Las encuestas sociopolíticas constituyen una herramienta fundamental para conocer, en periodo no electoral, cómo valora la sociedad el trabajo que realizan las instituciones y los diferentes partidos políticos. También sirven como termómetro social de la labor llevada a cabo por sus líderes, quienes utilizan esta información para mejorar su gestión, ya sea desde el gobierno, como desde la oposición. Evidentemente, los datos que se extraen también son muy útiles para diseñar, corregir y/o mejorar las estrategias de las diferentes formaciones políticas.
Así, hace unos días, se presentó el estudio "Realidad sociopolítica en Bizkaia", un sondeo realizado por la empresa Gizaker y encargado por la Diputación Foral de Bizkaia. Lógicamente, los resultados de esta encuesta serán analizados por los responsables políticos de forma concienzuda, más aún con la perspectiva de unas elecciones forales y municipales en menos de seis meses. Aunque, eso sí, a priori los números son incuestionables: EAJ/PNV ampliaría su apoyo popular y, de los 51 apoderados que componen las Juntas Generales de Bizkaia, la suma de PSE y PP -actuales socios del Gobierno vasco- sólo llegaría a los 20 junteros.
Pero, más allá de las cifras sobre intención de voto y la valoración que se hace de los políticos, en este estudio nos encontramos con tres aspectos especialmente relevantes. El primero de ellos -la presencia o no de la autodenominada Izquierda Abertzale en las próximas elecciones- condiciona los resultados de la propia encuesta. Los otros dos -la percepción sobre la alianza PSE-PP y la prevista abstención- son una muestra más del hartazgo que tiene la ciudadanía hacia los partidos políticos. De esta forma, nos encontramos con dos incógnitas y una certeza, las tres relacionadas entre sí.
Esta primera incógnita es la única que no depende de la ciudadanía ni de los electores. Sin embargo, va a ser determinante en la composición de las Juntas Generales y de los Ayuntamientos de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, así como en la elección de sus Diputados Generales y Alcaldes (basta recordar lo ocurrido en las últimas elecciones al Parlamento Vasco). Como resultado de esta incertidumbre, llevamos más de un año oyendo declaraciones contradictorias de unos -Izquierda Abertzale- y otros -Gobierno español, Gobierno vasco y estamentos judiciales-, ocupando páginas de periódicos y horas de radio y televisión para debatir y analizar las posibilidades que tiene la Izquierda Abertzale de estar presente, de una forma u otra, en unas elecciones claves para nuestro país. Pero, ¿dónde queda el debate sobre las propuestas que hace cada formación política? A estas alturas del partido, con la legislatura tocando a su fin y con las elecciones a la vuelta de la esquina, lo normal sería que la ciudadanía estuviera evaluando la gestión llevada a cabo desde las instituciones -forales y municipales- y comparando los diferentes proyectos que representan cada uno de los partidos políticos. En cambio, nos encontramos en la misma situación que en el año 2007, con la sensación de que la presencia de la Izquierda Abertzale en las próximas elecciones no se va a resolver hasta el último minuto, en función de encuestas como la realizada por Gizaker y, sobre todo, con la calculadora en la mano. La cuestión es bien sencilla: ¿a quién favorece la anulación "selectiva" de estas listas? Vean lo ocurrido en marzo de 2009 y ahí encontrarán la respuesta.
La abstención electoral es el fracaso de todos los partidos políticos pero, en el caso de Euskadi, hay dos formaciones que se benefician especialmente cuando se da una alta abstención: el Partido Socialista de Euskadi y el Partido Popular. Históricamente, una baja participación lastra a los partidos nacionalistas y, según este sondeo, uno de cada cuatro electores vizcainos no tiene previsto ejercer su derecho a voto en las elecciones forales y municipales. En el caso de EAJ/PNV, el 34% de las personas que le votarían sólo votan "a veces" (20,6%) o "no votan nunca" (13,2%), un dato que refleja la importancia de la participación ciudadana en una sociedad que es eminentemente nacionalista. Por eso, propongo al lector que, a partir de hoy, contabilice las veces que oiga a líderes del PSE y del PP apostar por una alta participación electoral. Le sobrará los dedos de una mano.
Con estas dos incógnitas, nos enfrentamos a una única certeza: PSE y PP van a sumar sus votos en todos los Ayuntamientos y Juntas Generales en los que, de esta forma, consigan hacerse con el poder (en algunos casos serán los socialistas y en otros serán los populares). Al igual que ocurre en el Parlamento de Gasteiz, no importará el programa ni las propuestas electorales que hagan unos y otros, porque su aspiración es el poder por el poder. Sin embargo, sólo el 51% de los encuestados cree que ambos partidos se unirán también para gobernar en la Diputación y en los Ayuntamientos vizcainos, tal y como sucede actualmente en Barakaldo, Portugalete, Basauri, Sestao, Trapaga, etc. Es evidente que su estrategia pasa por esconder este acuerdo de hierro y, si no fuera tan perjudicial para nuestro país, resultaría hasta divertido ver, a socialistas y populares, cómo escenifican públicamente sus supuestas diferencias? justo hasta el día siguiente de las elecciones. Entonces, el teatro se acabará. Sin embargo, la realidad es muy terca y Bizkaia, al igual que Euskadi, respira nacionalista.