que hoy en día habrá personas que mantengan su espíritu religioso alrededor de estas procesiones mientras que otras muchas, tal vez, se quedan en lo histórico o en lo folclórico simplemente. Por desgracia, así ocurre en todas las religiones y también en los partidos políticos. Por lo que se refiere a los socialistas, creo que si su fundador Pablo Iglesias levantara cabeza y viera cómo actúan y viven hoy los socialistas, del susto volvería a la tumba. Y, de todas las maneras, en las procesiones de Semana Santa se presenta a Jesús de Nazaret, "que pasó haciendo el bien por el mundo" y que siendo inocente murió por nosotros en la cruz, porque "nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". Este hecho creo que pudiera servir de ejemplo para nuestra sociedad, tan falta de valores humanos.
Ahora bien, desde hace muchísimo tiempo, la Iglesia como tal no es la organizadora de estas procesiones. En los planes diocesanos de evangelización jamás se nos ocurre invitar o animar a nuestros fieles cristianos a que se vistan de hábitos y capirotes para vivir la fe cristiana en la Semana Santa, o en el resto del año.
Son las cofradías y hermandades las que organizan las procesiones. Más, estas cofradías y hermandades no pertenecen a nuestras parroquias. Son organizaciones registradas en los registros oficiales de los ayuntamientos como organizaciones civiles. Más, para organizar una determinada procesión tienen que pedir los permisos necesarios a las autoridades civiles, prescindiendo de las autoridades eclesiásticas. Más, aquí, en Begoña, hay una hermandad que celebra una procesión con la Virgen de la Caridad el mismo Domingo de Ramos. Les hemos dicho en diversas ocasiones que esa procesión, ni litúrgica ni teológicamente, va de acuerdo con el espíritu del día en que entró Jesús triunfalmente en Jerusalén. A pesar de nuestros consejos, los de la hermandad siguen haciendo su procesión.
Con esto quiero decir que la Iglesia no percibe ningún beneficio de estas procesiones. Ni tampoco las cofradías y hermandades que las organizan. La finalidad de las procesiones nunca ha sido el beneficio económico, sino más bien el de hacer una catequesis, presentando de una manera plástica a nuestro Señor Jesucristo en las diversas fases de su pasión y muerte.
"La Semana Santa -añade Josu Montalbán- mide su éxito no por la devoción mostrada ni por la belleza de los actos, sino por el número de visitantes, la ocupación hostelera y hotelera y los beneficios económicos obtenidos". Como veo que este párrafo se refiere a la Iglesia, tengo que decirle otra vez que también este párrafo es un insulto por las razones que antes he indicado.
Sé muy bien que en los tiempos que corren los no creyentes, los agnósticos, los ateos y las personas a las que no les importa para nada lo religioso no nos van a echar flores. Se percibe en el autor del artículo la molestia porque el Tribunal Superior de Justicia haya prohibido en Madrid una manifestación atea (la Delegación del Gobierno en Madrid ha vuelto a hacerlo este año por considerar una provocación la petición de celebrarla en Jueves Santo).
Estas actitudes no me sorprenden demasiado. En la Roma pagana, los paganos se reían de los cristianos haciendo en las paredes unos grafiti en los que aparecía Jesucristo clavado en una cruz con cara de burro. En tiempo de la República, los socialistas de Eibar celebraban durante la Semana Santa una gran fiesta con una comida a base de cordero, pero no la celebraban el día de Pascua, sino el Viernes Santo, que para los cristianos es día de luto porque celebramos la muerte de Cristo en la cruz y hacemos ayuno y abstinencia de carne. Tenían toda la libertad del mundo para hacer esa fiesta, pero no tratando de burlarse de esa manera de los cristianos que estaban de luto por la muerte de Cristo en la Cruz.
Los de la procesión atea de Madrid, basándose en que el Estado es laico y aconfesional, en nombre de la democracia, iban a portar como pasos de la procesión los siguientes: "La Congregación de la Santa Inquisición", "La Hermandad de la Santa Pedofilia", "La Cofradía del Papa del Santo Latrocinio"... Las calles por donde iban a pasear son las siguientes: San Pedro Mártir, Calvario, Jesús y María, San Carlos, Santa Isabel, Ave María y la calle de la Fe. Como se puede ver, tratan de manifestar su ateísmo, no precisamente por la Gran Vía, por ejemplo, sino por las calles que llevan nombres cristianos, no respetando a los creyentes, sino metiendo el dedo en el ojo de los cristianos.
La señal de los cristianos es la santa Cruz, porque por la santa Cruz Jesús nos ha redimido, nos ha salvado. Así decíamos en los catecismos de nuestra infancia. Pero desde hace bastante tiempo este símbolo religioso se esta convirtiendo en un símbolo conflictivo. Hay muchas personas que, basándose en la laicidad o aconfesionalidad del Estado, piden que la cruz y todo signo religioso sea quitado de los centros públicos. Creo que aquí habrá que entender bien lo que es laicidad y lo que es laicismo. Todo Estado democrático actualmente es laico o aconfesional, es decir, que actúa basándose en la laicidad. Por eso, cuando decimos que un Estado es laico queremos decir:
a) Que no está atado a ninguna religión concreta.
b) Que el Estado debe respetar y defender las diversas manifestaciones del hecho religioso que se puedan dar en un país.
c) En cambio está penalizado el laicismo (especialmente el radical) que supone una actitud hostil hacia toda manifestación religiosa pública. De la misma manera serán también penados los que ofendan de palabra o de obra a los que no profesan religión o creencia alguna.
Esta actitud tan democrática creo que es plausible de todo punto de vista, sobre todo, para los que hemos conocido el Estado confesional franquista y el nacionalcatolicismo.
En principio, no me extrañan estas actitudes laicistas en contra de la cruz u otros signos religiosos. En primer lugar, porque nosotros los cristianos en nombre de esa cruz hemos cometido barbaridades sin cuento: díganse las cruzadas, la Santa Inquisición y, sobre todo, la última cruzada de Franco. Pero, creo también que la Cruz, a pesar de los pesares, sigue siendo el mejor símbolo de la paz, de la solidaridad y del amor. Porque Jesús de Nazareth, siendo inocente, murió por nosotros, "porque nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos".
Por otra parte, veo que con campañas, manifestaciones, querellas, discusiones y hasta recursos a los tribunales (aunque se hayan ganado esos juicios) no le hacemos ningún favor a nuestro Señor Jesucristo que fue crucificado por ser amigo de los perdedores y de los últimos de la sociedad, siendo inocente, que no trató de defenderse y encima murió perdonando a sus verdugos. La verdad es que no me gusta mucho eso de imponer la Cruz por decreto-ley o por dictamen judicial. Me recuerda otros tiempos tristes para la Iglesia.
Pero también estoy convencido de que todos los fanatismos son malos, pero el fanatismo religioso, lo mismo a favor de la religión que en contra de ella, es el peor de todos. En algunas ocasiones habéis sacado a relucir a los "cristianos en el socialismo" dando a entender que los socialistas sois por lo menos muy respetuosos con la religión. Hace tiempo que nos les veo ni les leo en ninguna parte y menos para darnos su opinión sobre estas cuestiones que tanto se discuten en estos tiempos. Creo que son temas que se deben tratar con educación, con respeto y sin hacer daño a nadie.