Anton Ormaza
NO podemos ni debemos intitular este escrito más que con su nombre propio: Anton Ormaza; un esqueje de nuestro árbol santo, el Árbol de Gernika. Anton se nos ha ido y ahora nos toca, con humildad y emoción, recordarle; rendir el justo homenaje a un auténtico luchador (gudari) de la justa causa nacional vasca.
Estas letras son un poco precipitadas?, quizás un tanto atolondradas?; si bien quieren ser la expresión de unos amigos y amigas, compañeros en distintas épocas de una vida entregada a Euskadi. A sus 88 años nos deja un hombre íntegro, una persona de fe (religiosa), un ser irrepetible, un nacionalista vasco de bandera. Él siempre intentó ser discreto, útil desde la abnegación más absoluta; también solidario al puro estilo de los herederos de Manu Robles Arangiz. Empresario y trabajador; militante y amigo. Pero Anton fue muchos más.
Anton Ormaza tuvo y mantuvo en vida un espíritu, aquél con el que Sabino Arana cambiara el devenir de nuestra historia en su Juramento de Larrazabal: "?yo someto mi vida a la Causa Nacional Vasca?; mi vida y hacienda?". Anton forma parte, desde hoy y por méritos propios, del selecto club de hijos nobles e ilustres de la patria vasca; de los que han hecho historia y nos han indicado el camino. Sabino Arana, José Antonio de Agirre y Lekube, Leizaola, Rezola, etc.; hijo de una generación de oro, quizás el último.
Anton era un niño cuando se produjo el alzamiento nacional fascista del genocida Francisco Franco; pero se hizo hombre y se convirtió en un verdadero líder de la Resistencia Vasca. Luchó y mantuvo la llama de la antorcha para que otros tomaran el testigo. Era un hombre tenaz; lo fue hasta el último día de su vida. Jamás perdió la esperanza de su ideal: la Liberación Nacional y Social de Euskadi. Con un añadido: admitiendo la diversidad. Sí?, sus siglas del alma fueron las de EAJ/PNV; pero las miserias de la política (no fue un político) le condujeron a EA. Hoy Anton nos reclamaba a todos unidad; con dolor, supo perdonar. El abrazo en Sukarrieta con Andoni Ortuzar así lo atestigua. Aún hay heridas que curar.
Los firmantes de este escrito nos unimos al dolor, en primer lugar, de su familia; sin olvidarnos de todas aquellas personas que hoy sienten el fallecimiento de Anton como la pérdida de un gudari con mayúsculas. Tiempo habrá de dar mejor cuenta de una vida, de unas vivencias, de unos recuerdos, que sin lugar a dudas engrandecerán la memoria colectiva de una Euskadi?, de una Euskal Herria?, que hoy despide y ¡hasta siempre!, al roble que ya es. Anton? goian bego. Anton? Gora Euskadi Askatuta!
Agur eta ohore Anton.
* Militantes abertzales