LA actual situación económica está castigando especialmente dentro de la Eurozona a Portugal , Irlanda, Italia, Grecia y España, conocidos comúnmente como PIIGS, ya que se utilizan los acrónimos de su denominación en lengua inglesa. En dichos Estados concurren dos características de forma más acusada que en el resto de Euroland. Así, de una parte, todos ellos cuentan con un elevado déficit presupuestario -los gastos realizados por estos Estados superan a sus ingresos (Portugal 9,4; España 11,2; Italia 5,3; Irlanda 14,3; y Grecia, 13,6 en el año 2009 en relación con su PIB- y, de otra, su balanza comercial, la diferencia entre las exportaciones y las importaciones de estos países, es también deficitaria, dato que refleja que los productos y servicios de estos países tienen serios problemas de competitividad. En el caso español, en el año 2009, el déficit de la balanza comercial ascendió a 50.182 millones de euros, sólo superado en términos absolutos por EE.UU., y en términos relativos, esto es, medido en relación con el PIB; sólo por Grecia. A eso tenemos que añadir que en los últimos años se han incrementado los compromisos en políticas sociales como, por ejemplo, la ley de dependencia sin determinar de forma clara quién, cómo y hasta qué importe, se hará cargo de este aumento en el gasto.
Estos desequilibrios han llevado a los PIIGS a endeudarse y es aquí donde se ha puesto de manifiesto, con toda crudeza, la desconfianza de los mercados en dichas economías: el tipo de interés de la deuda soberana griega es dos veces superior al de la deuda alemana y, en el caso español, el tipo es un 25% superior. Es decir España paga un 25% más que Alemania por endeudarse.
Nos encontramos, por tanto, ante la tormenta perfecta. Recordemos que, de un lado, los gobiernos de Aznar apostaron por convertir a España en una copia europea de Florida, donde prevalecerían las empresas de servicios, vinculadas al turismo y a la segunda residencia, esperando que los ciudadanos españoles se ganaran la vida explicando a los foráneos la temperatura adecuada para degustar el vino de las distintas denominaciones de origen, la distancia apropiada para admirar las obras de arte de las afamadas pinacotecas españolas y acompañarles en las diversas actividades lúdico-festivas que se dan cita en la piel de toro.
Por otro lado, el señor Rodríguez Zapatero, incumpliendo las palabras que pronunció en el debate de investidura del año 2004, en las que se comprometía a desarrollar un modelo económico diferente al del ladrillo -España está situada en el puesto 17 de los 27 estados de la Unión Europea, tras Portugal y antes que Grecia, en materia de innovación según un ranking hecho público recientemente por la Comisión Europea-, ha mantenido la misma fórmula económica en relación con el ingreso, en tanto que, de otra parte, ha incrementado el gasto como si no hubiera un mañana.
En Euskadi, hemos asistido, en el último año, a un notable deterioro de la situación económica. Así, la actividad industrial ha caído cerca del 30%, con la consiguiente destrucción de empleo. La recaudación fiscal del 2009 ha retrocedido a los niveles de 2005 y, ante esto, al innovador gobierno del lehendakari López sólo se le ha ocurrido lo mismo que a Zapatero: recurrir a endeudarse. La deuda del Gobierno vasco pasara de 480 millones a 8.300 millones de euros. La calificación de nuestra deuda soberana ha empeorado, con su consiguiente encarecimiento y, todavía, a estas fechas, seguimos a falta de un plan coherente de ajuste que acompase los gastos a la previsión razonable de ingresos. Como Zapatero. Se nos anuncia, además, que en los recortes sociales y de inversión propuestos por el presidente español serán también de aplicación obligatoria en Euskadi. Y el Gobierno vasco dice estar dispuesto a "arrimar el hombro". Y lo dice tras haber presentado, en momentos de necesaria austeridad, equiparaciones y subidas salariales para diversos colectivos de funcionarios públicos plegándose a las exigencias de los poderes sindicales que deben, en cualquier caso, ser moduladas en esta hora.
En definitiva, las medidas de López son notablemente incoherentes. Más allá de seguir la estela de Zapatero, el Gobierno vasco carece, es evidente, de una estrategia económica que nos devuelva a la senda del crecimiento y que equilibre las cuentas públicas en el medio plazo. Esta crisis, que primero se manifestó en el sector inmobiliario, luego pasó al sector financiero y, por último, se convirtió en la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, nos está enseñando la rapidez con la que se produce el deterioro y la dureza con la que se manifiesta, por lo que la ausencia de medidas correctoras en la gestión del gasto público pueden lastrar la salida de la crisis.
A la vista de lo que está aconteciendo en Grecia, es necesario recordar que si Euskadi, en algún momento, tuviera que acogerse a medidas de rescate de su economía, ya fueran estas medidas originadas por incapacidades propias o por la propia coyuntura internacional, ése sería el fin de su autogobierno fiscal. Desaparecería el Concierto, con lo que perderíamos una de las herramientas fundamentales de nuestro autogobierno para nuestro desarrollo nacional y social.
El camino de Rodríguez Zapatero ya se había demostrado profundamente erróneo. Carente de iniciativa, de propuestas, de recetas. Como don Tancredo, esperaba, paciente, con un optimismo inocente, acontecimientos. Y la consecuencia la pagan ahora los ciudadanos. Sólo nos queda exigir que el lehendakari López cambie de rumbo y no siga el ejemplo -el mal ejemplo- de Zapatero por el bien y el futuro de Euskadi. En esa tarea, EAJ-PNV está comprometido.