Agresión al monte Mello
HOMBRES totalmente ajenos al país examinaban con ávida e investigadora mirada montes y colinas, campos, prados y barrancos? Medían y acotaban terrenos que no eran suyos, trazaban croquis, levantaban planos, clavaban estacas, colocaban mojones, hablaban una jerga endiablada: compañías anónimas, pertenencias, concesiones, denuncias, expropiaciones forzosas, importación de capitales, mano de obra barata? Cambiaba el derecho público porque cambiaban las relaciones de propiedad. Ayer esto era de lo común, aquello de una familia, lo de más allá de otra? Hoy todo es extraño".
La propia Dolores Ibarruri, Pasionaria, describía de esta forma el expolio al que se sometió al territorio y sus gentes durante el desarrollo de la minería vasca en los siglos XIX y XX. Esta crónica, fruto de su experiencia vital en la zona minera de Bizkaia, pone de relieve su plena vigencia en nuestra comarca, elegida en el presente, también, como campo de operaciones del capitalismo más agresivo. El desarrollo de grandes infraestructuras, de actividades extractivas de alto impacto y el crecimiento de industria contaminante y peligrosa, asedian a los habitantes de esta parte de Euskal Herria. A ojos de los promotores de la controvertida línea de alta tensión Penagos-Gueñes, el monte Mello, la cima más alta de Muskiz, no es más que un insignificante obstáculo que vencer en el avance de esa escalofriante autopista de la energía. Sin embargo, a los ojos del corazón, nuestro monte cobra un significado especial. Para cualquier muskiztarra, término que a mi parecer reúne cualidades diferentes a las de simple vecindad, Mello ha estado rodeado de un aura un tanto legendaria: El monte preside majestuoso el valle del río Barbadun y se erige como estupenda atalaya para otear el Cantábrico y todo el valle de Somorrostro, y en días claros el macizo del Gorbea, Urkiola o las sierras de Ordunte y Garobel. Constituye un punto de referencia meteorológica. Uno puede desde la ventana del caserío observar si presenta la txapela de niebla, si la rasa está cubierta de nieve o dependiendo de la hora y estación, en qué punto se pone el sol.
Cuando era crío, mi abuela siempre solía advertirme del peligro de sus nieblas traicioneras y de los cambios bruscos de su climatología. Cuando aquello, con sus apenas 630 m. de altura, me parecía inexpugnable. Desde entonces han sido innumerables las ocasiones en que he pernoctado en alguno de sus parajes junto a un buen fuego y a mi perro fiel, escuchando al cárabo en un mar de tranquilidad. Para los del pueblo, siempre fue el espacio comunal por excelencia. Las gentes acudían con burros en busca de leña, a recolectar perretxikos o a elaborar carbón de borto. También fue monte de carlistas y gudaris como atestigua la red de trincheras que lo surcan. Y de vacas montxinas y pottokas que suelen aparecer tímidamente entre el sotobosque.
En definitiva, Mello conforma el espacio más agreste de Muskiz, con una representación de fauna y flora típica del país. En este monte tengo gran parte de mis referencias como muskiztarra, un espacio de comunión con la madre naturaleza, lugar para sentir libertad y memoria del pueblo y antepasados. Argumentos absurdos, supongo, para los defensores de la maldita línea de servidumbre al lobby energético, tolerada desde nuestras instituciones y que hoy está devastando nuestro querido monte. Al contemplar los efectos del tsunami de maquinaria pesada aplastando caminos y pastizales y la deforestación al paso de esa autopista de chatarra y cables, pensé que ya nada sería como antes, que Mello dejaba de existir.
Han sido largos años de activismo en manifestaciones, concentraciones, exposiciones, de trabajo altruista frente a la agresión de un proyecto que eufemísticamente llaman de "interés público". Cabe destacar que la primera iniciativa popular de la historia elevada al pleno del ayuntamiento de Muskiz con las firmas de los vecinos, fue para institucionalizar el rechazo a este proyecto. Hoy, a su paso por el futuro biotopo protegido de los Montes de Triano, la línea ha sido paralizada por orden judicial y en Galdames lo han celebrado con alborozo. Quiero pensar que el daño visible hoy en el monte Mello y que me causa tanto dolor pueda ser reversible. Que sirvan estas líneas como llamamiento a la unidad cívica en la defensa de nuestro medio ambiente, nuestro hogar.