DICEN los chinos que la cometa sube más cuando hay más viento. No es el caso de Zapatero quien en medio del huracán y descubierto en sus mentiras, sus improvisaciones y su falta de consistencia baja aunque se agarre al poder como a un clavo ardiendo porque él no es como aquel Calvo Sotelo que convocó unas elecciones a los dos años y no salió elegido ni él.
Un senador del Partido Popular me decía el miércoles que su partido y el nuestro deberían hablar más y en público para hacer normal lo que, para ellos, va a ser normal dentro de poco, es decir, la victoria del Partido Popular en las elecciones legislativas. Lo que pasa es que faltan dos años y en política dos años es una eternidad. Puede ocurrir de todo. Hasta que nos hagan el metro a Castro.
Y hay otro factor en liza. Los populares acarician la mayoría absoluta. Saben lo que le ha ocurrido a Cameron en Londres y no desean repetir esa experiencia y, ahora, en pleno tsunami, buscan una polarizada campaña electoral que podría hacer realidad lo que la encuesta del CIS nos decía hace una semana, es decir que el PP y el PSOE estaban en un pañuelito del 1%. Hoy, eso, me da, no sería verdad y una mayoría absoluta del PP, es creíble y sería un nuevo desastre. Zapatero es lo menos malo de lo mucho malo que unos y otros nos ofrecen: caer de la sartén al fuego.
El problema de Zapatero, y lo dijo Artur Mas el lunes pasado en Bilbao, es que ha querido ponerse en el centro de la pista y sacar a bailar en cada momento a la chica que le apetecía y a la que más le convenía. Las demás tenían que estar sentadas esperando su llamada. En lugar de optar por un pacto con la izquierda, o con la derecha, o con el centro político, ha querido en cada coyuntura hacer una mixtura de cosas raras y, a veces, enfrentadas: memoria y aborto, con cheque bebé y subida de pensiones; ilegalización total de ANV, pactar con el PP en Euzkadi y apoyar el blindaje del Concierto. Y así todo. Al final, la falta de programa, de sindéresis y de fundamento lleva a la debacle. Se puede engañar una vez a todo el mundo, pero no se puede engañar todas las veces a todo el mundo. Y al mentiroso, al final, se le conoce. Su ausencia el domingo en el BEC en la Fiesta de la rosa socialista para ir a visitar al rey no se lo creyó ni el que asó la manteca. Pero todo es así.
Otro senador, socialista en este caso, me comentaba lo difícil que lo tenían. "Con Bono liquidado por el fuego amigo, con un Zapatero improvisando y sin equipo económico solvente, con una CIU que no apoyará los presupuestos al haber elecciones en Catalunya en otoño, con una ERC en horas bajísimas y con vosotros muy cabreados no sé cómo éste hombre va a sacar en setiembre los presupuetos, presupuestos que, por otra parte, van a ser de impopulares ajustes y sin dinero para nada". Y acertaba. EI año pasado, Zapatero nos llamó y gracias a nuestros votos, con tres condiciones excelentes para Euzkadi, dimos el visto bueno a las cuentas del Estado. Blindaje del Concierto, IVA en Araba y transferencia de las políticas activas de empleo. El acuerdo era bueno para todos los vascos, no para el PNV, sino para Euzkadi. Eso es lo que hacemos siempre.
Con esa política ratonera que caracteriza al gobierno de Patxi López, en lugar de sumarse al acuerdo y tratar de facilitar las cosas, habida cuenta que les allanábamos el camino de la negociación, se han dedicado a denigrarlo y a decir que no queremos dicha transferencia y que estamos poniendo todos los impedimentos del mundo para que esto no ocurra. Y encima nos culpan de que en 30 años la transferencia no se haya ejecutado. Semejante mezquindad es difícil de encontrar. El PNV, en 30 años, no aceptó una transferencia propia de las rebajas de enero y con criterio de mercancía averiada. Nuestro respeto al Estatuto y nuestro respeto a la gente nos ha impedido hacernos la foto con una transferencia enana lograda con una financiación jibarizada. Pero como el asunto es técnico y difícil de explicar, Patxi López y los suyos se han dedicado a denigrar nuestro logro, que fue conseguido gracias a nuestra presencia parlamentaria en Madrid. Un partido vasco que defiende los intereses vascos.
¿Con qué cara esta gente va a llamar a nuestra puerta en la próxima discusión presupuestaria? ¿Diciéndonos que si no son ellos los que mandan, vendrá el PP con mayoría absoluta? Pues que lo digan, porque única y exclusivamente es de ellos la responsabilidad. Oírle a Pastor bramar en sus intervenciones diarias, escucharle al lehendakari "de todos los vascos" que vivimos en un oasis y que la política en Euzkadi se ha normalizado, aguantarle a Basagoiti decirle a López que su Plan para la Paz se acepta "sí o sí", comprobar la prédica de la muy sectaria presidenta del Parlamento Vasco diciendo que al PNV hay que perderle el temor reverencial, presenciar perplejos que la única ley en un año del gobierno López, con su socio preferente, haya sido instituir el 25 de octubre como fiesta regional de Euskadi, es como para pensárselo dos veces.
Y vuelvo a Artur Mas. El líder de CIU nos pedía trabajar conjuntamente ante lo que se les viene y se nos viene encima con la sentencia del Tribunal Constitucional en relación al Estatut catalán. Va a ser una sentencia que partirá de la base de que Catalunya no es una Nación, cuando si algo es Catalunya, como Euzkadi y como Galicia, es que son naciones constreñidas en un Estado que no acepta más nacionalismo que el español ni compartir mas poder que con la autonomía madrileña. Hay que partir pues de la base de que la España eterna, como lo ha demostrado en 30 años, no aceptará nunca en serio que tres naciones convivamos con la cuarta. O se hace y dice lo que ellos nos dictan, o se rompe la baraja. Y la baraja está rota. Treinta años después de aprobado el Estatuto de Gernika, faltan por transferir 36 competencias y la mayoría de ellas formando parte de la política social por presión abusiva de UGT y CC.OO. Entre cumplir una ley orgánica o poner en su sitio a los poderes fácticos, tenemos lo que tenemos. Un Estado de las autonomías que es una castaña, unos poderes locales prácticamente con el agravio comparativo a flor de labios, una administración cargada de funcionarios absolutamente ineficaz y las tres demandas de fondo del inicio de la transición sin abordar ni resolver: Galicia, Euzkadi y Catalunya.
Lo vimos hace quince días en un debate en el Senado sobre la utilización de las lenguas cooficiales. Gracias al trabajo de hormiga de un senador catalán de ERC, se presentó una iniciativa conjunta con las firmas del PNV, CIU, ERC, BNG y el PSC habida cuenta que el Senado es Cámara de representación Territorial. El PSOE por presión del PSC y ante las próximas elecciones catalanas apoyó el que se aprobara el inicio del trámite de la proposición, sin que esto quiera decir que lo apoyarán.
Pues que en lugar de designar un portavoz moderado, que argumentara con razones, nos envió a un ex falangista que te abraza en los pasillos y te apuñala en los plenos. Juan Van Halen utilizó dos argumentos demagógicos. "Aquí todo el mundo sabe castellano por lo que es una ridiculez que aquí nadie se ponga auriculares y, además, esto costaría un millón de euros". A los dos argumentos se les puede dar la vuelta fácilmente. Nos vamos a Estrasburgo y decimos: "Aqui todo el mundo habla inglés por lo que es una ridiculez utilizar auriculares y además, esto nos cuesta 500 millones de euros al año". Una lengua, además de un código de comunicación, es muchas cosas más y un partido como el PP, cuyos antecesores persiguieron el euskera hasta de las tumbas, gritaron hurras cuando cerraron Egunkaria y se gastan una millonada en los Institutos Cervantes por todo el mundo, no tenía el menor derecho a enviarnos un energúmeno ex falangista al que lo único que le faltó fue que nos dijera allí, brazo en alto, que en ese hemiciclo sólo se hablaba cristiano.
Pero esa es la España actual. Tan intolerante como siempre, tan perdida en huecas palabras constitucionales que nunca se cumplen como siempre, tan cobarde a la hora de admitir otras naciones distintas a la suya como siempre, tan poco seria que hasta Obama tiene que llamar para que se hagan los deberes para luchar contra el déficit. Tan de nuevo rico que hasta que no ha estallado la crisis, no se admitía que existiera. Tan frágil que un soplido les pone nerviosos. Un Estado, como se ve, muy poco serio.